Durante el sueño, el cerebro no se apaga, sino que se vuelve mucho más activo. En tal sentido, la forma como cerramos el día influye en las cosas que haremos el día siguiente.
Durante el sueño, el cerebro descansa, filtra y fija los aprendizajes nuevos, organiza los recuerdos, elimina las toxinas y restaura las conexiones neuronales. No obstante, la restauración cerebral, dependerá de las cosas que hace una persona antes de irse a dormir.
Como se sabe, el cerebro es autónomo y tiene una conexión perfecta con el tubo digestivo, el cual funge como el segundo cerebro. En tal sentido, antes de irnos a dormir, las personas debemos preparar el cerebro pasa que ejerza eficientemente su función de eliminar toxinas, filtrar y reparar las áreas cerebrales afectadas.
Según sabemos los especialistas en higiene y salud mental, el cerebro necesita los alimentos básicos y un ambiente adecuado para poder iniciar su proceso de limpieza y regeneración durante el sueño. Si el cerebro no recibe la seguridad necesaria para relajarse, entra en modo de sobrevivencia, paralizando todas las funciones vitales que deberían ocurrir durante el sueño.
Por su parte, la neuropsicología compara el cerebro como una biblioteca en la que, una área de dicha biblioteca se encarga de archivar los libros nuevos, otra área repara los libros viejos; mientras que, otra área limpia las estanterías durante el sueño, por lo que el bibliotecario la energía, las herramientas y las condiciones necesarias para poder realizar su función eficientemente.
En tal sentido, si las personas privamos al cerebro de los nutrientes esenciales y no le ofrecemos seguridad, en lugar archivar, filtrar y regenerarse, el cerebro entra en modo de emergencia, se protege y trata de sobrevivir.
Por lo visto en el párrafo anterior, lo ideal sería que el cerebro reciba un caldo ligero y tibio, preferiblemente una hora antes de irnos a dormir. Además, conviene que las personas estiraremos las piernas y los brazos, meditemos, escuchemos buena música y, además, alejarnos de las pantallas con movimiento, luz y sonido una hora antes de irnos a dormir.
Además, si el cerebro no recibe la señal de que todo lo que el necesita está disponible, este no se relaja y tampoco inicia su función de filtrar, limpiar, fijar los aprendizajes y regenerarse durante el sueño. Como órgano vital, el cerebro necesita establecer una rutina nocturna de relajación, lo que le envía un mensaje al sistema límbico indicándole que todo está listo para que el cerebro inicie su función de limpieza y regeneración.
Como se sabe, el sistema límbico es el responsable de la regulación emocional, la memoria y la supervivencia. Si el cerebro no recibe las señales del sistema límbico, este se mantendrá en modo de vigilancia, por lo que la persona se despierta a las dos o a las tres de la madrugada, confunda y sin haber descansado.
En tal sentido, los especialistas en higiene y salud mental sabemos, que los rituales regulares antes de irnos a dormir, reducen el cortisol, estabilizan la variabilidad de las frecuencias cardiacas y aumentan la actividad parasimpática, lo que crea las condiciones idóneas para la consolidación de la memoria y la reparación neurológica del organismo humano.
También sabemos que, después de los 60 años, el cerebro se vuelve más sensible, el flujo sanguino se ralentiza, las hormonas cambian y el cuerpo entra en catabolismo más rápido, lo que descompone o deteriora los tejidos, incluyendo el tejido cerebral.
Por su parte, si el cerebro percibe que no existen las condiciones que el necesita para realizar sus funciones, este se protege y drena toda su energía y vitalidad, por lo que antes de irnos a dormir, las personas debemos subministrarle la energía que este necesita y, además, crear un ambiente de armonía y paz entre el cuerpo y la mente.
No obstante, antes de irnos a dormir, las personas no debemos consumir, entre otros, azucares, café, té, gaseosas, alimentos fríos o cualesquier otros alimentos ultraprocesados, ya que estos alimentos interfieren en la producción de melatonina y mantienen al cerebro en modo diurno.
Asimismo, antes de irnos a dormir, las personas de 60 años o más debemos apagar las pantallas y encender una vela, abrir una ventana para que entre aire fresco, así como respirar suavemente. Según nos consta, sólo 5 minutos de respiración suave dispara el sistema nervioso parasimpático, lo que reduce el cortisol y ralentiza el ritmo cardíaco.
Por otro lado, la gratitud es una palabra pequeña, pero las personas que practican este gesto antes de irse a dormir, se relajan, experimental menos estrés, ansiedad, depresión, duermen mejor, tienen una mejor memoria y, a su vez, son más solidarios y compasivos al día siguiente.
Finalmente, antes de irnos a dormir, las personas deberíamos escribir una lista de gratitud, lo que le envía un mensaje al cerebro que ya es hora de soltar, relajarse y asumir su modo nocturno de filtración, limpieza, fijación de los aprendizajes y su regeneración.
“Un exterior saludable, comienza en tu interior” (Robert Urich).
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