El presidente Donald Trump afirmó este lunes 22 de septiembre que existe un vínculo entre el autismo y el consumo de paracetamol o acetaminofén, distribuido comercialmente en EE. UU. como Tylenol. La declaración contradice a gran parte de la comunidad científica y médica que afirma que, aunque algunos estudios apuntaron a cierta relación, no hay evidencias concluyentes y el medicamento sigue siendo seguro.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó el lunes 22 de septiembre de manera vehemente —y sin presentar evidencias científicas— que existe un vínculo entre el número creciente de casos de autismo en el país y el consumo de acetaminofén o paracetamol, un analgésico que se distribuye bajo el nombre comercial de Tylenol.
El anuncio ocurre al mismo tiempo en que se publica un esperado informe sobre las posibles causas del autismo, un tema al cual el mandatario y los seguidores del movimiento de derecha MAGA han dedicado interés en los últimos años.
“No tomen Tylenol”, aconsejó Trump a las embarazadas una docena de veces durante la caótica conferencia de prensa en la Casa Blanca, instando también a las madres a no darles a sus bebés el medicamento, conocido por el nombre genérico de acetaminofén. El mandatario, que durante la pandemia del Covid-19 promovió teorías desacreditadas y sin sustento científico sobre las vacunas, instó a realizar cambios importantes en las inmunizaciones estándar que se administran a los bebés.
El presidente estuvo acompañado por el secretario de Salud, Robert F. Kennedy, Jr., y otros funcionarios del Gobierno. El anuncio del líder republicano estuvo plagado de consejos radicales y sin fundamento, en medio de la cruzada de la Casa Blanca, que se comprometió a revolucionar la salud en el país. Pero también ante la preocupación de la comunidad científica, médica e investigadores, por las iniciativas de la Administración, que contradicen décadas de consenso médico.
“Hay un rumor, y no sé si es cierto o no, de que en Cuba no tienen Tylenol porque no tienen dinero para comprarlo. Y prácticamente no tienen autismo”, dijo Trump, en lo que quizás fue una de las afirmaciones más escandalosas. “Los amish, por ejemplo. Prácticamente no tienen autismo”, agregó sobre la comunidad étnicoreligiosa conocida por desplazarse en carruajes halados por caballos y por su rechazo a la tecnología.
El autismo no se considera una enfermedad. Es una condición del desarrollo compleja, más conocida como trastorno del espectro autista (TEA), que afecta a diferentes personas de diferentes maneras. Puede incluir retrasos en el lenguaje, el aprendizaje o las habilidades sociales y emocionales. En algunos casos, el autismo profundo significa no poder hablar y tener discapacidades intelectuales.
Los diagnósticos de autismo en los Estados Unidos han aumentado en los últimos 25 años y esto, según expertos, se debe a dos razones principales. Primero, la definición de autismo se amplió a medida que los científicos ampliaron su comprensión de su amplia gama de rasgos y síntomas. Eso condujo a cambios para diagnosticarlo y a mejoras en la detección. Por otro lado, los padres buscaban cada vez más un diagnóstico a medida y las escuelas comenzaron a ofrecer educación que esperaban que pudieran ayudar a sus hijos.
Comunidad científica: “peligroso”, “poco científico” y “lleno de información errónea”.
Grupos médicos, como el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos, llevan mucho tiempo citando el paracetamol o acetaminofén, el ingrediente principal del Tylenol, como uno de los analgésicos más seguros para tomar durante el embarazo.
Arthur Caplan, director de la división de ética médica de la Universidad de Nueva York, calificó la declaración de Trump de “peligrosa”, “anticientífica” y “llena de información errónea”.
“Me preocupa que las mujeres embarazadas se sientan culpables si toman Tylenol. Van a sentir que han defraudado a sus bebés. Van a sentir que han actuado de forma poco ética al intentar tratar la fiebre. Eso no es justo, y no es algo que nadie debería sentir”, declaró Caplan a la AFP.
Steven Fleischman, presidente del Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos, afirmó el lunes que las sugerencias de que el uso de Tylenol durante el embarazo causa autismo son “irresponsables si se tiene en cuenta el mensaje perjudicial y confuso que transmiten a las pacientes embarazadas”.
Fleischman teme que las afirmaciones sobre el Tylenol aterroricen a las futuras madres y a los padres de niños con autismo. “No quiero que miren atrás y se digan: 'No debí haber hecho esto, no debí haber hecho aquello'. No es nada que hayas hecho. De verdad que no lo es”, dijo. “No tratar la fiebre probablemente tenga más efectos adversos de los que preocuparse que tomar la medicación”.
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Kenvue, el fabricante de Tylenol, el medicamento más vendido con paracetamol, dijo el lunes que “discrepa totalmente” con la sugerencia del presidente Donald Trump de que su medicamento puede causar autismo. La empresa afirmó en un comunicado que “la ciencia demuestra claramente que tomar paracetamol no causa autismo”.
La empresa se remitió a revisiones científicas realizadas por múltiples organismos reguladores gubernamentales de todo el mundo, incluidas las publicadas anteriormente por la autoridad de medicamentos y alimentos de EE. UU. (FDA). Las acciones de Kenvue Inc. cayeron un 7,5 % en la sesión bursátil del lunes, lo que redujo el valor de mercado de la empresa en unos 2.600 millones de dólares.
Trump promovió nuevamente un discurso antivacunas
Trump y Kennedy —que también es un escéptico declarado de las vacunas— llevan tiempo sugiriendo que las vacunas podrían estar influyendo en los casos de autismo, una teoría que ha sido desacreditada por docenas de estudios científicos.
Trump también instó a espaciar más las vacunas infantiles, que han sido la piedra angular de los programas de salud pública en todo el mundo durante décadas, antes de añadir:
“No soy médico, pero estoy dando mi opinión”.
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Desviándose del tema de las vacunas, Trump también tenía sus propias teorías. Insistió en que los niños no deberían vacunarse contra la hepatitis B hasta los 12 años, en lugar de hacerlo poco después del nacimiento, y afirmó: “La hepatitis B se transmite por vía sexual. No hay razón para vacunar contra la hepatitis B a un bebé que acaba de nacer”.
Trump añadió que a los niños se les estaba administrando “demasiado líquido” al vacunarlos contra enfermedades potencialmente mortales, repitiendo un argumento frecuente de los detractores de las vacunas. ”Les inyectan tantas cosas a esos hermosos bebés que es una vergüenza”, dijo. “Parece que les estuvieran inyectando a un caballo”.
Con Reuters, AP, AFP y EFE.
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