Lingüista, escritora y educadora, ha dedicado su vida profesional a la reflexión profunda sobre la lengua, la literatura y la formación integral del ser humano. Su mirada crítica y comprometida se despliega tanto en el estudio del idioma como en la creación literaria, especialmente en la literatura infantil, donde conjuga imaginación, sensibilidad y conciencia lingüística. Desde distintos espacios académicos, culturales y pedagógicos, ha promovido una visión transformadora de la educación y una valoración más plena del español en el contexto dominicano. En esta conversación, aborda temas esenciales como los desafíos lingüísticos en la educación y los medios, la relación entre lenguaje y pensamiento, el papel de la ficción en su quehacer creativo y los fundamentos de una pedagogía centrada en el desarrollo humano.

Rita Díaz Blanco, maestra, escritora. Foto: ©️ Juan Antonio Guio. ACENTO.

Rita  Díaz nació el 15 de junio de 1982 en la comunidad El Romero, en La Vega, República Dominicana. Su nombre completo es Rita Evelin Díaz Blanco. Es miembro de la Academia Dominicana de la Lengua.
Directora Instituto Lingüístico Dominicano (ILD).
Presidenta Fundación Lengua y Cultura (FUNLEC).
Miembro grupo literario El Interiorismo del Ateneo Insular.
Miembro de la Comisión Lingüística y Lexicográfica Academia Dominicana de la Lengua.
Miembro del Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía (IGALEX).

Ha participado en varios congresos nacionales e internacionales en los que ha representado el país en el área de lingüística y literatura. Tiene publicados los libros: Producciones escritas, 2015; La leyenda de Annani, 2017; La cayena y el colibrí, 2021; Alhelí y la llegada de la prima Vera; Pierina la comelibros, 2022; El ogro y los trillizos, 2022; Álbum ilustrado Las homófonas, 2023; Teatrillo del león, el pulgón y la garza, 2023; Pedagogía de la Transformación Humana, 2023; Azai la hormiga que no quería ser reina, 2024. Ha publicado también artículos de investigación del área de lingüística y pedagogía.

En el 2017 participó en el concurso de cuentos de la revista “Por escrito”, en México en el que ganó el segundo lugar con el cuento "Lo que dure una botella". En el año 2022 la revista “Letralia” de Venezuela seleccionó su cuento “La espera” como cuento del mes de noviembre. Actualmente es miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua.

Gerson Adrián Cordero. Su participación activa en instituciones como la Academia Dominicana de la Lengua, el Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía (IGALEX) y la Comisión Lingüística y Lexicográfica la posiciona como una figura clave en la reflexión sobre el idioma en nuestro país.

¿Cuál considera que es el principal desafío actual en torno al uso y estudio del español en la República Dominicana, especialmente en relación con la educación y los medios de comunicación?

Rita Díaz. Creo que el mayor desafío es la falta de interés de los medios de comunicación y de las instituciones culturales sobre los aspectos lingüísticos de nuestro país, y eso se traduce en escasos recursos para mantener vigentes las investigaciones al respecto. En segunda instancia, esa misma apatía impacta negativamente en el mercado educativo, dígase producción de textos de calidad, editoriales, recursos didácticos para la educación, entre otros. Si nos fijamos, son pocos los textos locales que se utilizan en la formación del área, lo que debilita aún más las oportunidades de los que investigamos en el área. Como daño colateral, tenemos una población a la que no le interesa conocer ni reflexionar sobre su propia lengua, que cree que habla mal y que todo lo extranjero es mejor que lo nacional (en el aspecto lingüístico y educativo).

G.C. Además de su labor académica, ha sido una prolífica escritora de literatura infantil, con títulos que abarcan desde leyendas hasta cuentos ilustrados con enfoque pedagógico.

¿Qué la motivó a escribir para niños y cómo equilibra el rigor lingüístico con la imaginación y la accesibilidad que exige este tipo de literatura?

R.D. Es una pregunta que me han hecho en varias ocasiones y creo que, de alguna manera, hay remanentes de mis conocimientos lingüísticos en mis textos literarios infantiles. Amo la literatura infantil y me inspira mucho la naturaleza, el vínculo con los otros seres vivos y la hermosa simbiosis que representamos en el Cosmos, pero también me gusta jugar con las palabras en mis textos. Hay uno de ellos donde la mayor parte de los nombres son calambures o juegos idiomáticos para que los niños los disfruten, como es el caso de Alhelí y la llegada de la prima Vera. El juego de palabras con la prima Vera y el nombre de la estación (primavera) hace una relación en la que el niño asocia las características de la estación con el personaje y se da cuenta de que se logra una personificación con ella.
Claro, trato de no llegar a convertir el texto en demasiado elevado para su edad, pero los niños son genios y son geniales y descubren los juegos y los disfrutan. Lo ideal es que no sean aburridos ni tampoco con infantilismos bobos. Los niños quieren desafíos tanto en la trama como en la forma de contar esos cuentos, por eso las retroalimentaciones que me hacen los niños cuando leen mis relatos me animan a seguir escribiendo de esa manera, con equilibrio en la forma y en la historia. Pero de que tienen que tomar un diccionario para entender los vocablos, sí deben hacerlo, y creo que es algo que los escritores tenemos como responsabilidad, eso de retarlos a entrar al vocabulario elevado.

G.C. Ha representado al país en congresos nacionales e internacionales en las áreas de lingüística y literatura, lo cual le brinda una perspectiva comparativa sobre nuestras prácticas culturales y académicas.

¿Cómo percibe la posición del Caribe hispano y, en particular, de la República Dominicana en el panorama lingüístico y literario latinoamericano contemporáneo?

R.D. Cada vez hay más presencia de dominicanos en actividades internacionales de peso y eso me da muchas esperanzas de que las próximas generaciones llegarán aún más lejos. En Salamanca estuve en contacto con unos jóvenes investigadores de África que estaban becados y estudiaban en ese momento la narrativa de Ángela Hernández y Rita Indiana, gracias a la Cátedra Pedro Henríquez Ureña que allí funciona. Me sentí muy bien de que nuestros escritores resonaran en esos espacios. Hay ahora también muchos jóvenes escribiendo buena narrativa y buena poesía, que están forjando sus propios parámetros de escritura. Hay que divulgar más la parte cultural, a los escritores, derribar un poco la barrera de los grupos cerrados y hacer más publicidad de lo bueno.
Aquí hay mucha calidad y poco apoyo y visibilidad.

G.C. En su libro más reciente, Pedagogía de la Transformación Humana (2023), parece conjugar su experiencia como lingüista, escritora y educadora.

¿Podría hablarnos sobre los principios fundamentales de esta pedagogía y qué la hace distinta o necesaria en el contexto educativo actual?

R.D. Ciertamente, en este libro abogo por una integración de la escuela en el pensamiento, y eso se hace con palabras. Nuestra escuela no enseña a nuestros estudiantes a pensar, solo a reproducir información de un libro para un cuaderno. El libro es un llamado a pasar la vara del aprendizaje al estudiante, involucrarlo más en las actividades escolares y comunitarias que permitan que se desarrolle con autonomía, sin miedo a hablar en público, a tener capacidad comunicativa acorde a las exigencias de un mundo globalizado.
Los principios fundamentales giran en torno a siete ejes: la escuela que piensa, lectura, pensamiento divergente, respeto a las dimensiones humanas, interdisciplinariedad, evaluación transparente e investigación.
La pedagogía de la transformación humana es una propuesta de cambio de perspectiva sobre la formación del alumno, en la que hay que dejar las cátedras magistrales y optar por estrategias más dinámicas, donde haya real producción de ideas, no meros cuadernos llenos de preguntas que se responden del libro de texto en el mismo orden en que aparecen en los párrafos. Hay que cambiar el foco. Es urgente.

G.C. Su cuento “Lo que dure una botella” obtuvo el segundo lugar en un certamen internacional en México, y “La espera” fue destacado en Venezuela. Estos logros internacionales muestran una dimensión literaria más allá de lo académico.

¿Qué le ofrecen la narrativa breve y la ficción que quizá no encuentra en el ensayo o en la investigación lingüística?

R.D. Es una pregunta interesante. La ficción me convoca mucho, es más libre, es más connotativa y me permite dejar fluir el lado creativo y curioso que llevo dentro. Hay muchas ideas que fluyen en mí que no puedo captarlas con las investigaciones o los ensayos, sino que demandan un tratamiento distinto, particular. Es un complemento, que en ocasiones llega en medio de una clase, mientras voy de viaje a alguna parte, o mientras realizo alguna tarea cotidiana.
Por ejemplo, estos cuentos que mencionas están inspirados en personas reales, en situaciones concretas, que quizás no puedo recoger como tales porque serían temas de noticias o algo así, pero que puedo ficcionar y llevarlos a relatos.

EN ESTA NOTA

Gerson Adrián Cordero

Escritor

Gerson Adrián Cordero (Luperón, Puerto Plata, República Dominicana, 03/04/1991) es licenciado en Educación con mención en Letras, con diplomados en literatura, historia y cultura dominicana. Escritor, editor y promotor cultural, ha publicado novelas, poesía y cuentos. Es colaborador habitual de los medios digitales Acento.com y Alasunto.com. Además, dirige el Círculo Literario César Nicolás Penson y coordina el grupo Literatura Universal. Ha sido galardonado con el Premio Uneviano Nacional de Cuentos 2019 y fue reconocido como Joven Escritor del Año 2024 por el Taller Literario Virgilio Díaz Grullón de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

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