Por primera vez en la historia, el cónclave que resultará en la elección de un nuevo papa de la Iglesia católica se ve empapado por la influencia de la era digital, que reta al hermetismo que rodea el proceso y sus protagonistas. Selfis de cardenales, fanáticos virtuales y el riesgo de ser expuestos al odio en internet envuelven una tradición religiosa milenaria desarrollada en pleno 2025.
El silencio de la tradición católica se enfrenta al ruido de las redes sociales durante un cónclave forzado a la modernidad. El 7 de mayo, inicia el proceso de elección del nuevo líder de la Iglesia católica tras la muerte del papa Francisco, el pasado 21 de abril.
Sin embargo, este cónclave tiene un sabor diferente. Por primera vez en el desarrollo de un proceso eclesiástico de este calibre – que toma su nombre del latín traducido como "habitación cerrada" – la modernidad y los avances tecnológicos impregnan notablemente el ambiente.
Doce años después del último cónclave, en 2013, las redes sociales han alcanzado la cúspide en la carrera de la información y el entretenimiento, siendo los espacios predilectos por la sociedad para compartir sus experiencias y adquirir nueva información día con día.
Un fenómeno digital que, como a todo el mundo, ha llevado a parte del Vaticano y de los cardenales que protagonizan el cónclave a unirse a la ola virtual.
"Está claro que muchos cardenales están siendo más activos ahora mismo en las redes sociales. Es un gran contraste con el último cónclave", mencionó Gustavo Entrala, consultor de comunicación estratégica, para el medio estadounidense ABC News.
TikTok, Instagram, X y Facebook se han convertido en los espacios donde miembros de la Iglesia católica intentan transformar la visión popular en torno a la religión, atrayendo a cientos de miles de fieles que, durante este cónclave, expresan sus preferencias por uno u otro de los 133 cardenales.
¿Cardenales 'influencers'?
Las paredes de la Capilla Sixtina están presupuestadas a albergar a más de un centenar de cardenales, quienes, entre el silencio y hermetismo absoluto, deliberarán sobre el futuro de la Iglesia católica. Empero, es la primera vez que los protagonistas del cónclave ostentan tanta relevancia mediática, por lo menos en las redes.
En los días previos al inicio del proceso, cuando todavía no tienen que guardar los teléfonos móviles para proceder a encerrarse por días bajo un juramento de secreto, decenas de cardenales han ido documentando su llegada a Roma, compartiendo oraciones y fotografías con algunos de sus colegas en la previa del cónclave.
Uno de ellos es Isao Kikuchi, cardenal de Tokio, quien subió una selfi dentro de un autobús que iba rumbo a la capilla romana en donde fue sepultado el papa Francisco. A su espalda, algunos de sus compañeros fueron captados conversando con ánimo u observando las calles de la capital italiana.
Otros cardenales llegaron a Roma ya convertidos en sensaciones del internet. Uno de ellos es Luis Antonio Tagle, cardenal filipino que cuenta con más de 600.000 seguidores en su perfil de Facebook. En esa red comparte diariamente mensajes evangélicos o videos de comedia, donde canta o baila para mostrar a la juventud un lado distinto de la Iglesia.
Otro de los cardenales activos en redes sociales es el estadounidense arzobispo de Nueva York Timothy Dolan, que documenta su viaje a Roma en una suerte de 'videoblogs' colgados en la plataforma X, que recuerdan al estilo más tradicional de las primeras personalidades de internet.
Personajes con una tendencia más conservadora, como Robert Sarah, de Guinea, o Leo Burke, de Estados Unidos, tampoco se niegan a la posibilidad de utilizar las redes sociales para difundir su personalidad en la virtualidad. Ambos tienen perfiles en X, el primero en varios idiomas, y el estadounidense publica videos casi diarios donde envía mensajes eclesiásticos de distinta índole.
El silencio del cónclave ahoga la efusividad en redes sociales
Los cardenales han seguido los pasos de deportistas, políticos, cantantes y diversas personalidades de la cultura popular en el uso y explotación de las redes sociales para llegar a audiencias más numerosas y jóvenes. Sin embargo, existe una diferencia entre este grupo de 'influencers': tiene que participar en un rito milenario que exige secreto total por días.
Todos los participantes del cónclave, desde los cardenales hasta los enfermeros, médicos y guardias de seguridad, tienen que realizar un voto de secreto antes de que las puertas de la Capilla Sixtina se cierren, comprometiéndose a no revelar ningún detalle.
"Nosotros cardenales de la Santa Romana Iglesia (…) juramos mantener escrupulosamente el secreto sobre cualquier cosa que de algún modo tenga que ver con la elección del Romano Pontífice, o que por su naturaleza, durante la vacante de la Sede Apostólica, requiera el mismo secreto", es una de las proclamaciones que los cardenales realizan en las congregaciones previas al cónclave.
En una época en donde la privacidad es un lujo, el secreto del cónclave debe permanecer más oculto que nunca, y desde el Vaticano lo saben.
Matteo Bruni, portavoz de la Santa Sede, remarcó que es obligatorio para todos los participantes del proceso el respetar su juramento, además de negar que se vayan a revelar las intervenciones que los cardenales realicen durante el cónclave.
El peligro del odio digital
En general, el ánimo dentro de la Iglesia católica en torno al uso de las redes sociales es positivo, especialmente tras el papado de Francisco, quien fue sumamente activo en sus cuentas y abogaba por la modernización en la comunicación del Vaticano. Sin embargo, el argentino también fue uno de los primeros dentro de la Iglesia en avisar sobre los riesgos del internet.
"Internet ha demostrado ser uno de los ámbitos más expuestos a la desinformación y a la distorsión consciente y selectiva de los hechos y las relaciones interpersonales, que a menudo se utilizan para desacreditar", afirmó el fallecido líder religioso durante la Jornada mundial de las comunicaciones sociales, en 2019.
El camino al cónclave para sucederlo no ha estado exento de los efectos negativos que él mismo predijo.
Incluso, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, publicó en su cuenta de la red Truth Social una imagen suya vestido como papa, lo que le generó numerosas críticas. La imagen del gobernante estadounidense fue hecha con inteligencia artificial (IA).
"Me gustaría ser papa. Esa sería mi opción número uno. Creo que sería un gran papa. Nadie lo haría mejor que yo”, dijo el mandatario en su red social.
En otro caos, y en vísperas del proceso, un sitio web católico de corte conservador estadounidense difundió un video del cardenal Tagle cantando la icónica canción de John Lennon, 'Imagine', lanzando cuestionamientos sobre si la Iglesia Católica quiere a un líder de ese estilo.
Uno de los versos de la canción pide imaginar un mundo "sin religión". Días después, se confirmó que Tagle cantó una versión recortada de la canción sin ese fragmento.
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Por otra parte, un periódico conservador italiano comenzó a difundir una noticia sobre el cardenal Pietro Parolin, participante del cónclave, cercano a Francisco y favorito para sucederle, en redes sociales.
La nota señalaba a Parolin de haber tenido un incidente de salud en los preparativos del cónclave. Horas después, el portavoz Bruni desmintió esas versiones.
"Desde la derecha y desde la izquierda, las noticias falsas sobre posibles papas se están volviendo locas", resaltó Paolo Rodari, comentarista del Vaticano para la radio y televisión suizas RSI, para Reuters.
Con EFE, Reuters y medios locales
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