¿Vale la pena que el presidente Luis Abinader se enfrente a ex presidentes Danilo Medina y Leonel Fernández, con discusiones sobre las acciones gubernamentales de su gobierno y las pasadas administraciones de los ex gobernantes?

Está claro que un gobernante no debe distraerse respondiendo a cada crítica o ataque de la oposición, porque esa ha de ser una labor de su brazo político, el Partido Revolucionario Moderno (PRM), y porque el Palacio Nacional y las actividades oficiales que allí se llevan a cabo son de naturaleza oficial, de Estado, y no de índole político-partidista.

Nos parece que el presidente pierde tiempo y enfoque, en sus intervenciones en la programada reunión con la prensa llamada LA Semanal, atendiendo los requerimientos políticos de sus adversarios. Y peor aún, el presidente al responder y presentar argumentos para contraatacar, entrega atención a los asuntos que la oposición quiere resaltar, y deja a un lado su propio cronograma de inauguraciones y presentaciones de presentaciones de las obras y logros en su administración, que es la que corre para concluir en el 2028.

Si hacemos un símil con una competencia deportiva, como el boxeo, se podría decir que la oposición logra imponer un sistema de juego, de combate, al gobernante, sacándolo de su propia agenda, que queda relegada a un lugar secundario. El boxeador que logra que la pelea se haga a su estilo, compite con gran ventaja.

El presidente Abinader puede tener argumentos, y hasta tiempo para responder las críticas. Sin embargo, su atención, la respuestas que da, colocan a sus adversarios en la palestra, los resaltan como principales elementos de atención pública, y en la agenda de los medios de comunicación y redes sociales esos temas cobran también relevancia cada semana.

No obstante, se ve compelido a responder por dos razones: en primer lugar porque es obvio que los reporteros buscan noticias que llamen la atención, y los enfrentamientos políticos constituyen una materia prima ideal para titulares llamativos. En segundo lugar, porque el PRM no se ocupa de ejercer su papel de partido gubernamental.

El tema de que a un presidente no se le debe ridiculizar fue una forma irónica, burlesca, de Danilo Medina golpear al presidente. Incluso, cuando lo dijo parecía sonreír. Casi admitiendo que era una sutileza con picante. Responder eso con las obras en San Juan de la Maguana, tuvo también la misma picardía en la respuesta del presidente Abinader.

Además, Danilo Medina no es candidato presidencial, ni puede serlo, para el 2028, como tampoco lo es ni puede serlo Luis Abinader, quien debe concentrar sus esfuerzos con concluir su programa de gobierno, mantener vigente su administración, con el brío necesario y con el poder de decisión que corresponde a todo gobierno. Ahora corresponde a Luis Abinader una presentación de resultados, en todos los ámbitos, que empuje las aspiraciones de su partido a mantenerse en el poder.

Abinader es importante porque es el presidente para los próximos tres años, y porque representa la imagen de su partido, que tendrá candidaturas para los municipios y el Congreso Nacional, y también para la presidencia de la República.

Si hay algo que el presidente deberá potenciar es la transparencia con que inició su administración en el 2020, y atacar los puntos débiles en esta materia que puedan aparecer en el camino al final de su gobierno. Es su punto de mayor dimensión, junto con los avances en materia económica, infraestructura, impacto de su gobierno en el territorio, en la reducción de la pobreza y en el empoderamiento de las comunidades más relegadas históricamente.

Seguir por el sendero de las contiendas verbales con los ex presidentes no es el camino correcto.

Es posible, y así parece, que Leonel Fernández puede convertirse en el candidato presidencial de su partido Fuerza del Pueblo. En ese caso tampoco corresponde al presidente atraer el choque de sus críticas. Si Leonel será candidato presidencial, Luis no podrá serlo. Leonel mantiene una tasa de rechazo que es consistente. Ese debate, como consecuencia del desgaste del gobierno, esa tasa de rechazo podría reducirse, y el beneficio sería para el doctor Fernández.

Luis Abinader está en la obligación de mantener su plan de concluir, en los tres años que le quedan, las principales obras de gobierno iniciado, formando un equipo de terminación que responda directamente a su dirección, y evitar estas polémicas y diatribas, que son y han sido siempre formas de entretenimiento y distracción.

Quien debe responder los temas políticos, críticos en su mayoría, es la dirección del Partido Revolucionario Moderno, un objetivo muy claro de los candidatos de la oposición. Que el PRM se reactive podría ser un mandato de su dirección ejecutiva. De esa manera, bastaría que el presidente Abinader refiera a los periodistas a las respuestas del PRM ante los ataques de la oposición. Así, LA Semanal se concentraría en la agenda que programe la Presidencia de la República.