Este 23 de mayo comienza en Abu Dhabi el Final Four de la Euroliga, semifinales y final del torneo continental por excelencia del baloncesto. El evento esperaba celebrar consolidado y con grandes ambiciones su aniversario número 25, pero en cambio ahora define a su campeón urgido por demostrar que puede seguir siendo autosustentable y atractivo, luego de que la poderosa NBA anunciara que tiene planes de expandirse hacia Europa.
La acción del Final Four tendrá lugar por primera vez en Abu Dhabi, en virtud de un acuerdo de 25 millones de dólares que fue objetado por dos de los más grandes equipos de Europa, el Olympiacos griego, dos veces campeón y presente entre los cuatro que arrojarán al monarca de la campaña 2024-2025, y el Real Madrid, que tiene tres títulos.
Otro griego, Panathinaikos, actual poseedor de la corona y mayor ganador histórico, con cinco lauros, abre las acciones frente al Fernerbahce turco, mientras que en el otro duelo se medirán Olympiacos y el Mónaco francés, el único de los clasificados que no tiene licencia permanente en la Euroliga.
Será la segunda vez que el torneo defina a su campeón fuera de Europa, pero la primera en la que no esté involucrado un equipo del país anfitrión. Cuando se jugó en Tel Aviv en 2004, el título fue para el Maccabi de Israel, que al igual que sucede en el fútbol y en otros deportes, no está afiliado a la confederación asiática sino a la europea.
¿Habrá consagración griega?
El escenario podría deparar una final entre griegos, aunque será una resolución muy equilibrada porque los cuatro vienen de liderar la clasificación tras la primera ronda y porque hay historia reciente que anima las revanchas entre estos equipos.
Mónaco tiene motivaciones muy especiales para tratar de impedir un título helénico. El encuentro con Olympiakos es una reedición de la semifinal de 2023 ganada por el cuadro de El Pireo y una oportunidad de buscar revancha para los galos, humillados con un tercer cuarto de 27-2 en esa ocasión.
Pero para ello, los monegascos tendrán que pasar la página de la reciente derrota en la liga francesa ante Chalon, que supuso perder la cima de la tabla (ahora en manos de París Basketball) y en la que llegaron a acumular 16 pérdidas de balón.
Los protagonistas de esta semifinal fueron los encargados de sacar de la contienda a los dos grandes equipos españoles en los playoffs: Mónaco eliminó al Barcelona en el máximo de cinco juegos, mientras Olympiacos venció 3-1 al Real Madrid, que había tenido que recurrir al nuevo formato de los play-in para conseguir un cupo entre los mejores ocho.
En las filas de Olympiakos está el 'Jugador Más Valioso' de los playoffs, el búlgaro Sasha Vezenkov, que promedió 19 puntos y siete rebotes en la victoria sobre Real Madrid; y en las del Mónaco milita el máximo anotador histórico de la Euroliga, el exNBA Mike James.
Los otros clasificados a este Final Four, Panathinaikos y Fenerbahce, se encontraron dos veces durante la primera fase, siempre con victoria de los pentacampeones sobre los turcos, aunque en ambas ocasiones por estrecho margen y también se midieron en una semifinal el año pasado, igualmente con triunfo para los griegos.
Esos tres duelos son los que hacen diferencia en un historial particular muy nivelado. De las 33 veces que se han encontrado en la Euroliga, 18 han terminado con Panathinaikos ganador.
El panorama podría haber cambiado con respecto a esa primera fase, luego de que el Fenerbahce fuera el equipo más dominante de los playoffs, barriendo al París Basketball en tres juegos consecutivos, mientras que Panathinaikos tuvo que batallar en el máximo de cinco partidos para deshacerse de otro turco, el Anadolus Efe.
Los turcos han clasificado al Final Four siete de los últimos 10 años y eso los hace los participantes más frecuentes entre los presentes en Abu Dhabi.
Pero Panathinaikos cuenta con el mejor anotador del torneo este año, Kendrick Nunn, que tiene un promedio de 20,4 puntos por partido, y con un entrenador turco, Ergin Ataman, que busca hacer historia.
Él ha guiado a tres de los últimos cuatro campeones del evento, Anadolu Efes en 2021 y 2022, y Panathinaikos en 2024. Un nuevo título lo convertiría en el primer técnico de la historia que gana dos coronas consecutivas con dos equipos diferentes en la Euroliga.
¿A las puertas de un quiebre?
Es un momento delicado para el baloncesto europeo, el segundo deporte más popular en ese continente después del fútbol. No hay margen para pasos en falso ahora que el acecho de la NBA he encontrado un valioso resquicio: las discrepancias internas.
El comisionado Adam Silver anunció en marzo que la poderosa liga estadounidense planeaba una expansión en Europa, y lo hizo con el respaldo institucional de FIBA, precisamente el organismo del que la Euroliga se desprendió cuando comenzó su actual formato en 2000.
Los principales clubes del continente se separaron en esa oportunidad de la SuproLiga, organizada por la FIBA, para emprender una aventura independiente que parecía consolidada hasta no hace mucho.
Pero no ha sido así, a juzgar por los apremios financieros de varios de los clubes más fuertes del ecosistema europeo.
Real Madrid, por ejemplo, perdió 27 millones de euros en 2023, cuando fue campeón, en parte por las primas que había prometido pagar a sus jugadores como premio por esa victoria y en parte por gastos logísticos que no parecen estar suficientemente respaldados por la pertenencia al núcleo de los 13 equipos con licencia permanente.
Además, la proyectada ampliación a 20 divisas, e incluso la asignación de las tres franquicias sin licencia fija para completar las 16 la próxima temporada, se han encontrado con el desinterés de varios de los candidatos.
Valencia, que acaba de construir un gimnasio con capacidad para 15.600 espectadores, el Roig Arena, aún no decide si responderá a los acercamientos de la Euroliga o se unirá a la BCL o Liga de Campeones, el torneo paralelo organizado por la FIBA y que podría ser la plataforma de despegue para el proyecto de la NBA.
Otros grandes del continente como el Virtus Bolonia, el Partizan y el Estrella Roja, ambos de Belgrado, también dijeron no a la afiliación por tres años, que es la de los equipos sin licencia permanente.
El Alba Berlín, 22 veces campeón de Alemania, acaba de causar una tormenta al anunciar que abandona el evento luego de 24 años en torneos asociados a la Euroliga y seis consecutivos en esta, para unirse a la BCL. Lo hizo citando un cambio “drástico” en las condiciones para retener su licencia B, que es la de los afiliados no permanentes.
Un equipo que recorrió ese mismo camino en 2021, el Unicaja, ha puesto en evidencia las desventajas de la Euroliga con respecto al torneo regido por FIBA.
“Ahora mismo la oferta que hay para un equipo de wild card es pagar cinco millones a tres años. Pagar. No recibir ni un euro de televisión ni publicidad, y los 13 dueños repartir el botín”, se quejó el presidente de la divisa española, Antonio López Nieto, en declaraciones a ‘Radio Marca Málaga’
La hora de la verdad podría haber llegado para la Euroliga. Las licencias de los 13 accionistas se vencen en 2026, precisamente el año en el que la NBA proyecta su primera temporada europea.
Eso significa que será necesario comenzar a renegociar condiciones de renovación y equipos tan centrales como Real Madrid y Barcelona podrían tener dudas sobre su continuidad.
Precisamente para comenzar esas negociaciones pisando un terreno más sólido, se firmó el polémico contrato que ha llevado el Final Four a Abu Dhabi y una renovación hasta 2036 del patrocinio del poderoso IMG.
También se está considerando la posibilidad de readmitir a los poderosos clubes rusos, CSKA y Zenit, que están suspendidos por las sanciones derivadas de la invasión a Ucrania, pero jugaron un papel decisivo en el desembarco en los Emiratos Árabes Unidos.
Un torneo final brillante entre el 23 y el 25 de mayo será una hermosa carta de presentación para el momento de volver a sentarse con los socios a definir el destino de la Euroliga.
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