Desde mi adolescencia ya lo escuchaba. Recuerdo que tenía una radiograbadora en la que guardaba en casete sus canciones, igual que las de Pablo, Serrat, Silvio y otros. En cada cinta anotaba su nombre y el título de la producción que recogía. Evoco con nostalgia mi habitación en la casa de mis viejos: mi cama, el librero, la casetera… y yo, escuchando en especial a Amaury una y otra vez en sus principales álbumes. De los cubanos de esa época, era con él con quien más me identificaba. En especial por su voz, provista de una modulación y fuerza únicas; por sus letras, impregnadas de poesía; por su música, cargadas de ritmos modernos y fusiones del rock y del jazz. Su antología de producciones siempre me ha cautivado, sobre todo la de su primera etapa: Acuérdate de abril, No lo van a impedir, Martí en Amaury, Retrato de Navidad, Trovador, entre otros.

Por eso recuerdo muy bien que, para los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Santiago de los Caballeros en 1986, se inauguró allí un lugar mágico bautizado como Fiesta Caribe, promovido por el antillanista Federico José Álvarez. Era un amplio espacio en el centro de la ciudad, con techos altos de zinc, que antes había operado la fábrica de cigarros La Aurora. Se habilitó como escenario para espectáculos de música de buen gusto, además de bar. Por allí pasaron Juan Luis Guerra, Maridalia Hernández, Luis “el Terror” Díaz, Michel Camilo, Sonia Silvestre, Víctor Víctor, José Antonio Rodríguez, entre otros. El próximo año hará 40 años de ese memorable lugar. Ojalá que para entonces se pueda reabrir, aunque sea por un mes, su instalación para conmemorar este aniversario. Este increíble espacio de diversión y cultura perduró por un tiempo después de aquellos Juegos. Fue así, cuando Amaury Pérez hizo allí una presentación memorable, a casa llena.  Yo estaba entre los parroquianos. Durante aproximadamente media hora se interrumpió el servicio eléctrico en el lugar; sin embargo, el público permaneció inalterable, como si nada hubiera ocurrido.

Aquí lo escuchamos interpretar magistralmente su repertorio. No se me olvida la fuerza con que cantó uno de sus temas iconos: Hacerte venir. Una canción bellísima, con un erotismo y una poesía que embriagan. Uno de sus versos lo retrata:

“Si yo pudiera de donde estoy,

ay amor, hacerte venir,

para encender la ciudad y el sol

con ademanes de tempestad.

Si yo pudiera de donde estoy

ganar la prisa y volver al mar.”

Años más tarde, en el otoño de 1993, junto a mi amigo, colega, socio y compadre Fausto García, emprendimos un viaje a La Habana. Para entonces, este destino seguía concitando gran interés por múltiples razones. Ninguno de los dos la conocía. Recuerdo que, mientras volábamos desde Santo Domingo en Cubana de Aviación, nos obsequiaron la edición del día de su periódico Granma. Como era de esperarse, lo que más me interesó no fueron sus noticias edulcoradas, sino su sección cultural. Allí me encontré con la grata sorpresa de que esa misma noche Amaury ofrecía un concierto en el Teatro Karl Marx.

De inmediato me propuse no perdérmelo. Apenas llegamos, recogimos las maletas, nos registramos en el hotel, pedimos un taxi y nos dirigimos — mi compadre y yo — a ese clásico teatro. La fila era larga, pero sin pensarlo la hicimos y pagamos 20 dólares cada uno para acceder a ese inesperado concierto. El interior del teatro resultó mucho más majestuoso que su fachada.  Estaba a casa llena. Poco después, salió Amaury al escenario acompañado de una tremenda banda de músicos.

Hizo un recorrido cautivador por sus principales composiciones: Vuela pena, Debe ser triste, Acuérdate de abril, Murmullos, Dame el otoño, Cuando no esté con él, No lo van a impedir, Yo tengo un amigo, Soneto, Aguas, entre otros. Sin embargo, la que mejor recuerdo, porque nos hizo llorar, fue Amigos como tú y yo. Para sorpresa de todos, Amaury invitó al escenario a Silvio, quien la cantó con él a dúo. Es una canción bellísima, escrita en homenaje a un entrañable amigo de Amaury que decidió marcharse de Cuba, pero cuya ausencia no impidió la permanencia de su amistad. Escucharla en esas dos atesoradas voces fue de ensueño. De su letra, cito apenas esta estrofa:

“Amigos como tú y yo

volverán a juntarse.

La distancia propia un olor

que ni el tiempo deshace.

Compartirán más tarde el sabor

a domingo y nostalgia

y mantendrán a punto el vapor

para las añoranzas.

Es que amigos como tú y yo

son milagros del alma.”

Las emociones se sucedían una tras otra en ese concierto estelar. “Ya al final —en una extrañísima coincidencia con lo ocurrido en el reseñado concierto de Santiago— una interrupción eléctrica volvió a dejar el teatro a oscuras. Poco después se restableció la luz, pero no así el sonido de los equipos. Para sorpresa de todos, Amaury regresó al escenario, presentó excusas al público y, visiblemente molesto, pues no pareció que esto fuera fortuito, prosiguió cantando a capela. Ese gesto conmovió aún más a los presentes, que se pusieron de pie para tributarle un estruendoso aplauso que todavía resuena en mis oídos.

Al día siguiente, con el sigilo habitual en Cuba para este tipo de hechos, el comentario corría de boca en boca en La Habana. Con mi amigo y compañero de viaje descubrimos los encantos de esa ciudad señorial y de su gente. Aunque, todavía espero los discos de Amaury que encargué y pagué a un novel pintor que nos sirvió de guía.

Amaury no es solo un cantautor de extraordinario talento, sino también poeta, guitarrista, escritor y presentador de televisión. Ha musicalizado poemas de José Martí, Pablo Neruda, Nicolás Guillén y Dulce María Loynaz, entre otros. Sus canciones han sido interpretadas por figuras de la talla de Mercedes Sosa, Ana Belén, Omara Portuondo, Cheo Feliciano, entre otros. Su estilo conjuga balada, jazz, rock y sentimiento. En 2023 recibió el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad del Instituto Americano Cultural de México. Y el año pasado lanzó su última producción musical: Amaury Sinfónico, una joya, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba.

Espero que nuestros amigos, el maestro Rafaelito Mirabal y el cantante Pain Bencosme, realicen un tributo a Amaury semejante al exitoso homenaje que recientemente ofrecieron a Silvio en Papito’s Bar Blues & Jazz. Mientras ese anhelo se concreta, me adelanto a evocar la memoria emocional y la trayectoria de un gran artista: Amaury Pérez, cuyas añejas canciones, al escucharlas hoy, nos revelan colores, letras y sonidos nuevos.

José Lorenzo Fermín

Abogado

Licenciado en Derecho egresado de la PUCMM en el año 1986. Profesor de la PUCMM (1988-2000) en la cual impartió por varios años las cátedras de Introducción al Derecho Penal, Derecho Penal General y Derecho Penal Especial. Ministerio Público en el Distrito Judicial de Santiago (1989-2001). Socio fundador de la firma Fermín & Asociados, Abogados & Consultores desde el 1986.-. Miembro de la Comisión de Revisión y Actualización del Código Penal dominicano (1997-2000). Coordinador y facilitador del postgrado de Administración de Justicia Penal que ofrece la PUCMM (2001-2002). Integrante del Consejo de Defensa del Banco Central y de la Superintendencia de Bancos en los procesos de fraudes bancarios de los años 2003-2004, así como del Banco Central en el caso actual del Banco Peravia. Miembro del Consejo Editorial de Gaceta Judicial. Articulista y conferencista ocasional de temas vinculados al derecho penal y materias afines. Aguilucho desde chiquitico. Amante de la vida.

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