¡Por nuestros derechos negados a SER CIUDAD!
A cada nivel de desarrollo de las fuerzas productivas ha correspondido un modelo de ciudad, según los especialistas del tema y teóricos marxistas. Ha sido así desde que la Ciudad, surgió como categoría social.
En unos pocos miles de años la humanidad pasó, en sentido general, de la ciudad del barrancón, de estrechas callejuelas, ladrillo, de leñas, gas kerosene y carbón, a las ciudades inteligentes: de energía solar, nuclear y de estrategias bioclimáticas. Nunca habíamos tenido -como ahora- tan elevados conocimientos tecnológicos, conceptos y herramientas para el diseño y gestión de las ciudades, y un enorme contraste con los profundos niveles de explotación, desigualdad, inequidad, alienación y gentrificación, realidad prevaleciente en todas las ciudades del mundo, habrá sus excepciones, por supuesto.
Ya en 1845, lo analizaba Federico Engels, en su obra La situación de la clase obrera en Inglaterra. Guardando la distancia de contextos, es la misma realidad, hoy. El autor focaliza sus análisis en el mundo del trabajo y la realidad de los trabajadores, en la ciudad que entonces se consideraba, la capital industrial del mundo: Londres.
Por razones obvias, la primera realidad social que analiza Engels en la citada obra, es la de los obreros industriales, “aquellos que se ocupan de trabajar las materias primas”.
Y sobra decir que lo diferente hoy es, el cómo se expresaba ayer la explotación a la clase trabajadora, y el cómo ocurre hoy. La explotación no ha desaparecido, sino que se ha sofisticado, a veces hasta parece imperceptible. En algunos casos ha empeorado. Del Londres del siglo XIX al Santo Domingo del siglo XXI, la esencia es la misma. Entonces el horario laboral era de 16 y hasta 18 horas y bajo una instalación o nave industrial; ahora es 24/7, y la patronal mantiene el control sobre la vida del trabajador/a, mediante un modernisimo teléfono celular que le “donó” la empresa como “reconocimiento a su desempeño”. Pero mediante el mismo nos controlan hasta la presión arterial, cuántos pasos dimos al día y la hora que tomamos café… y el trabajador alienado !muy feliz! porque exhibe un celular con 5G…es como el perro aquel del verso de Ana Belen (…) “Piensa que es libre porque anda suelto, mientras arrastra la soga al cuello”.
Acorde el nivel de desarrollo del capitalismo, dependerá del sector fundamental de la economía. En el caso dominicano las variables en la explotación y degradación a la dignidad humana será diferente si es en el sector turístico, en el transporte público o en el trabajo doméstico. Por ejemplo, los del sector turístico el renglón principal de la economía: las trabajadoras/es de las cadenas internacionales de hoteles cinco estrellas y villas exclusivas, laboran entre el lujo y el derroche sirviendo a los caprichos de las élites nacionales y extranjeras. Y en contraste, “viven” en las periferias de los complejos turísticos con salarios de miseria. En barrios caracterizados por la pobreza, la arrabalizacion, la marginalidad, delincuencia, sin acceso a servicios básicos, arropados por el microtráfico y consumo de drogas, los juegos de azar y la desesperanza colectiva.
En el caso del Gran Santo Domingo, la situación más acentuada se aprecia en el Distrito Nacional, donde la presión de la industria inmobiliaria y el capital financiero, expulsan a la periferia a los trabajadores y trabajadoras, que por sus bajos salarios no pueden pagar el alquiler de una vivienda digna, y adquirirla, es inmpensable.
La proliferación de edificaciones de lujo, las mega plazas comerciales y tiendas de las más caras marcas del mundo de la moda, la industria automovilística y el entretenimiento, no guardan relación con el nivel la producción nacional y la actividades comerciales. Lo que obliga a considerar que la llamada “economía subterránea" (el lavado), sostiene los estilos de vida y hábitos de consumos de los super privilegiados que les frecuentan o residen allí. Y hasta allá se desplazan cada día miles de hombres y mujeres a vender su fuerza de trabajo; llegan desde los patios y los barrios populares, y otros municipios y provincias. Cumplen tediosas jornadas laborales por un salario que solo le permitirá amanecer con vida, para regresar al día siguiente para que les exploten otra vez.
Y así, cada día generando colectivamente riquezas, que cada segundo son apropiadas por una minoría insignificante desde el punto de vista numérico pero que han impuesto una correlación de fuerzas y reglas de juego, que subordinan las grandes mayorías. En ese modelo de ciudad no hay lugar para los trabajadores y trabajadoras.
Por disposición de la ONU , el 31 de octubre de cada año, se celebra el Día Mundial de la Ciudad, lo que no establece dicha resolución es cuándo celebraremos el Día Mundial por los Derechos a la Ciudad.
II. ¿Cómo conectamos los derechos de la clase trabajadora, a un espacio social llamado CIUDAD y con gestión democrática?
Invito a la reflexión para la acción y la organización. Porque sobran ejemplos de derechos negados en la ciudad: al trabajo digno, a la participación de los asuntos esenciales en una gestión democrática, eficiente y eficaz; derecho negado a vivienda habitable, a seguridad, al acceso a los servicios públicos de calidad (agua, educación, sanitarios, energía, telefonía, internet, etc.), ocio y disfrute de los espacios públicos, del patrimonio natural y cultural, etc.
Existen miles de formas de relacionamiento del mundo del trabajo con la ciudad y su gestión, en el vivir la ciudad en su integralidad.
Es necesaria la promoción de un modelo organizativo de trabajadores que sea independiente de la patronal y del Estado en todos sus niveles de gobierno. Lo imponen las actuales circunstancias de la vida urbana marcada por la prisa, el individualismo, el andar con la casa en la espalda.
El encarecimiento de la vivienda y el suelo urbano mediante la especulación inmobiliaria, expulsa a la clase trabajadora de los asentamientos calificados para una vida digna (gentrificación), lo que tiene un impacto negativo en el valor del salario real y de los ingresos de las familias trabajadoras. Es otro importante motivo para promover una organización independiente.
Como en los suburbios obreros de Londres del siglo XIX, el deterioro de la calidad de vida en los barrios dormitorios, también es un caso dominicano.
Urge un movimiento organizado de trabajadores y trabajadoras para enfrentar y movilizarnos por el derecho a la ciudad en sus espacios de calidad. Algunas interrogantes sobre nuestra cotidianidad: ¿Cómo impacta la salud de las trabajadoras y trabajadores, la crisis en el sistema de transporte de pasajeros? ¿Cuántas horas de sueño y sosiego pierde un trabajador que debe movilizarse desde Punta de Villa Mella, a su lugar de trabajo en Herrera, el Centro de los Héroes, el muelle de Haina, o el Centro Histórico? ¿O quienes tienen que desplazarse de Los Alcarrizos a Valiente, San Isidro o Bocha Chica? ¿Cómo conectamos nuestros derechos de trabajadores, a un espacio social llamado CIUDAD para evitar ser devorados por el mercado y un modelo de democracia en el que solo somos un número para pagar impuestos y votar cada cuatro años?
En las circunstancias tan duras y anti derechos que sufrimos los pueblos, quienes reivindicamos el ideal comunista, revolucionario y democrático tenemos que ser creativos en los métodos de lucha y modelos organizativos, o el capital nos comerá vivas. ¡Literalmente, nos comerán vivos!
Cada día tenemos que descubrir nuevas brechas, fisuras y senderos para promover y lograr la organización de los sectores oprimidos; avanzar y recuperar, reconquistar así sea una pulgada del territorio social del que hemos sido despojados.
¡Vayamos por más!
Por un movimiento organizado de personas que viven de su trabajo y en la ciudad. No importa si es médica, docente, que venda café en la calle; que sus ingresos dependan de trabajar de portero en un hospital o siendo director médico o cirujano, operaria en zona franca o chofer de carro público.
Si la ciudad y el trabajo los unen, que también lo sean la organización para la movilización y los derechos, desde la perspectiva del mundo del trabajo.
Compartir esta nota