El presidente electo de Chile, José Antonio Kast, empieza a dar luces de lo que será la política exterior chilena con él a cargo.
Este 16 de diciembre, el recién elegido mandatario de ultraderecha se pronunció sobre uno de los asuntos geopolíticos más polémicos en la región hoy por hoy: la tensión entre Estados Unidos y Venezuela. Kast dijo que, a pesar de que no le corresponde a su país solucionar la crisis, “lo que haga” Washington a futuro contará con el “apoyo” de Santiago de Chile.
El político, que mantiene un discurso ultraconservador, aseguró que apoya “cualquier situación que termine con una narcodictadura”, en referencia al Gobierno del chavista Nicolás Maduro. “Nosotros claramente no podemos intervenir en eso, porque somos un país pequeño, pero somos víctimas del terror que implica tener una dictadura", añadió el mandatario electo desde Buenos Aires.
También dijo que una eventual intervención estadounidense en suelo venezolano solucionaría “a todo Latinoamérica, a todo Sudamérica, un problema gigantesco, incluso a países de Europa”.
"Maduro se robó las últimas presidenciales en Venezuela"
El ultraderechista también aprovechó la ocasión para cuestionar el resultado de los comicios presidenciales del año pasado en Venezuela. Luego de las votaciones del 28 de julio de 2024 en la nación caribeña, el Consejo Nacional Electoral de ese país declaró ganador a Maduro, a pesar de que el oficialismo nunca presentó las actas de votación que sustentaran dicho resultado y con la denuncia de la oposición de fraude y falta de legalidad en el proceso electoral.
"Las reglas internas de Venezuela son claras: hubo una elección democrática y alguien se la robó, y ese alguien es el señor (Nicolás) Maduro. No tiene la legitimidad democrática para ejercer como pseudopresidente de esa nación. Esto requiere un acuerdo internacional, que es evidente. Se robaron una elección”, dijo el líder chileno, que también cuestionó lo que han hecho al respecto los organismos en la región: “¿qué dicen los organismos internacionales?”.
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Kast también apuntó que el chavista está negando la entrada a los migrantes venezolanos que quieren regresar a su país, una medida que a su juicio se debe a que prefiere que se queden en el extranjero y continúen enviando remesas a sus familiares.
Un corredor de deportación: propuesta para frenar la migración
A propósito de los flujos migratorios, el presidente electo llegó al poder con un discurso de mano dura, al estilo del estadounidense Donald Trump. Kast promovió durante su campaña medidas como la construcción de muros y vallas en las fronteras, el uso de la violencia contra el narcotráfico, una reducción millonaria del gasto público y la expulsión masiva de migrantes irregulares que se encuentren en Chile.
Este 16 de diciembre, el líder conservador propuso crear un “corredor humanitario de devolución de estas personas a sus respectivos países”.
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Para el próximo huésped del Palacio de la Moneda, la migración “ha afectado gravemente a nuestra nación, que tenía un nivel de desarrollo económico importante, lo cual la hace atractiva a muchas personas que vienen huyendo de países que han destruido su economía y que vienen de ahí porque no tienen destino".
Agregó que, según su balance, de los dos millones de personas en condición de tránsito migratorio que hay en Chile al menos 300.000 están en situación irregular.
En otro momento de la rueda de prensa durante la cual dio estas declaraciones, aclaró que en su primer día no va a expulsar a estos cientos de miles de personas, “porque es evidente que no hay capacidad para hacer eso”.
En cambio, la invitación es que “si alguien quiere estar en Chile y está en situación irregular, tome sus cosas, se vaya y después postule a ingresar de nuevo con todos los papeles en regla, como corresponde".
Una postura que toma fuerza en América
Todos estos planes ya están siendo conversados con los presidentes de Bolivia, Perú, Ecuador, Panamá, Costa Rica y El Salvador; países que también han endurecido sus políticas migratorias.
El plan migratorio de Kast, denominado ‘Escudo Fronterizo’, defiende la instalación de muros de más de cinco metros de altura, zanjas, drones con reconocimiento facial y radares térmicos. Esa hoja de ruta ha sido comparada por sus claras similitudes con la política de Trump, llevada a cabo en Estados Unidos por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
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El proyecto antiinmigración también defiende el uso de la fuerza del Estado en sus fronteras, sanciones a los empleadores que contraten migrantes irregulares y la prohibición del alquiler de viviendas a estas personas.
Con EFE y medios locales
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