-Porque: La inseguridad ante la falta de orden es crítica, solo para quienes la padecen.
Hay hombres que llevan dentro
un dictador o un anarquista.
Otros, llevan un esclavo o
un alcahuete. Clemens.
Muchas veces caigo hasta en lo absurdo, al pretender que algunas personas piensen con lógica, pero, aun así, me conformaría con que al menos pensasen, convencido como estoy de que, no hay mal que dure cien años y mucho menos, cuerpo que lo resista. Es la razón por la cual, hoy, he llegado a un nivel tal de poder disimular, que hasta en ocasiones, yo mismo me asombro. He llegado hasta a poder reprimir la reacción espontanea ante un hecho insospechado o inesperado y permanecer como si no lo viese o sintiese, incólume ante la realidad que se presenta.
Y es que, tarde o temprano, tenemos que enfrentarnos a la cruel realidad con la cual nos hemos pasado el tiempo ignorándola o jugando con ella. Tanto se ha diversificado la cosa que podríamos iniciar por la delicada cuestión de los “amigos” y más, si son políticos o adláteres de los mismos, que más bien, son conocidos de “confianza”, seres que solo conocen el valor del peso, sin detenerse siquiera a valorar lo que intrínsicamente significa la amistad y, es de ahí, que cada día, como árbol que al llegar la primavera se despoja de sus hojas, debemos de alejarnos más de esos “conocidos”, reduciéndolos al extremo de que, los dedos de una mano nos den y sobren para contar lo que consideremos como amigos.
Por igual ha sucedido con los políticos, más descaradamente en los últimos lustros, donde ya ninguna de sus acciones nos sorprende o asombra y, donde parte del pueblo se ha dedicado a esperar la aparición de algún predestinado -aunque no ha tenido suerte con esto-, que se haga cargo de la situación política corrupta, inepta, privilegiada, irresponsable y criminal, que ya se ha convertido en una eterna frustración en la espera de algún cambio que en realidad favorezca a la gran mayoría, sin necesidad de estarles regalando el erario, que al final, por más que se maneje la propaganda o publicidad, no se convierte en ningún progreso, ya que, “a lo dao” hagámosle fiesta.
Sé que somos muchos que nos negamos a aceptar la resignación ante estos hechos que, amparados en un mal concepto de la democracia, nos hacen aceptar bajo otro errado concepto de justicia o legalidad y, muy por el contrario, lo que están logrando con estas acciones, es que resucite el espíritu rebelde que siempre ha existido en el corazón de los buenos dominicanos y que ha costado tanta sangre malograda por las acciones que malos políticos han engendrado y desarrollado.
El algún momento leí o escuché, que aquellos que tienen miedo nunca aprenden y es, precisamente por eso, por lo que no tienen derecho a exigir, pero, por nuestra parte, las experiencias obtenidas tratando las intimidades de estos políticos, de saber de lo que son capaces de hacer a espaldas de todo lo imaginable -al estilo del doctor merengue-, sin miedo alguno, esto nos hacen recelosos a la hora de escuchar lo que a ellos les da por llamar “sus verdades”.
Hoy, en medio de la mediatización de nuestros esquemas patrióticos -no patrioteros-, tenemos que asistir a la peor degradación cívica, moral y ética que jamás hallamos sufrido, donde ya, no es solo el poder de una clase dominante, degradada hasta sus cimientos, la que nos viene manejando a su antojo apoyados en su poder económico, donde muchas de esas riquezas aún huelen a la tiranía, si no, por una peste humana de peor calaña, compuesta por clanes sindicales, profesionales o no, narco-lavadores, narcos-faranduleros y otros no menos indecorosos, donde solo prima la obtención de dinero.
Y nos referimos a los dueños de bancas de apuestas que los políticos se han encargado de que operen cual animal pastando por la pradera y, todo esto, por no querer entender en la búsqueda de votos y su accionar clientelista con los pobres padres de familia, que, si la solución para un problema genera otros, entonces no es la solución que estabas buscando. Así nomás. ¡Sí señor!
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