El abordaje realizado en este ensayo por Bergson Rosarios sobre los cuentos de René del Risco Bermúdez es un preciado trabajo que va demostrando punto por punto y con una valorada y minuciosa estrategia de soporte investigativo que no deja espacio para la especulación.

Bergson, utiliza un conjunto de herramientas con la cual se va guiando para en cada trozo de cuento analizado justificar su apreciación como analista o como nueva incursión en el ejercicio crítico literario.

Este autor, hace una arqueología de los cuentos intervenidos en los cuales analiza no sólo a los personajes y su rol actuante, sino que, enjuicia de manera muy honda las técnicas y estrategias que el autor petromacorisano utiliza para el desarrollo de cada cuento.

Deja en claro que el escritor de los cuentos independientemente de que vivió y escribió en los años 60 del siglo pasado, tenía un dominio y una pertinencia de las técnicas del narrar que en aquel momento eran la punta de lanza de la narrativa latinoamericana, misma que caracterizó al llamado Boom de nuestra literatura.

En otras palabras, Bergson deja bien en claro la influencia directa y la asimilación que este escritor dominicano tiene de aquella generación que impactó al mundo literario con nuevas maneras de decir y de narrar la literatura del continente, pero no sin antes aclarar (nosotros) que no por tal asimilación de los maestros, nuestro René del Risco no dejara la impronta de su sello propio, ya que su narrativa es heredada del silencio de la memoria que abriga la soledad espiritual de la musicalidad, sí, todos los cuentos y narraciones tienen una musicalidad particular en la que bailan los protagonistas y el leyente en la tranquilidad de su lectura.

Sobre todo, con ese recoger de la cotidianidad que se sienten y vibran en sus narrativas donde René del Risco se regodea en lo coloquial para convertirlo en universal, el acto escritural de René se hace puerta para que escapen los sin nombre al parnaso de la literatura dominicana, sobre todo muchos de aquellos de sus personajes de su barrio La Aurora de su Macorís del mar y ni qué decir ante esto de Ton, su cuento más emblemático.

Eras realmente pintoresco, Ton; con aquella gorra de los tigres del Licey, que ya no era azul sino berrenda, y el pantalón de kaki… allí donde el autor, es el protagonista que a la misma vez es el narrador de la historia y que relata en forma de monólogo interior los hechos ocurridos en retrospectiva y de manera magistral y sin nada que envidiarles a los grandes maestros de este género.

Bergson deja en claro cómo René está tocado por la magia de la obra experimental del maestro Julio Cortázar, sobre todo del texto Rayuela. Esta demostración la deja bien especificada en la pág. 75 del libro en cuestión. Para el crítico Bergson Rosario, este recurso del autor de presentar los diálogos como diálogo interior (a lo que nosotros llamamos monólogo interior) no es de luces en la narrativa de René y dice: Esa realidad de presentar los diálogos… detracta, mancilla el derecho de los personajes a expresarse libremente y de manera consciente en su participación de la trama narrada, Pág. 74…

Pero no del todo, comulgamos esta postura crítica de Bergson Rosario, y más bien asumimos lo plateado y expuesto por Mijail Bajtín en sus conceptualizaciones teóricas literarias sobre esta temática, veamos:  No debe confundirse al autor-creador que pertenece a la obra con el autor real, elemento en el acontecer ético y social de la vida. El autor de una obra y los personajes que crea son correlatos de la totalidad artística. El vínculo entre el héroe de una novela (en este caso el cuento) y su autor se aprecia en -el acontecer estético, momento de la actitud del autor hacia el objeto de su creación tiene una reacción constructiva, que le da tono a cada uno de los detalles, pensamientos, actos y sentimientos, con base en la totalidad individual, que es estética por incluir, en una totalidad de sentido, todas sus definiciones y sus valoraciones[1].

Y es que, además René, usa el narrar deliberante como una confluencia atemporal, por eso trasciende el instante del canon incorporando fracturas intimas, orgía musical, como quien se sabe hacedor del asalto a experiencia sensorial da un usa a su cuentística como un termómetro espiritual y social. Y ahí, el distanciamiento entre este autor y sus maestros, porque en René se da un desvelo, un vuelque al desfalco sentimental y lírico de su narratología…

A pesar de ello, damos por seguro que en todo lo antes expuesto, Bergson, lejos de restarle a la obra de René (sin dudas, uno de los grandes del cuento contemporáneo dominicano) lo engrandece, pues René se coloca al nivel de los grandes narradores de Latinoamérica; sobre todo con el uso del diálogo interior en sus propuestas escriturales.

Por demás, hay que admitir entonces, que nuestro René en ese momento y época asumió su rol de no ser un escritor más del montón, prefirió experimentar nuevos horizontes escriturales a los ya planteado en el escenario literario dominicano. Y qué bueno que así fuera.

Importante y hay que destacarlo, que la mirada que Bergson hace trepar por la obra de René desgajando trozo a trozo, él no la da como un todo concluido, al contrario, se plantea que la misma pueden ser un ardí para la discusión, el análisis y la confrontación académica e intelectual en torno a la obra del autor del Risco Bermúdez, tal y como lo expresa en la página 77 de la obra cuando nos dice: ¡Claro! Bien sabemos que muchos opinantes concebirán opiniones encontradas a nuestras afirmaciones…

Y qué bueno que es así, porque nos permite la disidencia de pensamiento ante la postura de la obra Reneciana y un manojo de textos que tienen mucho de lo que el maestro ruso M. Bajtín llama obras monológicas y a seguidas todos sabemos por su lectura que estas se encuentran uno de los enunciados del texto. Un mismo lenguaje, una homogeneidad estilística atraviesan la obra literaria monológica.

En la narratología monológica, tanto para la novela, como para el cuento, la voz del narrador omnisciente determina una perspectiva única de organización de las significaciones del texto. El lector, sólo escucha una voz y sólo por medio de ella puede acceder al acontecer de lo narrado, no ofreciéndosele ninguna otra perspectiva… dicho y leído esto: bien asumo, que en los cuentos de este autor, trabajados la gran mayoría desde un mapa psicológico que espanta, René es el personaje y el personaje es él atrapado además en su ciudad vivida.

Por el contrario, en el texto dialógico, acota M. Bajtín, son varias voces las que se pueden escuchar simultáneamente. Pero nuestro René, no quiere varias voces, si no una voz, su voz que lo hacía regresar a su universo del pasado.

En esta vuelta investigativa l crítico Bergson Rosario, hurga, rasga la piel literaria de los cuentos de René, desanda por El intruso, En mi barrio no hay bandera, Ahora que vuelvo Ton, El mundo sigue, Celina, Se me fue poniendo triste, Andrés y otros tantos de su producción narratológica, logrando enganchar una dinámica que, en escuetos cinco ítems, nuestro Bergson recoge toda la idiosincrasia de la narrativa del gran René del Risco Bermúdez.

En otras palabras, desglosa o igual decir desempolva el autor en cuestión (Bergson), puntos terminantes y pertinentes de la narratología Reneciana quien como autor (René) es sin dudas, un abanderado de una literatura de compromiso echa con calidad y sin caer en las debilidades de lo panfletario.

Y como siempre y que no me canso de decir a mis cercanos y con este trabajo de Bergson Rosario queda demostrado una vez más, es que, René del Risco Bermúdez es uno de los escritores de cuentos más trascendentes del país en los últimos sesenta años.

[1] Bajtin, M. (1999c). Autor y personaje en la actividad estética. Estética de la creación verbal.  Pág. 19, México: siglo veintiuno editores.

Luesmil Castor Paniagua

Poeta y ensayista

Luesmil Castor Paniagua. Profesor de la Escuela de Comunicación UASD. Ensayista, poeta y narrador.

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