Desde que vi el título Mujeres de la vida alegre, solo pensé en una persona: Herminia. Muchos jóvenes no conocen esta historia que, por décadas, fue la más famosa en la capital dominicana dentro de ese mundo.
Al comenzar a leer la novela de 260 páginas, año 2025. Publicada bajo el sello editorial Santuario y escrita por Gency Nicolás Tejeda, descubrí que una de las protagonistas se llamaba Minia, lo cual reforzó aún más mi asociación con el legendario Night Club de Herminia.
Tema y trama
En la novela Mujeres de la vida alegre, el lugar de nacimiento del personaje principal está ubicado en Fondo Negro, una comunidad antes de llegar a Barahona. Luego, el libro nos traslada a distintos puntos de esa provincia.
La historia se desarrolla de manera paulatina, hasta que las tramas principales se trasladan a la capital, donde políticos, artistas, militares de alto rango, congresistas y empresarios acudían con frecuencia. Me refiero al legendario prostíbulo Night Club Borínquen, más conocido como “Herminia”. También era visitado por extranjeros de paso por el país.
Ya desde el primer capítulo, la ficción se entrelaza con la realidad. La novela se centra en la vida de Minia y su hermana. Aunque eran tres hermanas, la menor no tuvo mucha incidencia en la narrativa. Las dos mayores, jóvenes que vivían con su padre, fueron vendidas al mejor postor. Esa venta quebró la promesa de un futuro mejor y las empujó hacia caminos oscuros.
Minia, impactada por circunstancias que no provocó, terminó convertida en proxeneta; su hermana, en cambio, corrió peor suerte.
El doctor Joaquín Balaguer, en Memorias de un cortesano de la era de Trujillo, dice: “Mi creencia es que el destino es obra de las circunstancias y que el hombre es hijo de esta”. ¿Cuál habría sido el destino de Minia si su padre no hubiese cedido ante el dinero y la falsa esperanza de garantizarles un futuro? Tal vez, sin saberlo, las condenó a un porvenir incierto, cuyas consecuencias también lo alcanzarían a él.
Ya en su adultez, Minia vivió tiempos de gloria. Se relacionó con políticos, artistas, empresarios, militares y visitantes extranjeros. Desde su discreto imperio, tejió redes de poder e influencia. Pero también enfrentó momentos difíciles: algunos los sorteó con astucia, otros la pusieron a prueba.
La novela presenta la historia de doña Minia, que no se detiene en su ascenso. Cada mujer que trabajó bajo su mando construye también su propia historia de esperanza y desesperanza. El autor, en las palabras liminares, se adentra en la psicología de estas mujeres, en su parte más sensible y humana, al afirmar: “Sus vidas, que a menudo parecen alegres desde el exterior, esconden matices profundos de sufrimiento, perdición y rendición”.
Narradores, personajes, tiempo y estructura
Aunque hay algunos flashbacks, la novela está narrada mayormente de forma lineal por un narrador omnisciente en tercera persona, que conoce todo lo que sucede. En algunos pasajes, aparece una segunda voz narrativa que interactúa de forma directa.
A medida que la trama principal se desarrolla, varias subtramas enriquecen la narrativa y sorprenden al lector con giros bien manejados.
Esta historia, que aborda un tema ancestral presente desde tiempos antiguos —incluso anteriores a Cristo—, refleja una realidad aún latente en muchas sociedades. Y la República Dominicana no es la excepción, sobre todo en momentos en que se impulsaba un turismo más competitivo.
Aunque el hecho que origina esta novela es real, los elementos incorporados son, en su mayoría, ficción. Algunos nombres de personajes y lugares están tomados de la historia del cabaret El Borinquen y de otros prostíbulos de la época.
La acción se sitúa en República Dominicana y cubre un período de alrededor de siete décadas, comenzando con el segundo mandato de Horacio Vásquez.
Aunque no se trata de una novela histórica, en su desarrollo se mencionan pasajes importantes de la historia nacional. El autor demuestra pleno conocimiento del papel de sus personajes. En los diálogos utiliza un lenguaje adecuado al registro de cada uno, y en la narración oscila con naturalidad entre lo culto, lo histriónico y lo vulgar, sin perder ritmo ni autenticidad.
Una cualidad destacable es que el autor evita caer en las excentricidades de un mundo tan proclive al exceso y a la extravagancia.
Evaluación del estilo
En resumen, esta novela —objeto del presente análisis— abre el telón de la vida de una mujer que supo navegar en aguas turbulentas durante los gobiernos de Joaquín Balaguer, Antonio Guzmán Fernández y Salvador Jorge Blanco.
La señora Minia no necesitó estudios formales para adquirir el temple, la astucia y el control que le permitieron no solo sobrevivir, sino dirigir su propio destino en un entorno hostil. Sabía nadar en aguas agitadas, represarlas o canalizarlas, ya fuera para hacer florecer tierras áridas o para ahogar a quienes se interponían en su camino.
Mujeres de la vida alegre es una novela de lectura ágil y provocadora, que invita al lector a adentrarse en los recovecos de un mundo nocturno cargado de música, erotismo, deseo, ambición y poder. Un mundo habitado por exuberantes mujeres dispuestas a satisfacer los gustos más exigentes y libidinosos de hombres hambrientos de alcohol, sexo y diversión.
Es, además, un testimonio de época y de una figura legendaria que marcó el quehacer nocturno de la capital dominicana.
Uno de los recursos narrativos utilizados por el autor es la recurrencia de pensamientos oníricos, quizás en exceso, que envuelven al lector en una narrativa fluida y emocionante, aunque por momentos pueda dejar un sabor de “golpe seco” emocional.
Siendo esta su primera novela, Gency Nicolás Tejeda demuestra vocación narrativa. Encuentra un espacio que se abre ante su pluma para expandirse con libertad, donde la fantasía y la imaginación no encuentran límites. Al final, esa imaginación encarnada en el “yo narrativo” rebosa los contornos de la ficción, derramando sorpresas que pudieran obligar al lector a repasar varias veces la lectura, para saber si es un recurso onírico más del autor. Es un giro inesperado y provocador que confronta la historia vernácula contemporánea. Esa provocación —con la que todo escritor tiene derecho a jugar— tal vez genere contradicciones.
Con esta novela, Gency Nicolás Tejeda no solo revive una figura legendaria del mundo nocturno dominicano, sino que también desafía al lector a mirar lo prohibido con los ojos de la imaginación literaria, entremezclando con destreza la ficción y la realidad.
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