La capacidad de concentrar nuestra mente es fundamental para nuestras actividades. Es imprescindible para el aprendizaje, así como para cualquier otra actividad mental que realicemos.

Incluso para la actividad física es necesaria, por ejemplo, para el gimnasta que va a realizar una secuencia de saltos compleja o para el basquetbolista que intenta encestar. Si alguien va a realizar un salto difícil y al momento de lanzarse, tiene dudas, se distrae o algo llama poderosamente su atención, tendría menos posibilidades de que su salto sea exitoso. Lo mismo se aplica a cualquier tarea que emprendamos.

Los cirujanos necesitamos concentración para: tener presente algún dato de mucha relevancia del paciente, no omitir un paso esencial de la técnica quirúrgica o para no olvidar una compresa en un abdomen.

En la concentración enfocamos nuestros pensamientos en algún elemento u objetivo, esta actividad la coordinamos especialmente desde nuestra corteza prefrontal y requiere la liberación de neurotransmisores como la dopamina, noradrenalina y acetilcolina, lo que nos permite iniciar y mantener la atención; trastornos que afecten estos neurotransmisores, pueden afectar nuestra concentración y por ende, afectan nuestro desempeño y productividad.

Tenemos diferentes capacidades de concentración y eso se traduce en diferencias en nuestro rendimiento en cualquier tipo de tareas que realicemos. Es de suma importancia que podamos reconocer que podríamos modificar nuestras capacidades a voluntad, lo que se aplica a la concentración también. Cuando aceptamos nuestras limitaciones como una condición absoluta, asumiendo un rol de víctimas del destino, definitivamente resulta muy difícil superarnos.

Algunos tipos de meditación son de los mejores entrenamientos para desarrollar concentración y es importante señalar, que mientras más desafiante es una meta, mayor concentración necesitamos.

Cada vez se diagnostican más casos de Trastornos por Déficit de Atención e Hiperactividad o TDAH, se ha señalado un origen genético, aunque se reconoce una etiología multifactorial. Podría decirse que es una patología que está de moda. Conviene analizar nuestro estilo de vida para detectar factores que pudieran influir en este trastorno.

Realmente en la vida actual tenemos demasiado “ruido externo” que nos impide estar en contacto con nosotros mismos y enfocar nuestra consciencia en aquello que podamos estar necesitando. No estamos escuchando de manera adecuada la voz de nuestro Yo Interior, pese a ser de vital importancia.

Por ejemplo, cuando vas a una reunión de trabajo muy trascendente, no deberías ir escuchando en tu auto un programa de entrevistas o de noticias. Más bien, convendría escuchar música instrumental que no te distraiga y te permita ir concentrando tus ideas en torno al tema que vas a tratar. Se cuenta que Aristóteles Onassis, el famoso magnate naviero griego-argentino, cuando iba a tener una importante reunión de negocios, la noche anterior se la pasaba ensayando en voz alta la conversación que entendía que tendrían en esa reunión, de esa forma, resultaba difícil que fuera sorprendido por alguna pregunta o propuesta y normalmente tenía una buena respuesta. Las distracciones cuando vas a realizar algo importante, pueden ser muy negativas, en cambio después de haber logrado el objetivo, son necesarias.

En mis paseos en motocicleta, pude descubrir que cuando tomas rápidamente una curva es muy importante fijar atentamente la vista hacia el punto o dirección en que esperas que vaya la motocicleta. Al hacerlo, toda tu atención se enfoca hacia allá y emprendes múltiples actividades psicomotoras en fracciones de segundo para llevarte donde quieres, el distraerse fijando la vista en un sentido diferente, puede ser causa de un accidente fatal. También es importante aprender a utilizar bien nuestra visión periférica. Al conducir, en motocicleta se requiere mayor concentración de los sentidos que en automóvil.

Leer las mentes no es tan difícil como parece, muchas veces no puede hacerse porque no sabemos escuchar. Para poder descubrir los pensamientos de alguien, necesitas conectar con sus necesidades personales, sólo así es posible comprenderlo; es lo que llamamos empatía y es algo inherente de las personas con vidas plenas.

La concentración puede cultivarse y sus deficiencias pueden superarse. Lo primero es autoanalizarnos para descubrir nuestras deficiencias y utilizar estrategias para mejorarla. El teléfono celular puede limitar severamente la capacidad de desempeño de muchas personas, aunque en otras puede ser un instrumento invaluable.

Organizar los espacios en que te desenvuelves es de vital importancia para organizar tu vida. Una habitación u oficina desorganizada no permiten concentrarse bien. Actividades que tienden a mejorar nuestra concentración: programar nuestras actividades, sudokus y rompecabezas, leer (especialmente libros impresos), ejercicio regular, suprimir notificaciones al estudiar, prestar atención a tus sensaciones y la estabilidad emocional.

Los elementos que se utilizan en la meditación buscando encauzar o dirigir nuestra mente favorecen la concentración.

Cada vez logramos más evidencias, de que podemos dirigir procesos fisiológicos de nuestro organismo simplemente con la mente, siempre y cuando activemos y desarrollemos la comunicación con nosotros mismos. Nos referimos a una forma diferente de utilizar nuestra mente. Gran parte de la forma en que estás viviendo, depende de la forma en que estás pensando.

Luis Ortiz Hadad

Médico

El Dr. Luis Ortiz Hadad, nació en Santo Domingo, República Dominicana, el 17 de septiembre del 1958. Graduado de Doctor en Medicina en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en el 1983. Realizó estudios de Filosofía y Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España (1984-1986). Se especializó como Cirujano General en el Hospital Central de las FFAA-Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en (1988-1992). Haciendo la subespecialidad en Cirugía Colorrectal en Marsella, Francia (2000-2001). Es Psicólogo Clínico egresado con los máximos honores de la Universidad de la Tercera Edad (2022). Ha sido profesor de Anatomía y Cirugía por más de 20 años en la Universidad Iberoamericana (UNIBE). Es miembro del Comité Editor de la Revista Archivos Médicos Dominicanos (AMED). Presidente de la Sociedad Dominicana de Coloproctología (2011-2013), Presidente de la Academia Dominicana de la Medicina (2016-2018) y Presidente de la Sociedad Dominicana de Médicos Escritores (2023-2025). Es miembro del Colegio Médico Dominicano, del Colegio Dominicano de Cirujanos, de la Sociedad Dominicana de Coloproctología, Asociación Latinoamericana de Coloproctología, Academia Dominicana de Medicina, del Colegio Dominicano de Psicólogos (CODOPSI) y de la Sociedad Dominicana de Médicos Escritores. Presta sus servicios como Cirujano Coloproctólogo y Coordinador del Internado de Cirugía de la Universidad Iberoamericana (UNIBE) en el Centro de Diagnóstico Medicina Avanzada y Telemedicina (CEDIMAT), donde también desarrolla desde el 2022 un programa de Meditación Terapéutica Racional Emotiva. Es escritor de artículos semanales en el periódico acento desde el 2020 y es autor de los libros: Cincuenta Reflexiones. Breve guía para el Homo sapiens y Piensa bien, Vive mejor: Una terapia racional emotiva social. Es reconocido por sus actividades a favor de un mayor desarrollo humano como estrategia prioritaria para el mundo de hoy y enseñanzas de autoayuda basadas en las neurociencias.

Ver más