El único del Gobierno de Emmanuel Macron que se ha mantenido en su cargo desde 2022, Sébastien Lecornu, se convirtió este 9 de septiembre en el nuevo jefe de Gobierno de Francia. El hasta ahora ministro de Defensa está llamado a juntar las piezas de un parlamento quebrado y sacar adelante, entre otras cosas, los presupuestos generales, asunto que precipitó la caída de sus antecesores.
El presidente Emmanuel Macron anunció su elegido para suceder a François Bayrou, solo cinco horas después de que este oficializara su dimisión, forzada por el fracaso de la moción de confianza que él mismo convocó para el 8 de septiembre.
Sébastien Lecornu, de 39 años, tendrá pocas semanas para coser un parlamento roto, antes de su primera prueba de fuego: los Presupuestos Generales que se suelen tramitar en octubre.
El presidente “le ha encargado consultar a las fuerzas políticas representadas en el Parlamento con vistas a adoptar un presupuesto para la Nación y construir los acuerdos indispensables para las decisiones de los próximos meses”, explica un comunicado emitido por la Presidencia.
El pragmatismo para negociar y el tono mediador que se le atribuye a Lecornu lo perfilan como el fontanero que buscan en el Elíseo para unir a las fuerzas parlamentarias.
El nuevo primer ministro cuenta con posibilidad de diálogo con un amplio espectro del hemiciclo, especialmente entre la derecha moderada y radical, si bien sus cenas con la líder de la ultraderecha, Marine Le Pen, le han suscitado algunas críticas. Le Pen lo ha definido este martes como “el último cartucho del macronismo”.
Lecornu fue elegido alcalde de Vernon en 2014 y senador por un breve periodo de tiempo en 2017, antes de entrar en el Gobierno. A finales de 2024, estuvo a punto de convertirse en primer ministro tras la caída de Michel Barnier, pero Bayrou le ganó la pugna.
Antes de ser designado como primer ministro, Lecornu se encargó de cuatro carteras distintas: Transición ecológica (como secretario de Estado), Cohesión territorial (encargado de colectividades), Ultramar y Defensa —cargo en el que ha estado desde 2022—.
Como jefe de las Fuerzas Armadas, impulsó la nueva Ley de Programación Militar 2024–2030, que contempla la mayor inversión militar francesa desde la Guerra Fría: 413.000 millones de euros destinados a la modernización y al refuerzo de las capacidades del Ejército, motivado por el estallido de la guerra en Ucrania.
En reiteradas ocasiones ha abogado públicamente por el aumento del gasto en defensa, una idea asimilada en los últimos meses por algunos gobiernos europeos como consecuencia de la presión de Donald Trump a los socios de la OTAN para que destinen hasta un 5% del PIB a este rubro.
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El nombramiento de Lecornu como secretario de Estado en 2017, durante el segundo gobierno de Édouard Philippe, marcó su ruptura con Los Republicanos y su adhesión a Renacimiento, el movimiento de Macron. Ha mantenido un perfil modesto ante la prensa, mientras se convertía en uno de los hombres imprescindibles del presidente.
En esa senda, ocupó en 2018 un puesto de responsabilidad en asuntos territoriales, que lo obligó a enfrentar la revuelta de los chalecos amarillos. Entonces, fue uno de los dos ministros encargados de coordinar El gran debate nacional, convocado por Macron para intentar apaciguar la protestas.
Así, Lecornu recorrió el país para supervisar cientos de reuniones locales con alcaldes y ciudadanos en todo el país, destinadas a escuchar quejas y propuestas sobre fiscalidad, servicios públicos, organización territorial y transición ecológica.
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En 2021, cuando ya era ministro de Ultramar y en medio de la pandemia de Covid-19, tuvo que enfrentar levantamientos populares en territorios ultramarinos como Martinica y Guadalupe —este último también por una cuestión de autonomía—.
Ascenso discreto hasta la cúspide del poder
Sébastien Lecornu nació el 11 de junio de 1986 en Eaubonne —una comuna francesa al norte de París—, como el único hijo de una secretaria médica y de un técnico de la industria aeronáutica.
Su infancia transcurrió en una escuela católica, por lo que Lecornu estuvo muy cerca de ponerse los hábitos de monje en la abadía benedictina de Saint Wandrille, como confesó en una entrevista en la televisión pública francesa.
“En un momento de mi vida, en la adolescencia, durante un período de discernimiento, un período muy íntimo, a los 16 años, pensé en ser monje”, contó, en uno de los raros fragmentos en los que se permitió hablar de su vida privada.
Influido por uno de sus abuelos, antiguo resistente contra la ocupación nazi y seguidor del general Charles de Gaulle, Lecornu se afilió al partido conservador UPM (el antecesor del Los Republicanos). Allí pasó a ser colaborador parlamentario del diputado Franck Gilard con solo 19 años, un récord de precocidad en la época y una constante en su biografía.
Acto seguido, Lecornu se convirtió en el asesor ministerial más joven del Gobierno de Bruno Le Mairey y, en 2015, elegido el presidente más joven del consejo departamental de Eure.
Diez años después, Lecornu consolida su ascenso en las instituciones con la designación repentina de Macron. Ahora deberá poner en práctica la locuacidad y disciplina que la atribuyen sus colaboradores para poner fin a la inestabilidad que lo catapultó hacia el poder.
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