Después del conflicto con Israel, Irán ha acelerado las expulsiones de afganos en situación irregular. Desde junio, más de 256.000 personas, incluyendo mujeres y niños, han sido deportadas, marcando un récord en la política de devoluciones masivas aplicada por Teherán. Además, las autoridades iraníes han acusado a varios afganos de actividades de espionaje.

Las expulsiones de afganos se intensifican en Irán. Más de 256.000 afganos han sido expulsados desde principios de junio y, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), solo el 25 de junio, más de 28.000 de ellos cruzaron la frontera hacia Afganistán.

"Las expulsiones de afganos en situación irregular son un fenómeno recurrente, pero actualmente están alcanzando un pico notable".

Según el centro de investigación sobre migraciones Samuel Hall, que documenta la situación de los afganos desde 2010, este aumento coincide con el fin del conflicto militar de 12 días entre Israel e Irán. Una coincidencia que, según los investigadores del centro, sugiere por parte de las autoridades iraníes "una represión con fines políticos disimulada bajo el pretexto de la seguridad nacional".

En plena guerra contra Israel, responsables iraníes acusaron públicamente a varios ciudadanos afganos de espiar a favor del Estado hebreo. Un estudiante afgano fue detenido el 18 de junio en Teherán, acusado de tener en su teléfono "archivos relacionados con la fabricación de drones y bombas". Unos días más tarde, los medios de comunicación estatales difundieron las supuestas confesiones de otros cuatro afganos, sabiendo que la obtención de "confesiones" forzadas es una práctica habitual y denunciada, en particular por Amnistía Internacional en informes sobre la tortura en Irán.

"Aunque no se han verificado, estas acusaciones han ido seguidas de una intensificación de las detenciones y expulsiones", constató el centro Samuel Hall.

Mujeres afganas devueltas a los talibanes

Entre los afganos expulsados en las últimas semanas se encuentran familias enteras y mujeres jóvenes. La ONU está preocupada por esta "nueva y preocupante tendencia": en mayo, Teherán expulsó al doble de familias afganas que en abril. Hasta ahora, el país obligaba a regresar principalmente a hombres jóvenes.

En el puesto fronterizo de Islam Qala, Hajjar Shademani, una de estas jóvenes afganas, expulsada junto con sus tres hermanos y hermanas, cuenta a la AFP la redada policial en su domicilio de Shiraz antes de ser conducidos a la fuerza a un país que nunca habían visto. Ahora se pregunta qué será de ella en un país "donde no tenemos nada".

Sobre todo, la joven sabe que con este regreso ha perdido un derecho muy preciado: el de estudiar en el único país del mundo que prohíbe a las niñas ir a la escuela después de los 12 años. "Me encanta estudiar", dice en inglés. "Tenía muchas ganas de seguir, pero creo que en Afganistán no podré".

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Tras el pico registrado en junio, el número de retornos ha descendido a entre 6000 y 7000 al día, según informan la ONU y las autoridades talibanes. Sin embargo, todos esperan un nuevo repunte, ya que Teherán anunció el mes pasado que daría «hasta el 6 de julio» a los millones de afganos ilegales para abandonar su territorio.

Chivos expiatorios

Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), cerca de 3,8 millones de migrantes afganos, tanto legales como ilegales, residían en Irán en 2024. Las autoridades iraníes, por su parte, calculan que hay unos 6 millones de afganos en territorio iraní, incluyendo en este cálculo a las personas nacidas en Irán.

Un asesor del ministro del Interior, Nader Yarahmadi, afirmó que más de 1,2 millones de afganos ya habían sido expulsados entre marzo de 2024 y marzo de 2025. Teherán considera que ha asumido una carga desproporcionada en la acogida de refugiados afganos.

En un contexto de crisis económica marcado por una inflación superior al 30 % desde 2020, las autoridades iraníes alegan la incapacidad de los servicios públicos y de la economía para absorber la presión migratoria.

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En este clima de tensiones económicas y sociales, los migrantes afganos se están convirtiendo en chivos expiatorios. La pobreza y las crecientes desigualdades empujan a una parte de la opinión pública iraní, del Gobierno y de los medios de comunicación a "demonizar a los afganos que trabajan por un salario mísero y sin seguridad social", precisa en las columnas del Financial Times la socióloga iraní Simin Kazemi, afiliada a la Universidad Shahid Beheshti.

El diario Le Monde informa, en particular, de la difusión masiva de información falsa contra los migrantes en los medios de comunicación oficiales y en las redes sociales, lo que ha contribuido a fomentar el racismo hacia los afganos.

"Se acusa a los afganos de robar puestos de trabajo, mientras que los empleadores iraníes los privilegian porque no están cubiertos por la legislación laboral", señala Simin Kazemi.

Empleos precarios, derechos limitados

Sin embargo, los trabajadores procedentes de Afganistán han contribuido en gran medida a la economía iraní, ocupando empleos precarios en la construcción, la agricultura, pero también en fábricas o ayuntamientos.

"La marcha de los afganos podría provocar numerosos problemas para la economía del país", indica el corresponsal de France 24 y RFI Siavosh Ghazi.

Desde el regreso de los talibanes en 2021, numerosos refugiados, en particular antiguos miembros de las fuerzas de seguridad, han encontrado refugio en Irán. Algunos se las arreglan un poco mejor gracias a las redes familiares que ya existen en el lugar, pero la mayoría vive sin papeles y en condiciones precarias, según ha constatado el centro Samuel Hall. "No están integrados oficialmente en la sociedad iraní y la mayoría vive sin papeles, a menudo en viviendas alquiladas de manera informal", afirman sus investigadores.

Las mujeres afganas están especialmente expuestas a la discriminación, con un acceso limitado a la atención sanitaria. Por su parte, los niños afganos se enfrentan a obstáculos administrativos para acceder a la educación formal en las escuelas iraníes, mientras que las familias suelen vivir en viviendas superpobladas.

Teherán ha previsto además la construcción de una barrera a lo largo de sus 900 kilómetros de frontera con Afganistán. El ejército iraní afirmó en septiembre de 2024 haberla erigido a lo largo de unos diez kilómetros.

Por su parte, Afganistán no está preparado para absorber retornos a tal escala, advierte el centro Samuel Hall.

"Sin apoyo internacional e inversiones en sistemas de reintegración, esta ola de expulsiones corre el riesgo de desbordar las capacidades locales, agravar las condiciones humanitarias y desestabilizar las comunidades en todo el país".

 

Este artículo es una adaptación de su original en francés 

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