“Un componente del liderazgo es la autoridad: Puede ser política, económica, social o moral. A veces, un líder tendrá autoridad sobre personas que le siguen por miedo, amor, lealtad o apego”. (Moshik Temkin: Guerreros, rebeldes y santos).
En la sociedad de redes o en la sociedad digital o en la sociedad del riesgo, los cambios son tan vertiginosos que en un solo día la humanidad produce más información que en todo el periodo de la Edad Media. Cuando aludimos a cambio social estamos concibiendo los que se originan en la estructura económica, en la estructura de la sociedad, así como los que se expresan en las distintas formas de la organización social.
Los cambios disruptivos de la alta tecnología tales como:
a) Robótica,
b) Biología sintética y genómica,
c) Computación en la nube,
d) Analítica y macrodatos,
e) Inteligencia artificial,
f) Realidad aumentada.
g) Nanotecnología,
h) El Internet de las cosas,
i) Impresión 3D,
j) Energías renovables y tecnologías limpias,
k) Cadenas de bloques y finanzas descentralizadas.
Nos encontramos frente a una verdadera revolución de cambios tecnológicos que, inexorablemente, traen consigo cambios sociales y culturales en su seno. Ello así, por el enorme impacto económico que han traído y traerán las nuevas tecnologías. Una nueva dinámica que propicia nuevas formas de relaciones sociales, nuevas formas de interactuación social, nuevas articulaciones de procesos, de procedimientos, de trabajos, de organización social, de dinámica interactiva, de complejos procesos de arquitectura, en todas las facetas y dimensiones: estructura organizacional, financiera, de estrategias, de diseños, de conexiones, de verticalización y horizontalidad, centralización y descentralización, etc. etc.
Abordajes sumamente complejos que implican nuevas brechas, nuevos estatus y nuevas formas de desigualdad social. Cambios sociales que emergen y se expresan en la sociodemografía como la tasa de natalidad, la esperanza de vida al nacer, el crecimiento de los hogares monoparentales, ya no estamos en presencia de la familia nuclear (padre-madre e hijos), el prolongando crecimiento del divorcio, de las familias disfuncionales y la unión o matrimonio después de los 30 años. Los hijos que se mudan solo, sin haber contraído una relación de pareja, sin importar el género. En nuestra sociedad la tasa de natalidad ha descendido a 1.20.
El tejido social, el cuerpo social dominicano, ha devenido en cambios sociales inocultables, visiblemente expuestos desde cualquier perspectiva teórica, conceptual con la que se pretenda objetivizar, ya sea las teorías Evolucionistas, Equilibrio, Ciclicidad, de Conflictos. Pero, ¿cuáles factores sociales han propiciado los cambios en el seno de la sociedad, más allá de las diversas teorías que acompañan esos cambios y que se encuentran imbricadas en el corpus social dominicano, como expresión de las mutaciones y transformaciones que se han ido permeando?
Los factores geográficos, sobre todo los cambios físicos a partir de la problemática del cambio climático, incidirán denodadamente en nuestra sociedad. Los cambios geográficos o geopolíticos. La nueva elite política de los próximos años tendrá que abocarse a una redefinición. No es posible que en 48,442 km2 tengamos 31 provincias y un Distrito Nacional, con 11 millones de habitantes. Somos del tamaño de un municipio de Brasil, México, Argentina, Colombia. Sin embargo, tenemos 12 regiones, 157 municipios, 237 distrito municipales. Con 6 a 7 regiones, 70 municipios, una Cámara sería suficiente. El costo de la política deberá comenzar por ahí para debilitar el crimen organizado que se verifica en la narcopolítica y el clientelismo más visceral y con mayor opacidad escandalosa.
Los cambios tecnológicos son los más prevalecientes en la sociedad dominicana. En nuestro país, la ideología del cambio social es muy conservadora, se dilata mucho, generando cuasi una regresión en el movimiento social y, un peso gravitante del statu quo. Somos y crece cada día más, merced a la ola ultraconservadora que corre por el mundo, una sociedad orientada al conservadurismo. Se expresa de manera cotidiana. Una sociedad donde crece la xenofobia, la discriminación y la aporofobia.
La ideología no se produce en el vacío. Los actores políticos crean con sus valores y creencias una determinada cosmovisión del mundo y de las cosas. En nuestro país los cambios sociales fundamentales tendrán que trascender la teoría evolucionista y de ciclicidad para insertarse en la de equilibrio y de conflicto, para encaminarnos a cambios estructurales. Para ello, urge un nuevo tipo de liderazgo. Hay que crear un liderazgo transformador, dejar atrás el liderazgo “dejar hacer, dejar pasar”.
Lo más que hemos tenido es un liderazgo transaccional. Empero, hoy se requiere de un liderazgo que asuma los desafíos del presente y del futuro para que los cambios sociales sean más abarcadores y más incluyentes. Un liderazgo que enfatice el peso del predominio institucional como fuente de un verdadero Estado de Derecho. Sin un fuerte componente de un liderazgo transformacional la lentitud de los cambios sociales seguirá operando como efecto “de derrame”, que es muy excluyente y muy exiguo. Somos una sociedad donde la elite política, lejos de sumar más confianza, crea una especie de hecatombe, pensando más en lo coyuntural y en lo que los beneficia en término electoral y no en el bien común, para el conjunto de la sociedad.
La elite empresarial ha de tener una mayor responsabilidad social. Un mayor compromiso con el país, una visión más halagüeña del Estado de Derecho y de la efectividad gubernamental, coadyuvando con una mejor gobernanza y gobernabilidad. Repensar la democracia, contribuir con su peso en la sociedad a dibujar en el horizonte, un mejor clima de inversión y de negocios y más propicio para el capital humano. Es la necesidad impostergable de canalizar los cambios sociales, los cambios económicos, donde hagamos una revolución en la Administración Pública y comencemos a perfilar la meritocracia y no el despojo político, cada vez que llega un nuevo partido al poder. ¡Somos de los pocos países en el mundo que prevalece todavía la enorme rotación del talento humano publico!
Podemos canalizar, vía la difusión y creatividad e innovación, los cambios sociales planeados. Con visión y estrategias, mirar a corto, mediano y largo plazo los necesarios cambios sociales. Por ejemplo, ya el 9.5% de la población dominicana sobrepasa la edad de 65 años. Hace apenas 20 años solo teníamos un 3%. Eso implica nuevos hospitales geriátricos, más médicos especializados en geriatría, más médicos especializados en neurología. Debemos de dejar atrás esa cultura reactiva que trae más costo para el país y menos efectividad. Hemos perdido la imaginación para el cambio social planeado. No hay hoy ningún partido que tenga un proyecto de Nación.
Cambios sociales que impacten en el capital humano cerrarían la brecha de la desigualdad social y empujarían a una mayor dinámica de la movilidad social, posibilitando que la movilidad social intergeneracional e intergeneracional se optimice con mayor velocidad. El alcance de la movilidad social, de manera inmensamente motora, achicaría la brecha de género, de la pobreza, canaliza una mayor competitividad del capital humano, lo que favorece la productividad del trabajo y la verdadera riqueza, situando a los seres humanos en un mayor estatus social y en mejores expectativas de vida, lo que coadyuva con el epicentro del rol de las expectativas crecientes, subjetividad que determina una simbología especial en el caudal de la jerarquía social.
Zygmunt Bauman en su libro Modernidad y Ambivalencia nos recrea “Vivimos inmersos en ese desierto de incertidumbre, pero todavía cabe salvar un punto de referencia, la difícil aceptación de una responsabilidad acompañada de la perenne preocupación por haber completado un error. La voz de la responsabilidad se hace pues perceptible solo en la disonancia de las opiniones, mientras el consenso y la unanimidad anuncian la tranquilidad del cementerio”.
El cambio social que propiciamos tiene que ser desde la perspectiva de Pierre Bourdieu con su concepto de capital social, epicentro del compromiso recíproco, la confianza y la solidaridad. Elementos cruciales, cardinales de un nuevo liderazgo para la sociedad dominicana donde impulsemos una verdadera regeneración nacional.
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