Cabría decir, no sin razón, que el periodismo, desde cualquier ángulo que se los quiera ver, es indispensable a nuestro vivir, porque, entre otras cosas, informa, educa y orienta con el propósito de garantizar la estabilidad institucional y relaciones armoniosas entre sectores de poder.
Debido a su enorme labor social y poder comunicacional, el periodismo incide, de manera determinante, en el desarrollo democrático y libertad de expresión de cualquier sociedad humana.
Por esas y otras razones, ninguna sociedad que se precie de civilizada, abierta, libertaria y respetuosa de los derechos humanos, nunca debería prescindir de la noble, necesaria y prestigiosa profesión de periodista, cuya voz crítica, sabia, lúcida, inteligente y prudente, se deja escuchar con fuerza en el seno de la vida social.
Sin la mirada crítica del periodismo, la sociedad, además de muda, permanecería en la espesa sombra del oscurantismo y el aroma enrarecido de los delirios patológicos y las banalidades del mal.
Consciente de eso, Varga Llosa abrazaría el periodismo y lo ejercería con responsabilidad e independencia de criterio.
Sin asombro ni temor, habría de leer, con admirable espíritu crítico, la realidad concrecional, al tiempo que denunciaría abusos, vejaciones y arbitrariedades del poder.
También criticaría, con motivos valederos, las trivialidades y frivolidades de la sociedad del espectáculo, la política de gobernantes díscolos; las truculencias de la literatura light, así como desafueros del totalitarismo y regímenes, supuestamente democráticos y azotados, en gran medida, por la fragilidad institucional, la falta de respiro libertario y la ausencia, quizás total, de indicadores de progresos y modernización.
El periodismo, como tal, llevaría a Vargas Llosa no solo a interpretar críticamente signos visibles y ocultos de la realidad, sino a escribir, por decirlo de algún modo, con elegancia metafórica, sobre temas relevantes y de actualidad.
Su quehacer literario, creativo y genuino, habría de enriquecerlo con vivencias y experiencias provenientes de su rigurosa e intensa labor periodística, sin la cual, de seguro, no habría desarrollado un estilo escritural conciso, preciso, directo y claro, que luego aplicaría en sus creaciones literarias para seducir y deslumbrar a los lectores.
En una ocasión, tanto memorable como inolvidable, Vargas Llosa habría dicho, no sin razón que:
“(…) después de la literatura, no hay actividad o profesión más apasionante que el periodismo. Ninguna que haga vivir tanto la vida como una permanente aventura, que exponga a quien la práctica a tantas experiencias sobre la condición humana”.
A pesar de tan brillantes palabras, sentiría no menos pasión por el periodismo, al que tanto amó y cultivo como la literatura misma.
En el decurso de su existencia, llena de éxitos y golpeada por algunos azares del destino, supo combinar, con admirable maestría, el periodismo con la literatura.
No obstante, algunas, desafiantes dificultades de su arduo trabajo literario, nunca pensaría, siquiera por un instante, abandonar el periodismo.
Su tiempo, por muy escaso que fuese, siempre lo distribuyó, equitativamente, entre compromisos periodísticos y prioridades literarias.
Su fervorosa vocación literaria nunca impediría que escribiese artículos, crónicas, reportajes y reseñas periodísticas en su muy leída columna “ Piedra de Toque”, la cual mantuvo durante varios años en importantes periódicos de diferentes países.
Con sobrada razón, sería atinado decir que en la vasta producción periodística de Vargas Llosa se percibe, a simple golpe de vista, fuerte aliento poético.
Y no habría de ser de otro modo, ya que aplicó, con inteligencia y creatividad, al periodismo recursos, métodos y técnicas de la literatura .
Diríase que el ejercicio del periodismo proporcionaría a Vargas Llosa no poco material y variadas temáticas para hacer cuentos, novelas, ensayos y obras de teatros de gran calidad estética.
Se pudiera subrayar, sin el menor riesgo de equivocidad, que si no hubiese sido por el periodismo, Vargas Llosa no habría siquiera imaginado historia, escenas, tramas y personajes que justifican y articulan los sentidos de sus creaciones literarias.
Gracias a conocimientos y destrezas periodísticas, evitaría divagaciones pueriles y, a la vez, revelaría, sin prejuicios algunos, puntos de vistas sobre hechos, acontecimientos, fenómenos y gobernantes (de izquierda o derecha) atrapados en la atmósfera nauseabunda de la corrupción y el desorden administrativo.
Otros escritores supieron valorar, en su justa dimensión, la valiosa importancia del periodismo. Entre algunos , cabría mencionar los siguientes: Fiódor Dostoyevski, García Márquez, Truman Capote, Ernest Hemingway, Chales Dickens, Gay Telese, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Harriet Martineau, Oriana Fallaci, Elena Poniatowska, José Ortega y Gasset, Carlos Fuentes, Isabel Allende, Freddy Gatón Arce, César Nicolás Penson y Arturo Pérez-Reverte, etcétera, etcétera…
Al igual que ellos y otro tantos, Vargas Llosa escucharía el llamado de la vocación periodística. Justamente por eso, la practicaría (junto a la literatura) con intensa pasión creativa.
Esa, más que cualquier otra, habría de ser la causa fundamental de sus novedosas creaciones y visible trascendencia universal.
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