En momentos de alta morosidad, como los que actualmente enfrentan muchas economías  incluyendo la nuestra, el sistema financiero se ve obligado a repensar las bases sobre las cuales se concede, gestiona y recupera el crédito. La morosidad elevada no es solo un indicador de tensión financiera en los hogares y empresas, sino también un llamado urgente a reconfigurar las reglas del juego del crédito para proteger tanto a los usuarios como a las instituciones.

La raíz del problema está en una combinación de factores: inflación persistente, aumento del costo de vida, disminución de ingresos reales y un sobreendeudamiento que muchas veces se disfraza de crecimiento del crédito. Las tasas de interés han aumentado, lo que encarece el financiamiento y limita la capacidad de pago. En este escenario, no se trata solo de cobrar lo adeudado, sino de rediseñar estrategias que eviten una crisis más profunda.

¿Qué significa reconfigurar el crédito?

Significa revisar, ajustar y adaptar los criterios, productos y políticas crediticias a la nueva realidad económica y social. Esta reconfiguración abarca múltiples dimensiones:

1. Evaluación más realista del riesgo crediticio: Los modelos tradicionales de scoring necesitan incorporar variables más dinámicas que reflejen la nueva situación económica de los hogares, como la carga financiera total, la vulnerabilidad a ingresos variables y el impacto del endeudamiento informal.

2. Flexibilización estructurada de pagos: No se trata de regalar el crédito, sino de replantear cronogramas, redefinir tasas de interés o incluso establecer períodos de gracia temporales para clientes afectados, especialmente en sectores productivos clave o segmentos vulnerables.

3. Educación financiera como eje central: La reconfiguración también pasa por empoderar al deudor. Más que ofrecer productos de refinanciamiento, los bancos deben acompañar al cliente en la comprensión de su situación financiera y fomentar decisiones responsables.

4. Revisión de garantías y garantías alternativas: En épocas de morosidad alta, los activos pierden liquidez. Por tanto, se hace necesario diversificar las garantías, incluir co-responsables, seguros de crédito o incluso modelos de microcrédito basados en grupos solidarios.

5. Innovación en productos crediticios: Las entidades financieras deben desarrollar productos más flexibles, con estructuras modulares de pago, tasas ajustables a metas cumplidas, o esquemas híbridos que combinen ahorro y crédito, especialmente para los sectores informales.

No todo recae en los bancos. Los reguladores deben acompañar esta reconfiguración con políticas prudenciales que permitan flexibilidad sin debilitar la estabilidad financiera. La Superintendencia de Bancos y la Junta Monetaria juegan un papel clave en establecer marcos normativos que fomenten reestructuraciones voluntarias, eviten el castigo excesivo del historial crediticio y promuevan la transparencia en la renegociación de deudas.

Asimismo, el cliente debe asumir un rol más activo. La transparencia en la información, la voluntad de pago y la disciplina financiera deben acompañar cualquier plan de reestructuración. La confianza, que es la base del crédito, se construye de ambas partes. 

La alta morosidad no es el fin del crédito. Es una oportunidad para reformular un sistema más justo, resiliente y adaptado a las nuevas realidades. Reconfigurar el crédito es, en esencia, proteger el tejido económico del país y garantizar que el crédito, como motor de crecimiento, no se detenga sino que evolucione.

Porque en tiempos de tormenta, no se abandona el barco, se ajustan las velas

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La columna “La Banca Dominicana por Dentro”, es desarrollada por Jesús Geraldo Martínez, en el interés de aportar al fortalecimiento del Sistema Financiero Dominicano desde una perspectiva analítica y práctica orientada a la formación de conocimientos y divulgación de informaciones exclusivas de dicho sector. Para contactar con el autor. Email jesusgeraldomartinez@icloud.com, o seguir a @Jesusgeraldomartinez en Instagram

Jesús Geraldo Martínez

Economista

Dominicano, consultor, con amplia experiencia profesional en regulación y supervisión del sector financiero, destacado por sus conocimientos en gerencia, finanzas bancarias, gestión de riesgos, administración y optimización de portafolios, investigación económica, planificación estratégica, análisis de riesgos financieros y sectoriales, análisis y estructuración de bases de datos, econometría, estadística, diseño y aplicación de modelos de pruebas de estrés.

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