En un análisis anterior publicado el año pasado, acerca del incremento de los Deepfakes, exploramos la naturaleza de esta amenaza emergente y su impacto global. Hoy, es momento de examinar críticamente cómo República Dominicana está enfrentando esta realidad tecnológica que ya no es futura, sino presente en nuestro territorio.

La paradoja que enfrentamos es reveladora de nuestros tiempos: mientras celebramos ocupar el séptimo lugar entre 33 países latinoamericanos en preparación gubernamental para inteligencia artificial, observamos con preocupación cómo casos documentados de Deepfakes maliciosos—desde la suplantación del Gobernador del Banco Central hasta audios falsos atribuidos a comunicadores de trayectoria respetable—reciben únicamente respuestas mediáticas sin consecuencias penales efectivas.

La brecha entre innovación y protección

Esta disociación entre avance tecnológico y protección ciudadana no es meramente una falla administrativa; revela una tensión fundamental en cómo las sociedades democráticas navegan la transformación digital. Como sugiere Yuval Noah Harari en sus reflexiones sobre el futuro de la humanidad, no es suficiente adoptar tecnologías revolucionarias sin desarrollar simultáneamente los marcos éticos y legales que protejan nuestra integridad social.

En el contexto dominicano, esta reflexión adquiere urgencia particular. Nuestro liderazgo regional en estrategias de IA—materializado en la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial implementada desde octubre 2023—debe evolucionar hacia un modelo que equilibre innovación con protección ciudadana. No se trata de frenar el progreso tecnológico, sino de dirigirlo conscientemente hacia el bienestar colectivo.

Herramientas existentes, aplicación deficiente

Contrario a percepciones de indefensión total, República Dominicana posee instrumentos jurídicos aplicables inmediatamente. El análisis detallado revela que nuestro ordenamiento legal, aunque no específico para Deepfakes, contiene disposiciones extraordinariamente relevantes:

El Artículo 338 del Código Penal emerge como la herramienta más directa, sancionando con 1-2 años de prisión "publicar montajes con palabras o imágenes sin consentimiento" cuando no resulta evidente la manipulación. Esta normativa, redactada décadas antes de la era digital, demuestra cómo principios legales fundamentales pueden anticipar desafíos tecnológicos futuros.

La Ley 53-07 sobre Delitos de Alta Tecnología permite interpretar Deepfakes como documentos digitales falsificados, mientras la Ley 172-13 de Protección de Datos prohíbe explícitamente la recolección de información "por medios fraudulentos"—descripción que aplica precisamente a la creación de Deepfakes sin consentimiento.

Sin embargo, la existencia de herramientas legales no garantiza su efectividad. Aquí se manifiesta lo que denomino la "triple crisis oculta" que paraliza la protección digital dominicana.

La triple crisis que debemos enfrentar

Crisis de datos: DICAT y PEDATEC procesan 40-50 denuncias diarias de delitos cibernéticos, pero carecen de sistemas de clasificación que identifiquen cuántas involucran Deepfakes. Sin estadísticas específicas, las autoridades navegan a ciegas, incapaces de dimensionar el problema o asignar recursos adecuadamente.

Crisis de conciencia: La ciudadanía desconoce mayormente qué constituye un Deepfakes, cómo identificarlo, dónde denunciarlo y cuáles son sus derechos. Esta ignorancia no es casual; refleja la ausencia de campañas educativas sistemáticas que empoderen a los ciudadanos como agentes activos de su propia protección digital.

Crisis de acción: La dependencia excesiva en proyectos legislativos futuros—como el Proyecto de Ley 02197-2023 sobre IA, en evaluación desde diciembre—paraliza respuestas inmediatas mientras el problema se agrava diariamente.

Más allá de las buenas intenciones

La propuesta recurrente de "invertir en tecnología de detección" esconde complejidades que raramente se discuten públicamente. Los sistemas comerciales efectivos oscilan entre USD$100,000-USD$500,000 anuales por licencia, sin incluir capacitación especializada ni actualizaciones constantes.

Más crítico aún: la detección de Deepfakes constituye una carrera armamentista digital perpetua. Cada avance en detección es superado rápidamente por mejoras en generación, requiriendo inversión continua y personal especializado capaz de adaptarse a tecnologías emergentes.

Modelos globales exitosos ofrecen lecciones valiosas. El AI Act de la Unión Europea requiere etiquetado obligatorio para contenido sintético. Singapur combina legislación específica (POFMA) con inversión masiva en alfabetización digital ciudadana. Estonia ha desarrollado sistemas de autenticación que hacen extremadamente difícil la suplantación digital, privilegiando prevención sobre reacción.

El Imperativo de la Acción Inmediata

Los Deepfakes erosionan silenciosamente la confianza ciudadana en información audiovisual, acelerando potencialmente la polarización política cuando cada grupo descarta contenido inconveniente como "manipulado artificialmente". Este fenómeno amenaza no solo individuos específicos, sino la integridad del ecosistema informativo democrático.

República Dominicana posee ventajas comparativas únicas: una Estrategia Nacional de IA implementada, instituciones especializadas establecidas (DICAT, PEDATEC), y marco legal tecnológico con mayor aplicabilidad que países vecinos. Estas fortalezas nos otorgan una ventana de oportunidad para convertirnos en pioneros regionales no solo en adopción de IA, sino en protección ciudadana contra sus riesgos.

Hacia un modelo de protección integral

La respuesta efectiva demanda acción inmediata en múltiples frentes:

Observatorio Nacional de Deepfakes: orquestado entre la Sociedad Civil, el Empresariado y el Gobierno, para recopilar estadísticas específicas, monitorear tendencias y coordinar respuestas interinstitucionales.

Alfabetización digital masiva: programa nacional implementable en seis meses, incluyendo capacitación a educadores, campañas mediáticas y talleres comunitarios.

Sistema de respuesta rápida: línea directa 24/7, protocolos de retiro expedito y medidas cautelares automáticas para casos de alto riesgo.

El Futuro se decide hoy

Los Deepfakes representan un desafío que trasciende capacidades gubernamentales individuales. Requieren una ciudadanía informada, vigilante y activa, cultivada mediante educación masiva, sistemas de denuncia accesibles, y respuestas institucionales que demuestren que la protección digital constituye prioridad nacional.

La pregunta definitiva no es si podemos regular los Deepfakes, sino si tendremos la voluntad política para actuar con la urgencia que el problema demanda. La tecnología no esperará a que el derecho la alcance; por tanto, nuestras soluciones deben ser tan ágiles e innovadoras como los desafíos que enfrentamos.

El futuro de la confianza digital dominicana se decide hoy, no mañana. Ese futuro depende tanto de marcos legales sólidos como de una ciudadanía empoderada para protegerse y denunciar efectivamente. Solo así mantendremos nuestro liderazgo tecnológico regional mientras protegemos la integridad y seguridad de todos nuestros ciudadanos.

La tecnología debe servir a la humanidad, no viceversa. En el caso de los Deepfakes, esta máxima adquiere urgencia existencial para la preservación de nuestra convivencia democrática.

Arturo López Valerio

Tecnólogo

Arturo López Valerio es pionero en Cloud Computing, eCommerce, Marketing Digital y el desarrollo de proyectos de alto tráfico en República Dominicana. Desde el 2011 opera en TABUGA, empresa que se dedica al fomento del conocimiento, la tecnología e innovación para la transformación y avance del crecimiento empresarial; llegando a desarrollar comunidades digitales, estrategias de marketing digital y emprendimiento con alcance de más de un millón de dominicanos. En 2010, fue designado como Experto Nacional para la República Dominicana por la WSA (World Summit Award) —la iniciativa de la ONU y su Alianza Global para las TIC y el desarrollo (GAID), que hace hincapié en la diversidad e identidad cultural, la creación de contenidos informativos variados y la digitalización del patrimonio educativo, científico y cultural. Ha publicado el libro “#Emprende: una guía para ciudadanos de a pie”, con consejos y experiencias para quienes han decidido iniciar proyectos de emprendimiento desde cero.

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