El senador y precandidato presidencial de derechas Miguel Uribe Turbay murió este lunes 11 de agosto, dos meses después de recibir tres disparos en un mitin. La Fiscalía categorizó el crimen como un magnicidio, hecho que evoca en el país los periodos más cruentos de sicariato y muerte. El asesinato ha provocado además una ola de rechazo ante la violencia política en un momento de polarización nacional.

El asesinato del senador, dirigente político y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay ha suscitado una avalancha de reacciones desde todos los rincones de la sociedad y a través de todo el espectro político en el país.

Uribe Turbay será velado en cámara ardiente en la sede del Congreso. El presidente Gustavo Petro, el primer mandatario de izquierda en Colombia, lamentó el lunes el deceso del político, miembro del partido Centro Democrático (derecha, oposición) y afirmó que desde el Gobierno se repudiaba el crimen, mientras las investigaciones sobre el mismo avanzan. 

“Sea de cualquier ideología, la persona y su familia, su vida y su seguridad es, para el gobierno, la prioridad (…) No es la venganza el camino de Colombia. Por venganzas llevamos décadas de violencia. No más. Por eso estamos tristes, nos duele la muerte de Miguel, como si fuera de los nuestros. Es una derrota. Cada vez que cae un colombiano asesinado, es una derrota de Colombia y de la vida”, escribió Petro en un mensaje en la red social X.

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El dirigente político fue baleado el pasado 7 de junio por un sicario de 15 años que se infiltró en un mitin de campaña, que extrajo un arma de fuego en medio de una multitud y que disparó nueve veces contra el senador: dos balas lo alcanzaron en el cráneo y una en la pierna. La Fiscalía, que imputó el 5 de agosto tres cargos al agresor, entre ellos uno con grado de tentativa, deberá ahora cambiar la calificación a homicidio.

El crimen, que ocurrió mientras Uribe Turbay hablaba en un parque público ante una asamblea de vecinos y simpatizantes, fue captado en cámaras de teléfono y transmitido en redes sociales. La crudeza de las imágenes ha reavivado el miedo y la incertidumbre en el país, y evoca en la población los cruentos años de violencia armada y sicariato durante las décadas de 1980 y 1990, cuando los carteles de narcotráfico ordenaron el secuestro y muerte de políticos, fiscales, jueces, empresarios, periodistas y candidatos presidenciales.

También ocurre en un momento de máxima crispación política y polarización de la sociedad, a un año de las próximas elecciones presidenciales y tras la reciente condena de 12 años de prisión domiciliaria contra el expresidente derechista Álvaro Uribe Vélez, declarado culpable por fraude procesal y soborno, en un caso que durante años ha dividido profundamente los colombianos. 

Por el asesinato hay hasta el momento seis detenidos, que según las autoridades integran un grupo de al menos diez personas presuntamente involucradas en la planeación del crimen contra el senador, quien tenía previsto presentarse como candidato a las elecciones presidenciales de 2026 por el partido Centro Democrático (derecha), fundado en 2013 por el expresidente Álvaro Uribe Vélez. 

Las autoridades no han determinado aún quién contrató al sicario ni quién está detrás de la autoría intelectual del atentado. La Fiscalía considera que el asesinato tiene motivaciones políticas.

El crimen ha conmocionado al país, avivado los miedos, la desconfianza y la incertidumbre. Pero también ha provocado una ola de expresiones —casi unánime— entre la dirigencia política en el país, en rechazo a la violencia y en favor de la paz.

Rechazo a la violencia y llamados a fortalecer la institucionalidad

La vida de Uribe Turbay, miembro de una familia cercana al poder político en Colombia, estuvo marcada por la tragedia y la violencia, que lo dejó huérfano antes de cumplir los cinco años: era nieto del expresidente liberal Julio César Turbay (1978–1982) e hijo del exconcejal conservador Miguel Uribe Londoño y la periodista Diana Turbay, quien fue secuestrada en agosto de 1990 por narcotraficantes del cartel de Medellín y asesinada seis meses después, el 25 de enero de 1991, durante un fallido intento de rescate. 

Al referirse a la muerte de Uribe Turbay, la vicepresidenta Francia Márquez dijo que Colombia aún no ha dejado atrás y “pasado la página de la violencia”. Márquez, que es la primera mujer afrodescendiente en llegar a ese cargo, afirmó que el país atraviesa por un momento “muy doloroso” que —espera— sea un llamado a la unidad del país para alcanzar la paz.

“La violencia no puede seguir marcando nuestro destino”, declaró el lunes en una entrevista en radio. “La democracia no se construye con balas ni con sangre, sino con respeto, diálogo y reconocimiento de nuestras diferencias, independientemente de la posición política”.

La Secretaría de Gobierno de Bogotá, donde Uribe Turbay llegó como jefe durante la gestión de Enrique Peñalosa, declaró tres días de duelo por su muerte. En un comunicado, la entidad expresó: "Miguel Uribe Turbay deja un legado marcado por la defensa de sus convicciones democráticas y su compromiso con el servicio a la ciudad". También destacó que durante su paso por el gobierno local impulsó iniciativas para fortalecer la institucionalidad, promover la participación ciudadana y garantizar el ejercicio democrático. "Su legado hace parte de los debates que han moldeado una ciudad más consciente de su diversidad y de sus retos"

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El expresidente César Gaviria Trujillo, director del Partido Liberal, lamentó la muerte del senador y precandidato presidencial. "Profundo dolor me causa la muerte de Miguel, juntos siempre construimos trabajando por el bien de esta Colombia que duele y por la que debemos seguir construyendo para lograr la esquiva paz. De corazón con sus hijos, esposa y familia", dijo el exmandatario a través de las redes sociales del Partido Liberal.

El asesinato de Uribe Turbay —que la Fiscalía del país categorizó oficialmente este lunes como magnicidio— ha traído de vuelta el fantasma de la violencia política que marcó las elecciones de 1990, en las que fueron asesinados tres candidatos presidenciales: el liberal Luis Carlos Galán, el izquierdista Bernardo Jaramillo Ossa y el exguerrillero Carlos Pizarro León, estos dos últimos que por esa época había abandonado las armas para incursionar en la política.

Dos de los hijos de Galán se pronunciaron este lunes sobre el asesinato de Uribe Turbay. El exsenador Juan Manuel Galán escribió este lunes un mensaje en X, en rechazo a la violencia: “No hay causa ni ideología que justifique silenciar una vida con balas. Colombia no puede seguir normalizando el horror. Que su memoria nos obligue a construir un país donde disentir no sea sentencia de muerte”. Mientras que su hermano Carlos Fernando Galán —actual alcalde de Bogotá— destacó la trayectoria de Uribe Turbay como concejal de la ciudad y secretario de gobierno, donde llegó con tan solo 25 años.

"Su asesinato debe ser un punto de quiebre para Colombia. No podemos aceptar la violencia en nuestro país. No podemos permitir que los violentos, una vez más, pongan en riesgo lo más profundo de nuestra democracia, que tanto tiempo y esfuerzo nos ha costado construir y mantener. No sólo acaban una vida y destruyen una familia, sino que atentan contra la democracia misma".

La también candidata presidencial y periodista Vicky Dávila lanzó este lunes acusaciones contra el presidente Petro, a quien señaló como responsable político del crimen contra Uribe Turbay: "Petro, usted sí es el responsable político del magnicidio contra Miguel Uribe. Usted sí ha perseguido a la oposición (…) Usted siempre cargará con que en su Gobierno asesinaron a un candidato de la oposición y que su Gobierno no lo cuidó. Es responsable de todo lo que nos pase a los demás", expresó en un mensaje en X. 

Dávila, una férrea opositora al Gobierno de Petro y la izquierda, aseguró al diario local 'El Tiempo' que el país vive el auge de la violencia: "Todos estamos bajo amenaza, no solamente los aspirantes presidenciales y nuestras familias. Colombia, los colombianos, están bajo amenaza. Solo es pensar en todas las balas, explosivos y bombas en el Cauca, el Valle del Cauca, Chocó, el Catatumbo, los Santanderes, La Guajira, la Costa. No hay un sitio de Colombia que no haya sufrido el rigor de los violentos”.

Un "golpe a la democracia" y el historial de crímenes contra líderes políticos

El partido derechista Centro Democrático calificó este lunes el crimen contra Uribe Turbay, quien figuraba entre los favoritos de cara a las elecciones de 2026, como un "golpe a la democracia". El partido uribista —por el expresidente, su fundador— recordó que en 2025 han sido asesinados al menos 96 líderes sociales en Colombia. La organización política reiteró en un comunicado su intención de mantener "firme" la lucha contra el crimen organizado

"Este magnicidio es un golpe a la democracia y una advertencia de que no podemos parar esta lucha contra el crimen organizado", expresaron los congresistas del partido en un comunicado en el que manifestaron su dolor por la pérdida de un "hermano y compañero de bancada".

También denunciaron la persistencia de los grupos armados vinculados al narcotráfico, mafias y crimen organizado, como responsables de la violencia contra líderes sociales y políticos en Colombia: "Sufrimos un magnicidio en medio de un panorama de violencia política que nuestro país no vivía desde hace más de 30 años".

El último asesinato contra un prominente líder político o candidato presidencial ocurrió el 2 de noviembre de 1995, cuando fue asesinado en Bogotá el abogado y exembajador de Colombia en Francia, Álvaro Gómez Hurtado, quien fue tres veces candidato presidencial durante las campañas de 1974, 1986 y 1990 por el Partido Conservador. El crimen de Gómez Hurtado le siguió al de los candidatos presidenciales Luis Carlos Galán (1989), Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro, ambos en 1990.

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La historia política del país está marcada por la violencia y el asesinato de sus líderes. El magnicidio contra Gaitán propulsó una crisis interna sin precedentes y fue el detonante del surgimiento de grupos irregulares y guerrillas que han sido las protagonistas de un conflicto interno que ha perdurado durante décadas y dejado secuelas profundas en los colombianos. 

Con Reuters, AP, AFP, EFE y medios locales

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