Con Gaza y Beirut en el corazón
El análisis de los gestos es una ciencia en sí misma, que se basa en varias disciplinas y es un estudio que evoluciona a pasos agigantados. Las disciplinas en las que se sustenta van desde la etología, el estudio de la conducta animal donde se incluye al hombre, hasta la antropología, la sociología y las ciencias de la conducta.
¿Por qué es tan importante? Porque muchas veces nuestros gestos no se corresponden con nuestras palabras y en la búsqueda de la verdad surge la curiosidad por lo gestual. Así, cobran importancia el contacto visual, la sonrisa, el contacto físico o algunas combinaciones de todos a la vez.
Los factores que pueden alterarlos en la cinesis, o estudio del movimiento voluntario, se analizan mediante múltiples observaciones en laboratorios, donde se estudia cada uno de los movimientos y las circunstancias que los acompañan.
Muchas veces, la incapacidad para poder verbalizar los sentimientos o la inhibición que pueden producir ciertos estados mentales hacen que la valoración de las circunstancias del paciente se realice mediante lo gestual. También la combinación de lo gestual con la expresión verbal es una fuente de información indispensable.
Otras veces he señalado lo importante que es el movimiento intencionado y no solo la postura corporal. La marcha y los movimientos que la acompañan forman parte fundamental de la observación cuando valoramos a los pacientes. Las cosas no solo son cómo se dicen, sino también cómo se gesticulan al decirlas. Esto puede brindarnos información fundamental para llegar a una conclusión diagnóstica.
Normalmente, no se nos enseña a expresar los sentimientos y, sobre todo, si reflejan un sentimiento profundo, nuestro pudor nos hace recelosos de compartirlo, porque muchas veces representan nuestra vulnerabilidad más íntima. No suele existir una intencionalidad en no poder expresarlos; están tan dentro y tan fuertemente reprimidos que somos realmente incapaces de exteriorizarlos.
Los conflictos son parte de la vida. En cierto grado, todos dudamos, estamos inseguros y nos preocupamos constantemente. Nuestra relación con el mundo se basa en estos aspectos. La intensidad de estos sentimientos y la incapacidad que pueden generar en las relaciones vitales son lo que puede derivar en un problema. Conocerlo y saber que no es malo alivia y reconforta.
No todo es patológico y debemos comprender que ciertos momentos de disconfort o conflicto son parte de la vida.
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