Han pasado 66 años desde aquel histórico 14 de junio de 1959, cuando un grupo de valientes combatientes arribó a suelo dominicano con la esperanza de acabar con una de las dictaduras más crueles de América Latina: la de Rafael Leónidas Trujillo. La expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo marcó un punto de inflexión en la historia nacional, no solo por su impacto político inmediato, sino también por el legado de dignidad y resistencia que dejó sembrado en las futuras generaciones. Aunque fracasó en el plano militar, esta gesta heroica se consolidó como una victoria moral que encendió la llama de la lucha interna contra el régimen.
Durante más de tres décadas, el régimen trujillista se impuso sobre la República Dominicana mediante la represión, el miedo y el culto a la personalidad. En ese contexto, diversos intentos de derrocamiento surgieron desde el exilio, entre ellos la expedición de Cayo Confites en 1947 y el desembarco de Luperón en 1949. No obstante, fue en 1959 cuando se articuló el esfuerzo más contundente, inspirado en el reciente triunfo de la Revolución Cubana y la efervescencia revolucionaria que recorría América Latina.
El Movimiento de Liberación Dominicana logró reunir a más de 260 combatientes dominicanos, cubanos, venezolanos, puertorriqueños y de otras nacionalidades entrenadas en Cuba con apoyo de Fidel Castro. Bajo el liderazgo de Enrique Jiménez Moya, Delio Gómez Ochoa y José Horacio Rodríguez, la expedición se dividió en dos frentes: un grupo aéreo que aterrizó en Constanza el 14 de junio, y dos grupos marítimos que intentaron desembarcar en Maimón y Estero Hondo cinco días después.
La reacción del régimen fue implacable. Los expedicionarios fueron recibidos por fuego militar, perseguidos y, en la mayoría de los casos, asesinados. Sin embargo, su sacrificio despertó la conciencia nacional y mostró que había dominicanos dispuestos a dar la vida por la libertad. De esta semilla nació el Movimiento 14 de Junio, organización clandestina que canalizó el fervor patriótico hacia una resistencia interna más estratégica y sostenida.
Un ejemplo emblemático de ese compromiso fue Juan de Dios Ventura Simó, piloto desertor de la Aviación Militar Dominicana, quien abandonó su vida estable, su familia y su país para unirse a la causa revolucionaria. Fue capturado, brutalmente torturado y asesinado por el régimen, su cuerpo desaparecido como intento de borrar su ejemplo. Pero su nombre, como el de tantos mártires, vive en la memoria colectiva del pueblo dominicano.
A más de seis décadas de aquella epopeya, la expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo sigue siendo un símbolo vivo de resistencia frente a la opresión. No se trató de una simple operación militar, sino de una manifestación profunda de dignidad humana ante el autoritarismo. Aunque no lograron derrocar al tirano, sí lograron desmitificar su invulnerabilidad y sembrar el germen de su caída, que se concretó en 1961. Su legado fue, y continúa siendo, la conciencia histórica sobre la cual se han levantado las luchas democráticas del país.
Hoy, la memoria de esta gesta nos interpela profundamente. ¿Qué sentido tiene recordar la expedición del 14 de junio si no reflexionamos sobre el país que estamos construyendo en el presente? ¿Cómo podemos honrar el sacrificio de aquellos héroes en una sociedad que aún enfrenta desigualdad, impunidad y amenazas a las libertades fundamentales? ¿Es suficiente limitarse a actos conmemorativos o necesitamos asumir una responsabilidad activa como ciudadanos comprometidos? ¿Estamos realmente defendiendo los valores democráticos por los que ellos lucharon? ¿Y cómo contribuimos, desde nuestras acciones cotidianas, a forjar una nación más justa, participativa y solidaria?
En tiempos donde lo inmediato desplaza lo histórico, recordar la expedición del 14 de junio es un acto de resistencia cultural. Es afirmar que la libertad no es un regalo, sino una conquista; que tenemos una deuda ética con quienes entregaron su vida para que hoy podamos ejercer derechos que ellos jamás pudieron disfrutar. Porque mientras haya memoria, habrá esperanza. Y mientras recordemos a los expedicionarios del 14 de junio, ningún régimen podrá someter por completo el alma dominicana.
Referencias bibliográficas:
Cassá, R. (1998). Historia social y económica de la República Dominicana (Tomo II). Santo Domingo: Editora Alfa y Omega.
Deláncer, J. (1979). Primavera 1959: Constanza, Maimón y Estero Hondo. Santo Domingo: Amigo del Hogar.
Franco Pichardo, F. (2009). Historia del pueblo dominicano (8.ª ed.). Santo Domingo: Editora Taller.
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