El Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant) acaba de lanzar el programa denominado RD se mueve, una iniciativa para transformar la movilidad urbana, primero en el Gran Santo Domingo y luego en todo el país. Básicamente, se busca agilizar el flujo vehicular y mejorar la calidad de vida ciudadana.
Nuestra esperanza es que resulte tal como se ha planeado, y que las diferentes fases del proyecto puedan tener consistencia y reciban el apoyo de las entidades comprometidas, de las escuelas y colegios, del sector privado y de las entidades del Estado. Sin olvidar la parte que corresponde a la ciudadanía.
Para nadie es un secreto que el desplazamiento vehicular es uno de los grandes traumas del país, y en particular del Gran Santo Domingo y de Santiago, y que el transporte en carreteras del país es sumamente riesgoso, porque además de los viejos diseños de las vías, irregulares y sin tomar en cuenta los avances científicos, se mantiene vigente la falta de educación vial entre los conductores, y la conducta de que mientras más grande es el vehículo que se conduce, más derecho tienes para aplastar a los demás y echar a un lado los derechos de los demás.
De acuerdo con los datos ofrecidos por el Intrant, diariamente se afectan 3 millones de desplazamientos, a un costo de 180 millones de dólares anuales, lo que equivale al 0.67 por ciento del Producto Interno Bruto.
Una de las notas dadas a conocer por Acento indica que “el parque vehicular de República Dominicana supera los 6 millones de unidades, con un crecimiento anual del 6%, y el 30% de estos vehículos se concentra en el Distrito Nacional, contribuyendo a los desafíos del tráfico”.
Algo hay que hacer. Los apectos traumáticos que genera este tráfico daña la capacidad productiva de los que se mueven, afecta la llegada a los centros académicos de los estudiantes, impide que las ambulancias transporte de forma eficiente a los que merecen atención urgente en los centros de salud, y lo más grave, la cantidad de accidentes, muertes, mutilados, atropellados es impresionante. Tenemos la condición de país número uno en el mundo en accidentes por habitantes y en letalidad de los accidentes de movilidad.
Y hay más: exponerse cada día a las tensiones y riesgos de conducir un vehículo o sólo trasladarse en calidad de pasajero, genera una tensión que afecta la salud.
La primera fase del programa es importante, porque busca aplicar estrategias temporales de control vehicular, como el control inteligente por horarios y carriles contraflujo, en 22 tramos de 11 avenidas principales como la 27 de Febrero, Kennedy y Máximo Gómez, con una reducción esperada del 40% en la congestión.
Se entiende que esto implica negociar con colegios, escuelas, universidades, centros masivos de movilidad, horas diversificados de entrada y salida.
Hamlet Hermann, fundador de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET), realizó grandes esfuerzos: Midió los horarios y tráfico en las vías, habló y dispuso condiciones para entrar en horarios diferentes a los habituales y colegios y escuelas del centro de la ciudad, pero la resistencia de los centros académicos fue superpoderosa y llegó hasta el despacho presidencial.
Sin esa transformación no será posible que haya éxito. La experiencia indica que muchas ciudades del mundo, con más vehículos circulando que en el Gran Santo Domingo, utilizan inteligencia artificial, tienen menos semáforos, y tienen escuelas de reeducación para conductores que incumplen las leyes, que superar la velocidad establecida, que se van en vía contraria o que cruzan los semáforos en rojo. Mientras no cumplen con esa reeducación, están impedidos de conducir.
Y en las escuelas inicial y primaria los estudiantes deben pasar por un curso de educación vial elemental, para el caso de que incursionen aya mayores, en la conducción de vehículos.
La segunda fase se centra en la optimización semafórica, modernizando y sincronizando la red de semáforos en 11 corredores estratégicos con ciclos estandarizados de 110-120 segundos para un flujo vehicular más predecible y fluido.
Nuestra observación es que haya menos semáforos y haya más sanciones a los violadores de las normas, y que haya más agentes de vigilancia, y se establezcan cámaras que capten las imágenes de los violadores, y se disponga de sanciones contra ellos, aunque no esté presente un agente de tránsito.
Otra recomendación es que a los agentes de tránsito se les prohíba utilizar teléfonos celulares mientras están en sus labores. Descuidan totalmente su trabajo y se quedan enganchados en las redes sociales como adictos, y por su lado se cruzan todos los violadores de las normas impunemente, y los agentes no se enteran.
Y, en general, como se hace en todo proceso de cambio social: será necesario probar, medir, volver a probar y volver a medir, hasta lograr los mejores resultados.
Estos son solo algunos elementos que el Intrant pudiera tomar en cuenta en su recién lanzado programa RD se mueve.
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