Los inéditos ataques israelíes contra líderes de Hamás en Qatar demuestran que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, pone cada vez menos límites a su guerra por fulminar al movimiento islamista. Aunque el precio a pagar pueda ser muy alto.

“No estaba muy entusiasmado” e incluso se mostraba “muy descontento”. El presidente estadounidense Donald Trump no sabía muy bien qué postura diplomática adoptar tras los ataques israelíes perpetrados el martes 9 de septiembre contra los responsables de Hamás instalados en Qatar.

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En una rara crítica a su aliado israelí, el republicano lamentó un bombardeo “que no sirve ni a los objetivos de Israel ni a los de Estados Unidos”. Pero Karoline Leavitt, portavoz del presidente estadounidense, se apresuró a matizar que “eliminar a Hamás es un objetivo loable”. Ningún líder de Hamás murió en el bombardeo, según el movimiento islamista palestino.

¿Medida de represalia?

Este miércoles, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le dijo al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que su decisión de atacar a Hamás dentro de Qatar no fue inteligente, según "Wall Street Journal', citando a altos funcionarios del Gobierno.

Donald Trump anunció que en el transcurso del miércoles se pronunciará más extensamente sobre la cuestión, como un indicio de que los ataques israelíes parecen haber tomado por sorpresa al republicano, quien, según la prensa estadounidense, no habría sido informado hasta el último momento.

El ataque israelí contra Doha no tiene precedentes y que “en este momento aún es difícil evaluar todas sus consecuencias”, como explica Veronika Hinman, experta en cuestiones militares y en el conflicto de Oriente Próximo de la Universidad de Portsmouth.

“Atacar objetivos de Hezbolá al otro lado de la frontera israelí, en el Líbano o en territorio hostil iraní y sirio, es una cosa, pero violar la soberanía territorial de un país aliado de Washington es algo totalmente diferente”, ahonda Hinman.

Oficialmente, Benjamin Netanyahu decidió atacar a la delegación de Hamás en Doha tras el atentado perpetrado el lunes en Jerusalén, que causó seis muertos y fue reivindicado por el movimiento islamista. Sin embargo, subraya Hinman, “aunque se trate de una medida de represalia, está claro que una operación de este tipo se había planeado desde hacía tiempo”.

Atacar en pleno centro de uno de los barrios más turísticos de Doha, limitando el riesgo de víctimas colaterales, no es una operación que se pueda preparar en un solo día, según los expertos consultados.

“Hay que decidir cuál es el mejor enfoque —bombardeo, asesinato selectivo—, realizar un reconocimiento, elaborar un calendario y someter el plan a toda una cadena de validaciones que, en un caso como este, debe ir desde el Estado Mayor del Ejército hasta el gabinete del primer ministro”, detalla Amnon Aran, especialista en Medio Oriente de City St George’s, Universidad de Londres.

Se borran las líneas rojas

Esta operación denota “el comportamiento temerario de Benjamin Netanyahu en esta guerra”, sostiene Ahron Bregman, politólogo y especialista en el conflicto palestino-israelí del King’s College de Londres. “Cabe preguntarse si el Gobierno israelí sigue teniendo líneas rojas en esta guerra contra Hamás”, añade Veronika Hinman.

Más moderado, Amnon Aran prefiere hablar de “un primer ministro que parece actuar sin imponerse restricciones”. Recuerda que “en la época de Joe Biden, los estadounidenses nunca habrían tolerado un ataque que violara la integridad territorial de Qatar, donde se encuentra la principal base militar de Estados Unidos en la región”.

Con Donald Trump en la Casa Blanca, Benjamin Netanyahu “siente que está tratando con alguien que le dejará llegar hasta el final para poner fin rápidamente a los combates”, sostiene Aran.

Ya sea haciendo todo lo posible por alcanzar un acuerdo de paz o, como ha optado por hacer el primer ministro israelí, “haciendo todo lo posible por someter militarmente al enemigo”, analiza el experto. Para él, el presidente estadounidense sigue siendo el último que puede marcar los límites al primer ministro israelí. Pero aún tiene que decidir hacerlo.

Aran asegura que los ataques contra Qatar demuestran que “los israelíes han decidido poner todos los huevos en la misma cesta para esta guerra: bombardear a Hamás dondequiera que se encuentre”. Y da igual que esta operación haya sido ampliamente denunciada por la mayoría de los países, que pueda poner en peligro la amistad entre Israel y Estados Unidos o que otros países del Golfo puedan sentirse amenazados.

Al fin y al cabo, ni siquiera Qatar estaba a salvo a pesar de todas las garantías ofrecidas a Estados Unidos para obtener su protección.

Destruir Hamás antes que nada

Esto también demuestra que “el objetivo de destruir Hamás tiene prioridad sobre el regreso sano y salvo de los rehenes israelíes retenidos en Gaza y que aún están vivos”, subraya Aran, en un contexto en el que, recuerda Veronika Hinmann, “Hamás ya ha demostrado que es capaz de matar en represalia”. Sin contar que si Israel acaba a los negociadores de Hamás, “¿con quién van a negociar el regreso de los rehenes?”, se pregunta Ahron Bregman.

¿Para qué todo esto? Benjamin Netanyahu quiere creer que esta operación puede reportar grandes beneficios. “Si los ataques han logrado eliminar a los principales responsables de Hamás en el extranjero, solo quedan los de la Franja de Gaza, que son más susceptibles de ser sometidos a presión militar directa. Además, sin estos líderes históricos y experimentados del movimiento, la coordinación internacional con otros actores como Irán será más difícil para Hamás”, explica Amon Aran.

Este ataque también puede llevar a Qatar a reconsiderar su posición como mediador, aunque haya asegurado que quiere seguir desempeñando ese papel, subraya Veronika Hinman. Sería una buena noticia para el Gobierno de Netanyahu, que puede esperar que Egipto desempeñe un papel más activo. “Es un país que ideológicamente está mucho menos cerca de Hamás que Qatar y que tiene un mayor interés en que los combates terminen rápidamente, ya que limita con Israel y la Franja de Gaza. A ojos de las autoridades israelíes, Egipto probablemente ejercería más presión sobre Hamás para que aceptara las condiciones israelíes para poner fin al conflicto”, opina Amnon Aran.

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Sin embargo, que los miembros de la delegación hayan salido ilesos es otra historia. “Los responsables de Hamás en el extranjero saldrán reforzados y es muy probable que se muestren mucho más inflexibles en las futuras negociaciones”, prevé Amnon Aran.

En este caso, Netanyahu podría al menos contar con el impacto de la operación entre su base electoral. “Al final, las consideraciones de Benjamin Netanyahu son en gran parte de carácter interno. Sus partidarios probablemente admirarán una operación que puede dar la impresión de que el primer ministro no tiene que rendir cuentas a nadie y puede permitirse atacar incluso a Qatar”, concluye Ahron Bregman.

France24

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