
Ana María, la sobrina de mi esposa, oyó un ruido seco a pocos metros de donde ella estaba sentada en el patio. Todos, acostumbrados desde hace meses a este mismo ruido, ella se tomó el tiempo necesario para localizar un trozo de objeto preciso. Dos vecinos que viven a unos 500 metros no tuvieron la misma suerte. Una señora resultó gravemente herida; un joven murió en el acto. No se dispone de estadísticas sobre los daños causados por las balas perdidas en Puerto Príncipe. Cuando Ana María me presentó el proyectil, le sugerí que comenzara su colección. Entonces pensé en Rafael Leonidas Trujillo.
Las cifras relativas a la matanza de octubre de 1937 en la región fronteriza son aproximadas. Varían considerablemente, según las convicciones del historiador y a veces de la coyuntura… A menudo me pregunto: ¿no existe una competición macabra entre Rafael Trujillo y nuestros caudillos de este siglo XXI? La palabra "caudillo" puede impresionar hoy en día. Sin embargo, debemos admitir que está más cerca de la realidad del poder que la larga lista de calificativos asociados con una república imaginaria. Meses antes del asesinato del presidente Jovenel Moïse, el 7 de julio de 2021, se produjeron violentos actos criminales contra la población civil de La Saline (masacre del 13 y 14 de noviembre de 2018); por el barrio del Bel Air, entre el 4 y el 6 de noviembre de 2019 y en Cité Soleil entre mayo y junio de 2020. Hace poco, «Amnistía Internacional condenaba la masacre ocurrida los días 11 y 12 de septiembre en Labodri, Haiti, donde más de cuarenta personas fueron asesinadas y decenas de viviendas incendiadas por pandillas según informan organizaciones de la sociedad civil.»
En 1933, el sociólogo Damase Pierre-Louis publicó "Les mensonges de notre démocratie" (Las mentiras de nuestra democracia). Ya había constatado la falta de consistencia parlamentaria y la ausencia de conciencia de las élites. 92 años después, ¿qué nos atrevemos a añadir?
Hemos logrado producir variedades de caudillos que superan ampliamente a los de todo el hemisferio. Algunos son más famosos que otros, por supuesto. En estos días, la trágica estadística de nuestras desgracias, difundida en este mismo instante por las nuevas tecnologías, nos invita a releer muchos capítulos. Hemos logrado desmantelar todos los parámetros en torno a la noción de gobernanza y responsabilidad. Parece que somos una fábrica de monstruos que ha ganado todas las exigencias de un mercado que la humanidad racional se niega a entender.
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