Los territorios boscosos son degradados y reducidos continuamente por un avance imparable de la urbanización y de todos los proyectos de agrandamiento, ya sea por expansión económica o la ampliación de carreteras y proyectos industriales.
En las regiones tropicales, los bosques están siendo reducidos, porque la floresta se ve como un simple jardín ornamental que se puede manipular y juguetear al igual que los viejos hedonistas de las fotos en eso lugares que Lévinas señala como: “mi lugar bajo el sol”, pero que son el comienzo de una usurpación, que poco a poco van usar y tirar para darle formas y adecuarlos con el poder de sus tijeras.
El desmonte de la foresta es parte de ese control de acomodar lo urbano y de los negocios ambientales. Eso es lo que siempre le temen los ecologistas, a los empresarios que mercadean con la naturaleza, así como las palabras creativas se quieren controlar con unos diálogos que ilustran los espantosos vacíos de los dramas alucinatorios que evidencian una estética que solo satisface, las cadenas de gustos epocales. La tendencia de estos bucles se ha manejado como un mal necesario, por eso el progreso y el desarrollo es el juego del lenguaje como piensan todos los modernos.
El bosque es inspiración, conocimiento, soporte a muchos ecosistemas y todo lo que lo contiene dentro de sí mismo. El bosque es el cálido cuerpo de la tierra. Es la base para actuar como herramientas para que los botánicos, etnobotánicos o biólogos actúen bajo el marco de una ciencia que hace comprensible y legitima un poder para interpretar el grafo de estos espacios que proporcionan conocimiento.
Desde el 12 de octubre de 1976 se dio personería Jurídica al Jardín Botánico Nacional Dr. Rafael M. Moscoso, bajo la Ley 456 y se inauguró el 15 de agosto de ese mismo año.
Por la institución han pasado importantes biólogos y botánicos, tales como Eugenio de Jesús Marcano, Henry Alain Liogier, Thomas Zanoni, Donald Dod, Francisco Jiménez, Milciades Mejías, Daysi Castillo, Ricardo García y José Pimentel, Luis Marión, Brígido Peguero y Jurgen Hoppe, entre otros. Todos desde el centro de investigaciones del Jardín botánico han realizado un aporte significativo al entendimiento de la flora nacional.
En las manos de la ley y del pueblo dominicano está el defender el Jardín Botánico Nacional Dr. Rafael Moscoso.
La conservación de los entornos naturales y su biodiversidad no es un tema baladí, ya que regulan el clima, disminuyen los gases del efecto invernadero, preservan especies y son el pulmón del planeta.
Este espacio singular del que le hablo (Jardín Botánico Nacional) es un paisaje cultural en sí mismo, no solo por lo que conserva o sirve, sino porque se gestiona una estética de una estancia acogedora y agradable. Para mí suscita una compleja relación con lo efímero de la existencia.
Este Jardín botánico aborda la presencia de la clorofila, el retrato que atestigua un viejo dispositivo de cómo era la isla completamente arborizada, antes de llegar los conquistadores. Así como la describen los cronistas castellanos.
En el jardín Botánico Nacional existen 191 especies de plantas que no tienen cédulas, ni son ciudadanas. Algunas de ellas han sido domesticadas para adecuarlas a jardines, pero otras no, ya que forman parte de las reservas naturales intactas que se protegen en el jardín botánico.
Cabe preguntarle al Ministro de Obras Públicas, por qué quiere quitarle once mil metros cuadrados de extensión territorial, al área frontal que forma parte del área protegida. Alegan la ampliación de una avenida.
Los ingenieros en sus espectáculos de performances hacen furor con los que no tienen derechos individuales. La Ley N0 64-00 protege el área protegida. Sin embargo, eso puede fracasar según las necesidades de las autoridades públicas. Es decir, hasta llegar a la puerta de la casa presidencial, todo puede cambiar con un simple decreto.
Bajo la sombra de los excluidos, está la naturaleza. En la República Dominicana, no tiene un marco legal que la reconozca como un sujeto de derecho. Tal cómo se protege a los seres humanos. Es vista como un recurso ecológico público o un bien mercadeable. No me extrañaría que se destruyera la verja perimetral, se le pasará la podadora, a todo los árboles que ocupan el área referida. Esa es la añoranza de los ingenieros de Obras Públicas para resolver sus problemas de ampliación de la Avenida República de Colombia.
No estudié ingeniería, pero deben existir otros medios para no tocar ese patrimonio natural del país. Yo hago un llamado a todos los ambientalistas, académicos e interesados en conservar este pulmón de la capital de Santo Domingo para que se detenga esta disposición institucional.
No podemos permitir que ciertos particulares violen la Constitución y la ley ambiental. Ni hacer silencio. El escenario de estos extraños juegos de poder, no son un dispositivo pictórico, ni una esporádica voltereta de ingenieros. El Jardín Botánico Nacional tiene una memoria que no será fracturada por los juegos de una muy mala gestión urbana y de mala planificación vial.
En las manos de la ley y del pueblo dominicano está el defender el Jardín Botánico Nacional Dr. Rafael Moscoso. Queda expuesta nuestra demanda al señor Presidente de la República Dominicana y al Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
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