El profesor Juan Bosch uno de nuestros principales literatos y un político de proverbial honestidad, pese a los años de ausencia del territorio nacional en lucha militante desde el exilio contra la tiranía trujillista, tras su arribo al país su empatía con la gente sencilla del pueblo fue impresionante. La oligarquía criolla que pretendía calzarse las botas de Trujillo, no le permitió que ejecutara un Gobierno que privilegiara a las masas populares, a los del montón y propiciaron su derrocamiento.

Muy pronto se evidenció que no solo la población civil estaba en disposición de lanzarse a las calles en lucha por el restablecimiento del Gobierno constitucional, sino que jóvenes militares no comprometidos con el vandalismo político, también se sentían en el deber de refrendar con las armas ese deseo ardiente de extirpar el retroceso político-social.

Al tanto del desarrollo de la jornada patriótica, que en el territorio nacional organizaban entre otros los militares Fernández Domínguez, Hernando Ramírez y los dirigentes civiles Peña Gómez y Molina Ureña, el profesor Juan Bosch decidió  aportar en 1964 lo que hoy podemos denominar como el prólogo al nuevo amanecer patriótico que era inminente, presentando su obra Crisis de la democracia de América en la República Dominicana.

Cuando se correlacionan los acontecimientos analizados y el tiempo de edición, es evidente que fue un libro apresurado. No obstante, describe acontecimientos instantáneos en el acontecer político y social nacional tan minuciosamente analizados, que cualquiera pensaría que es el producto de varios años de análisis pormenorizado.

Obviamente allí se conjuga el talento del autor y la necesidad de dejar entrever a los criollos y todos los países de América, cuál era el meollo del infame golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963 y cuál sería en adelante la actitud de los dominicanos en respuesta a este fatídico acontecimiento.

Esta obra desarrolla la disección del momento político dominicano previo a la gloriosa insurrección de Abril de 1965.

Con la sinceridad política que le caracterizaba, Bosch expone su versión de la realidad dominicana, inclusive con algunos conceptos que después no se ajustaron a su positiva evolución política y social. Entre ellos imputaciones posiblemente no adecuadas contra personalidades, que se vieron envueltas en el affaire del golpe, pero que tenían un largo historial de lucha democrática y aunque refrendaron ese acto político desaguisado, no se contagiaron con los desmanes de los asaltantes del poder, como Viriato Fiallo y Juan Isidro Jimenes Grullón.

Como era obvio la obra inicia con el acontecimiento político de mayor envergadura hasta esos momentos, el ajusticiamiento del tirano y los intentos del neotrujillismo por darle continuidad a la “Era de cieno”.

Resaltaba la decisión del antiguo PRD, que dirigía en el exilio, de enviar una comisión en medio de la represión desesperada de los remanentes del trujillato. Es historia la multitudinaria manifestación organizada por los comisionados en el parque Colón, donde la concurrencia de manera desafiante rompió los carnets obligatorios del Partido Dominicano, el partido de Trujillo, mientras  jóvenes inspirados en el nuevo ambiente de lucha por las libertades les hicieron justicia al albañal trujillista que se denominaba Radio Caribe.

Bosch recalcaba la importancia de la movilización del pueblo para según sus palabras: […] ir matando el miedo nacional, el miedo que se había metido en los huesos de la generalidad de los dominicanos”.  Conocía muy bien que el virus de la técnica del miedo trujillista era endémico en el país, y que sectores oportunistas de la oligarquía en nombre del antitrujillismo aspiraban a mantener ese miedo a través de otros verdugos. Esos grupos retardatarios inmediatamente lo ubicaron como su blanco a vencer.

Este con su lenguaje sencillo a través de sus charlas radiales, había logrado conseguir la aceptación generalizada del pueblo llano, identificando los sectores recalcitrantes en esta coyuntura, los oligarcas o tutumpotes que querían avasallar al pueblo sencillo o  hijos de Machepa, otro concepto que también popularizo.  Los dominicanos de la época estaban apabullados por el miedo, que no les permitía discernir entre la flor fragante y la hierba venenosa. Por eso el distinguido líder apuntaba:

“A mediados de 1961, las grandes masas dominicanas no tenían idea de lo que era la justicia social, no tenían idea de por qué ellas pasaban hambre, sufrían enfermedades y eran ignorantes y esclavas”.

Analizaba un tema muy ríspido, los vínculos con los dos grupos políticos que junto al PRD lideraban el consenso de las masas en aquellos momentos. La Unión Cívica Nacional y el Movimiento 14 de Junio.  Sin disimulos la UCN se entregó en los brazos de la oligarquía, en el caso del 14 de junio la situación era diferente, aunque muy compleja, tratándose de sectores que participaron internamente en la lucha contra el trujillato, muchos de sus miembros tenían doble militancia, incluso como dirigentes.

Esta dicotomía política provocó una lucha interna en el 14 de Junio y finalmente la facción cercana a la UCN, salió de esa organización, donde las ideas avanzadas tomaron el control de la institución con Manolo Tavares a la cabeza. Bosch discurre sobre la salida de la facción oligárquica del 14 de Junio, y reconoce el valor de los hombres del 14 de Junio que se fueron a las escarpadas montañas de Quisqueya.

Explica todos los cabildeos de la UCN para reemplazar al agonizante Gobierno de Balaguer a finales de 1961, y tomar desde antes de las elecciones el control de la administración pública. Esta maniobra la lograron concretizar a principios del año siguiente con la formación del llamado Consejo de Estado, que le sirvió de comité electoral desde la jefatura gubernamental. Bosch apuntó  sobre el particular:

Ni la masa ni nosotros ni el 14 de junio, según me temo, tuvimos que ver nada en la formación del Consejo de Estado. La UCN, la Embajada de los Estados Unidos, el general Rodríguez Echavarría y el doctor Balaguer habían puesto cada uno su parte en la creación de ese organismo gubernamental […]

La Unión Cívica se transformó en el baluarte de los reaccionarios, y como justamente destacaba Bosch en la campaña electoral de 1962, la UCN:

[…] convirtió en una cruzada santa contra los caliés y algunos pobres diablos del trujillismo lo que debió haber sido una revolución de masas para que esta entraran en la vida social, económica y política del país.

Durante este lapso habían escapado al exterior los principales testaferros del tirano, la UCN levantó el discurso de tierra arrasada con los trujillistas y los comunistas. Mientras Bosch  se planteaba reconstruir económica y socialmente el país, saqueado por la familia Trujillo.

Bosch analizaba algo que fue fundamental, el color de las boletas, se pretendía fueran de un solo color, lo que atentaba contra el derecho a elegir de cerca de un 50% de votantes analfabetos, que si podrían manifestar sus intenciones políticas en las urnas designándoles colores a las boletas de los diferentes partidos. Resaltaba como logró disuadir estos planes malévolos, cuando anunció que su partido no iría a las elecciones si era rechazada la boleta de colores.

El pueblo asumió sus planteamientos para recomponer el país. De inmediato la oligarquía le declaró la guerra a muerte creando el capirote de “comunista”, el fantasma del “comunismo”. Importantes sectores eclesiásticos se prestaron a esta conjura, la campaña de denuestos por todas sus vertientes presentaba un candidato “enemigo del país”.

El asunto llegó a su clímax cuando el padre jesuita Láutico García lo acusó públicamente de comunista y este lo retó a un debate donde no pudo demostrar su imputación. El debate confirmó que el consenso poblacional estaba del lado de Juan Bosch. Solo habría que esperar el momento de los escrutinios para confirmarlo, como ocurrió.

La frustrada oligarquía asesorada por intereses foráneos harto espurios, decidió insistir en sus designios de intentar zozobrar el primer Gobierno electo democráticamente en más de 4 décadas.

Con sobradas razones Bosch se refiere a un tema todavía muy polémico, por qué no se actuó contra los militares golpistas? Señalando:

Cuando yo tomé el poder la conspiración estaba ya en marcha, y había avanzado tanto que un alto oficial consideró prudente que les hablara a los oficiales antes del 27 de febrero. Si yo hubiera hecho un cambio en los mandos, uno solo, el Gobierno hubiera durado semanas y tal vez país.

Siempre será un tema de debate. Bosch no contaba con un equipo de militares leales para enfrentar la situación, desde la presidencia comenzó a preparar ese aparato militar necesario con el teniente coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez a la cabeza, pero los acontecimientos se precipitaron. Aunque canceló a los oficiales Rafael Marcial Silva y Rolando Hache, que de manera pública empezaron a conspirar contra el Gobierno. Cuando intentó separar al líder de los conspiradores Elías Wessin y Wessin, ahí mismo se produjo el golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963.

Se ha comentado que el general Miguel Rodríguez Reyes, asesinado en Palma Sola a finales de 1962, sería su candidato a secretario de las Fuerzas Armadas. Bosch nunca confirmó el rumor, aunque resaltaba Rodríguez Reyes era el único general que tenía condiciones de líder, y le había alertado que uno de los miembros del Consejo de Estado le había propuesto dar un golpe de Estado, información que luego le confirmaron tres generales.

La jefatura de la iglesia católica marchó junto a los conspiradores, bajo la consigna que la Constitución aprobada en 1963, no refrendaba el Concordato suscrito entre Trujillo y la iglesia. Bosch relata que: “Los niños de los colegios católicos apedrearon el edificio del Congreso”. Debo añadir que los escolares de los liceos públicos respondimos presentándonos en masa en los alrededores del Congreso a esperar a los enviados de los colegios que prometieron volver, pero prefirieron desistir de sus propósitos.

También refiere las llamadas “manifestaciones de reafirmación cristiana”, desarrolladas para ambientar el golpe de Estado que se fraguaba en la sombra. De igual modo fue creado un instrumento golpista público, llamado Asociación Dominicana Independiente (ADI).

Otro de los cuestionamientos al Gobierno Constitucional fue el contrato suscrito con la compañía suiza Overseas, un préstamo blando para inversiones reproductivas básicas como lo eran la presa de Tavera y el acueducto de Santo Domingo, convenio derogado tras el derrocamiento del Gobierno. Tiempos después, esas obras otros gobiernos se vieron compelidos a realizarlas con préstamos muy por encima del presupuesto original.

La apertura de una escuela de ciencias sociales, fue uno de los argumentos esgrimidos contra el Gobierno Constitucional, alegando que era una escuela de “comunismo”. Esto nos recuerda a la acusación de “escuela sin Dios”, que se hizo un siglo antes a la Escuela Normal de Eugenio María de Hostos. Aunque sin hacer comparaciones, Bosch replicaba la autorización que se expidió para la formación de una escuela de ciencias sociales a cargo del  CIDES, Centro Interamericanos de Estudios Sociales y el Cuerpo de Paz, coordinada por personas muy vinculadas al Departamento de Estado como Sacha Volman y Norman Thomas.

No hubo persecución de las ideas políticas, contrario a los golpistas que pusieron en vigencia las leyes 6, 70 y 71 que prohibían la supuesta “práctica” del comunismo en lo referente a toda literatura que fuese contraria a sus ideas retardatarias. Tanto durante el Triunvirato como en el balaguerato centenares de ciudadanos fueron vilmente asesinados o apresados por tener un libro, un panfleto o folleto que se refiera a alguna idea que los gobernantes de facto consideraran “practicaba” el comunismo.

La situación de Haití, bajo la dictadura de Duvalier, uno de los factores determinantes del golpe de Estado, fue analizada minuciosamente por Bosch. El conflicto se inició con un asalto de los esbirros de Duvalier a la embajada dominicana en Haití, y el correcto acto de repudio a esa actitud y de amenaza de réplica militar por parte del Gobierno Dominicano.

Aprovechando esta coyuntura exiliados haitianos vinculados al Gobierno de los Estados Unidos, utilizaron el territorio dominicano con el consentimiento unilateral de los jefes militares criollos para intentar invadir a Haití, desde Dajabón, acción bajo el patrocinio del Ejército de los Estados Unidos.

Aunque los jefes militares le participaron al presidente que el proyecto invasor no tenía nada que ver con el país y particularmente con ellos, se evidenció todo lo contrario. Bosch acentúa que ordenó una investigación internacional del asunto, formulando la siguiente interrogante:

¿Tuvo esa decisión alguna parte en el  golpe de Estado? A menudo pienso que sí; pues si la OEA investigaba -y mi plan era que investigara a fondo- yo llegaría a saber que mano oculta manejaba los hilos de una intriga que nos ponía en ridículo como Gobierno […]

También aborda su oposición a las comisiones para las compras en los organismos militares contaminadas por la corrupción, fue uno de los aspectos que afrontó con más energía. Explicó de manera exhaustiva como se desarrolló tras el golpe la ambición de riquezas de los estamentos militares golpistas, principalmente con las llamadas cantinas militares.

Relataba de modo paciente todos los preparativos del golpe, que de antemano revelaban su condición de potencial prisionero de los militares golpistas, y el poder extranjero que los respaldaba, solo esperaban la hora clave para actuar.

John Bartlow Martin, embajador norteamericano que estaba al día en todos estos asuntos, en su libro El destino dominicano deja entrever que también ellos conocían la trama, cuando apuntó: “El presidente Kennedy y yo protegíamos a Boch, él lo creía, pero no podíamos controlar ni a los militares norteamericanos ni a la CIA”.

Los golpistas ante el temor de ser desenmascarados públicamente y que el presidente pasara a la ofensiva destituyendo a los responsable de las conspiraciones contra la sociedad dominicana, como intentó hacerlo con Wessin, decidieron la destitución inmediata del presidente.

Sin dudas esta obra Crisis de la democracia de América en la Republica Dominicana fue escrita con ímpetu, no solo con objetividad, sino con sinceridad, describiendo de manera exhaustiva ese proceso que la mayoría de los dominicanos desconocía en la época.

Concluimos reiterando que constituyó un gran aporte ideopolítico a guisa de prólogo para la jornada política-militar que se preparaba para el retorno a la constitucionalidad, que terminó convirtiéndose en una Guerra Patriótica.

Santiago Castro Ventura

Médico e historiador

Médico, historiador.

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