Los números redondos tienen esa magia de las puertas antiguas. No sólo te abren o te plantean misterios sobre qué habrá después: también su material es un amplio texto.

Limpiando papeles me topé con una fecha mágica en mi vida: el 14 de julio de 1975, hace ya ¡50 años!

Ese día en el periódico el vespertino “Nacional de ¡Ahora!” el periodista Pascal Peña Peña publicó en su columna “Diálogo urgente” una entrevista que me había hecho la semana anterior, en las condiciones más raras. Era la noche en que José Alcántara Almánzar ponía en circulación su libro de cuentos “Callejón sin salida” y yo con mis preguntas lo puse en zozobra, por no decir que le dañé el acto. Para entonces se estilaba un turno de las preguntas del público, y en ese instante aproveché para lanzarle un cohete que todavía le sigue explotando al escritor dominicano: “por qué no usaba la palabra ‘coño’ o cosa parecida en sus cuentos”.

Creo que desde 1975 y por lo menos hasta 1977 no perdí un solo acto de puesta en circulación en Santo Domingo por la sencilla razón de que entonces ¡se regalaban esas obras!

Como siempre he sido un perfecto aliado de la pobreza, el no poder adquirir esos textos con mis magros bolsillos me llevaba a ir a esos actos, y cuando no podía conseguirlos allí, entonces le preguntaba directamente a los escritores de “si me podían regalar sus obras”.

Desde entonces me resultaba risible la palabra “humilde” como sinónimo de pobreza. Cuando alguien se refería a mí como un niño “humilde” por lo general lo corregía y le decía que no, que como diría luego mi profesora Altagracia Lockward, yo era “cínico, pedante y burlón”.

En 1975 recién había salido de la Iglesia Pentecostal Dominicana y mi voracidad por el saber me llevaba a visitas que ahora hasta me avergüenzan. Comencé a hacerle yuca a Marcio Veloz Maggiolo, a Frank Moya Pons, ¡hasta visitaba a Don Emilio Rodríguez Demorizi, cuya esposa, doña Silverita, una vez hasta me dejó pasar a la sala de su casa, acto insólito!

Ahora que vuelvo a esta entrevista con Peña Peña, me sigo viendo haciendo los duros trabajos del equilibrista, entre lo que entiendes es tu verdad en el pensamiento y los papeles de buena conducta que debes realizar.

Lamento ahora haberle dañado su acto a José Alcántara Almánzar, de quien quise entonces ser amigo.

Pero ya no seguiré situándome en el diván de Freud ni seguiré aireando este ego mío que ha veces no me cabe en una caja de fósforo. Whitmaneamente, diré finalmente, que también “me celebro y me canto”, porque al final, como todos, tendré derecho a la palabra. O mejor dicho, derecho a compartir esta entrevista.

Si de algo puedo alegrarme en los 50 años que han pasado desde entonces, es mi alegría de seguir arriesgándome por aquello entiendo que son mis verdades, que asumidas a lo Nietzsche, siempre serán relativas, frágiles, pasajeras, seguramente inútiles, como tantas cosas en esta vida.

Los dejo aquí con la transcripción de este “Diálogo urgente”.

 Diálogo urgente

Miguel, 13 años, ¿escritor?

Miguel Mena Alcántara, 13 años de edad, asiste a todos los actos culturales, preferentemente aquellos en los cuales se hace la presentación de un libro recién nacido. El jovencito es la admiración del público —en otros más que admiración es sorpresa — porque en el turno de preguntas al autor, Miguel es el primero en demostrar inquietud con sus acertadas preguntas. El chico en los actos que hemos tenido oportunidad de escucharlo, ha centrado su interés en asuntos, como los nue­vos modos de escribir, el ingreso “de las malas palabras” en la novela, el uso de temas autóctonos, etcétera. Es natural que Miguel sea medido por pautas sociales y hasta algunos lleguen a decir que “no es normal’’ el atrevimiento del chico por saber cosas a esa edad… Los moldes están incrustados y no se debe salir del mismo pero Miguel se sale y en este diálogo urgente nos brinda la “verdad” de su aspiración

—¿Qué estudias ac­tualmente?

— Estudio en el octavo curso

—¿Dónde naciste?

—En Santo Domingo

—Vamos a ver. Te he visto en algunos actos culturales. Veo que siempre te atreves a preguntar. ¿Por qué asistes a estas cosas?

—Bueno, porque me gusta aprender… porque me gusta conocer escritores para así conseguir libros… y para in­formarme de los adelantos culturales de nuestro país y del extranjero.

(Miguel es conocido por varios escritores. Estamos en el salón de actos del Centro Cultural Dominicano. Ha finalizado la puesta en circulación del libro Callejón sin Salida del profesor Alcántara Almánzar. El doctor Virgilio Díaz Grullón, saluda con afecto a Miguel).

—¿Cómo se llama el liceo donde cursas el octavo?

—En el liceo Estados Unidos

—¿Por qué en los actos culturales te atreves a preguntar?

—Bueno, porque me gustaría más aprender hablar más directamente con el autor…

—¿Te gusta la literatura?

—Me encanta mucho ¡Me encanta mucho!

—¿Solamente la literatura o el arte en general?

—Me gustan todas las artes, pero principalmente la li­teratura…

—¿Cuál es tu edad?

—Tengo trece años

—¿Quién te acompaña a estos actos?

—Yo vengo solo siempre.

—Pero, ¿tu papá sabe qué haces preguntas a los escritores?

—Bueno, yo solamente se lo digo a mi mamá porque mi papá murió.

—En el liceo, ¿cuál es la asignatura que más alta nota ha obtenido?

—En Historia y Lengua española

—¿Cómo se llaman tus profesores en esas asignaturas?

—En Lengua española la profesora Salomé de Gerardo, y en Historia, profesora Rebeca de Brea.

—¿Cuáles autores dominicanos has leído?

—El libro de Juan Bosch, “Cuentos Escritos en el Exilio”; “Lengua y Folklore en Santo Domingo”, de Emilio Rodriguez Demorizi; “El Ilustre Loco”, también de él: y otros que no recuerdo.

—En este acto, preguntaste sobre la forma de escribir de Virgilio Díaz Grullón… ¿Has leído “Mas allá del Espejo”?

—Bueno, sí, yo lo leí él me lo envío por correo.

—¿Cuál es el problema que más te agobia en el campo li­terario?

—Bueno…  que se debería revolucionar más en la li­teratura ya no usar la temática antigua cambiar el modo de usar los vocablos y en el fondo

—¿Has leído la novela “De Abril en Adelante”? No la he leído por el dinero principalmente.

—Entonces, ¿por qué te inquietan las “malas palabras” en algunas obras literarias?

—Malas palabras, no. dichos populares… que yo no diría que son malas palabras…

—¿Cuál obra te ha gustado más de las leídas recientemente?

—“Cuentos Escritos en el Exilio”, y ese de “Mas allá del Espejo”.

—¿Quieres ser escritor?

—Me gustaría mucho

—Entre historiador y escritor, ¿qué prefieres?

—Me gustaría ser las dos cosas…

—¿Tienes escrito algún libro?

—Bueno, yo estoy más o menos, preparando un libro iné­dito… sobre cuentos folklóricos… Tengo varios…

—¿Estás seguro que esa línea literaria es la que te gusta?

—Bueno, sí, porque me gusta trasmitirme con el pueblo…

—¿Te gusta más el cuento o más la novela?

Sí, más el cuento…

Este es Miguel. 13 años, ¿escritor? No sabemos lo que será es joven dominicano que a los 13 años recibe libros de los es­critores destacados y les hace preguntas. Pero, ¿no hizo preguntas una vez a los doctores un chico llamado Jesús? ¿Se perderá Miguel un día y su mamá lo encontrará reunido con doctores en las aulas académicas?

Miguel D. Mena

Urbanista

Editor, docente universitario y urbanista

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