El rasgo lingüístico más emblemático, el que mejor caracteriza la identidad del habla popular del Cibao se llama vocalización. Llanamente hablando, una vocalización fonética se define como la conversión de una consonante en una vocal, como sucedió a través de la evolución histórica del español: facta → fai̭ta → fecha → ‘hecha’; alterum → aṷtero → ‘otro’; multus → mui̭tu → ‘mucho’; lacte → lai̭te → ‘leche’. También en portugués se realiza el cambio y se dice, por ejemplo, mui̭to (del latín multus – ‘mucho’); noi̭te (de nocte – ‘noche’); y oi̭to (de octo – ‘ocho’).
En el caso de la variedad lingüística cibaeña, las consonantes /r/ y /l/ se transforman en la semivocal anterior, palatal, [i̭]: ‘alto’ → [ái̭to], ‘corto’ → [kói̭to], ‘comer’ → [koméi̭]. Hace poco tiempo, un agricultor de la región contaba la siguiente historia: “Recuei̭do que un año dieron once cai̭ga, once cai̭ga y once cajone. Y resui̭ta que en ei̭ conuco no había rancho.”
Esta pronunciación se ha convertido en el motivo por el que en el país muchos ciudadanos repiten a manera de un eslogan la frase de ‘Los cibaeños hablan con la i’.
Con relación a este fenómeno, en la actualidad olvidado en las islas Canarias, Pérez Vidal expresó hace muchos años que ‘se considera una característica propia de marineros y pescadores en Tenerife, y del habla vulgar en Gran Canaria’. Según Lapesa, en el español de Canarias, las líquidas /r, l/ “se vocalizan ocasionalmente en i̭ (ei̭ cuei̭po ‘el cuerpo’)”. Apoyándose en estas informaciones y en el hecho histórico de las inmigraciones canarias llegadas a la República Dominicana durante los siglos XVII y XVIII, Golibart defiende la hipótesis de que la vocalización cibaeña tiene sus raíces en el español de los canarios.
Es necesario aclarar que este cambio fonético no se produce indiscriminadamente. Varios factores lingüísticos condicionan su aparición:
1. Solamente ocurre en posición final de la sílaba.
Por ejemplo, la palabra ‘carta’ es pronunciada [kái̭ta], pero nadie dice [kái̭a] en vez de ‘cara’. En este caso, la /r/ se conserva por estar al inicio de sílaba: [ká‧ra]. La posición prevocálica conlleva un aumento de intensidad que garantiza, por así decir, la conservación de la consonante. Igualmente, la secuencia ‘palo alto’ aparece en el habla popular como [pálo͜͜ ái̭to], donde la /l/ de ‘palo’, al inicio de la sílaba, se mantiene, pero la de ‘alto’, al final de sílaba, se vocaliza y se convierte en [i̭]. Conviene observar que, aunque el proceso se suele llamar ‘vocalización’, la consonante no se transforma en una vocal, sino en una semivocal, es decir, en un sonido marginal que forma diptongo junto al núcleo silábico anterior: [kái̭ • ta], [ái̭ • to].
2. No sucede si la vocal precedente es /i/.
En este contexto, el resultado es la eliminación, de forma coherente con la fonología del español que impide las combinaciones tautosilábicas de vocales del mismo timbre. No son posibles diptongos como *[ji], *[ii̭], *[uṷ], *[wu]. Por eso, la secuencia ‘Mil pesos’ aparece como [mí péso] y ‘No sirve’ se pronuncia [nó síβe]. En ambos ejemplos, la /l/ y la /r/ son eliminadas, no vocalizadas.
3. El acento tiene una influencia significativa en el proceso.
a. Al final de palabra, solo ocurre en formas agudas: ‘mejor’ → [mehói̭], ‘comer’ → [koméi̭]. Al final de palabras llanas, la pronunciación normal no contiene la vocalización, sino la eliminación, según la restricción del sistema fonológico del español que restringe los diptongos finales inacentuados. La palabra ‘azúcar’ se convierte en [asúka], nunca en *[asúkai̭]; ‘dólar’, en [dóla]; y ‘cárcel’, en [kái̭se].
b. No ocurre al final de palabras inacentuadas (artículos, preposiciones) delante de vocal acentuada.
Lo normal es que la frase ‘por eso’ se pronuncie manteniendo la /r/: [poréso], no *[poi̭ éso]. Sin embargo, la misma /r/ de la preposición ‘por’ se vocaliza en otros contextos. La secuencia ‘por ti’ suele aparecer como [poi̭ tí]. Lo mismo sucede con las cadenas ‘el único’ y ‘al otro’, que se pronuncian conservando la /l/: [elúniko] y [alótro]. Pero, ‘el pobre’ regularmente se dice [ei̭ póβre], con vocalización de la /l/ del artículo ‘el’, porque no aparece delante de una vocal, sino de una consonante.
El contexto mencionado es un factor fundamental en los procesos de variación de las líquidas finales. La /r/ y la /l/ al final de palabras sin acento (artículos y preposiciones) se conservan de forma regular cuando aparecen delante de vocal, especialmente acentuada. Se produce un enlace o juntura fonética que provoca una resilabación (‘el otro’ se pronuncia [e • ló • tro]), de modo que la consonante final /l/ pasa a la posición inicial de la sílaba siguiente y queda, entonces, inmune al proceso de vocalización.
Por otra parte, la frecuencia de la vocalización en el habla popular y los datos de ciertos estudios geolingüísticos inducen a los residentes de otras zonas a pensar que el fenómeno constituye una práctica general en la región, propia del habla de todos los cibaeños. A este respecto, sin embargo, es necesario precisar que, en realidad, el cambio solo ocurre de manera regular en el habla de las personas de nivel sociocultural bajo: es un fenómeno característico, fundamentalmente, del habla popular y rural.
Resulta fácil comprobar el fuerte condicionamiento producido por el factor sociocultural. El cambio es claramente motivado por la escasa o la falta de escolaridad del hablante y por esa razón está asociado al habla rural o de nivel social bajo. Por eso también es una pronunciación estigmatizada, rechazada por la norma culta de la región, de manera especial cuando se habla en estilo formal o de mayor cuidado. Los datos revelan que, en el habla de profesionales, de personas con índices altos de educación, la probabilidad de que ocurra el fenómeno es muy escasa. Como ilustración, se presenta aquí un breve fragmento de una conversación con un joven profesional de Santiago. Como es normal en el país, su pronunciación de la /s/ es variable ([s, h, Ø]), pero mantiene de manera constante la /r/ y la /l/:
“Mi hermano y yo siempre vivíamo dihcutiendo y peleando. Yo tenía mucho deseo de progresar, mi hermano era mucho más rebelde. Mi mamá noh obligó a todoh que teníamo que tener una profesión y teníamos que ehtudiar, aunque la situación económica era muy difícil.”
El carácter estigmatizado de la vocalización se manifiesta, en primer lugar, por el hecho de que no aparece en el habla culta y, en segundo lugar, a través de los ejemplos de ultracorrección que surgen en el sociolecto popular. Una mujer campesina le ordenaba a su hija: “Ve a la puipería pa que traiga arro y acerte, que no hay.” Al decir ‘acerte’, la persona revela su creencia de que en ‘aceite’ hay una incorrección que debe ser rectificada si quiere ‘habla mejor’. Otro simpático ejemplo de ultracorrección se produce en el vocabulario del béisbol. En el español cibaeño, el plural del anglicismo ‘strike’ es etrale. Los fanáticos suelen decir ‘un etrai’, pero ‘do etrale’. Lo lógico sería que dijeran ‘do etraye’, según el modelo de las palabras agudas terminadas en diptongo con i final (ley – leye(s), batey – bateye(s). Pero, si piensan que [etrái] es una pronunciación ‘incorrecta’ derivada de una supuesta palabra ‘etral’, por asociación con [kanái] (de ‘canal’: pl. canale) o [panái] (de ‘panal’: pl. panale), la forma ‘etrale’ resulta perfectamente lógica.
El estar estigmatizada no impide, sin embargo, que el fenómeno tenga prestigio encubierto y actúe como una marca de identidad regional. Así lo manifiestan los versos del merengue de las Águilas Cibaeñas:
“Los aguilucho somo así / Hablamo siempre con la i /
Que con la i yo digo así / To ei̭ mundo sabe que soy de aquí.”
El estribillo expresa la convicción de que hablar con la /i/, un hecho normalmente estigmatizado, tiene un valor, es una marca de procedencia que revela la pertenencia a una región: “Porque yo hablo así, todo el mundo sabe que soy de aquí.”
En conclusión, se puede afirmar que:
1. Las consonantes /r/ y /l/ se transforman en [i̭] solamente si aparecen en posición final de sílaba.
2. El acento juega un papel trascendental en su realización. Tiene gran importancia la acción inhibidora que ejerce sobre el proceso el encuentro de una palabra inacentuada con la vocal inicial de la palabra siguiente.
3. El fenómeno está socialmente motivado: es impulsado por la baja escolaridad del hablante. Esto significa, en honor a la verdad, que no todos los cibaeños hablan con la /i/.
4. Se trata de una pronunciación muy estigmatizada, pero que cuenta con prestigio encubierto y actúa como una marca de identidad regional.
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