La noticia corrió como pólvora incendiada: Agliberto Meléndez, director de cine y principal gestor de la industria audiovisual dominicana, ha muerto en la madrugada tras dolencias de salud que le afectaron en los años recientes y que motivaron su retiro de la vida pública.

Agliberto es el padre del cine dominicano. La primera noticia la daba a conocer Marc Mejía, desde www.cinedominicano.com, portal fundado por Pericles Mejía (EPD).

Agliberto ha tomado, tranquilamente, un pasaje de ida.

Tras llegar del exterior con sus estudios de cine, Meléndez tenía claro lo que deseaba: promover el amor y el estudio del cine.

En 1979, creó la Cinemateca Dominicana, en el auditorio del Museo Nacional de Historia y Geografía. Ahí comenzó todo con la proyección de El nacimiento de la nación (David Wark Griffith), que se debatió en uno de los primeros cinefórums realizados en República Dominicana,

Titular de una obra fílmica de solo dos títulos (Un pasaje de ida, 1988, y Del color de la noche, 2015), Agliberto Meléndez, fue el iniciador del cine independiente con criterios profesionales del cine nacional. Fue el ejemplo del artista coherente que privilegió su papel de contar, por encima de cualquier otra consideración, buenas historias.

“No hago cine para hacer dinero” sentenció en más de una oportunidad.

Hubo momentos en la historia dominicana en que se coqueteó con el cine: Francisco Arturo Palau (1922, La leyenda de la Virgen de la Altagracia; 1923, La aparición de Nuestra Señora de la Altagracia; y 1924, Las emboscadas de Cupido). En 1963, se filmó La silla, partiendo de un libreto de teatro de Franklin Domínguez en 1960, producto de un rodaje guerrillero los fines de semana, pero fue la filmación de un monólogo teatral. No era cine en el sentido estricto.

Queda claro que, en un país sin tradición fílmica, el cine de ficción, el cine comprometido, el cine independiente con perfil nacional, quien lo impulsa es Agliberto Meléndez.

Él lo creó todo, y no se habla solo del aspecto inspiracional y glamoroso. Se habla de la brega por hacer el más demandante de las artes; se habla de batir el cobre, de guayar la yuca, de transitar caminos en contravía, recibir muchas respuestas negativas o de indiferencia al momento de buscar patrocinios o inversionistas. No había Ley Nacional de Cine.

Hacer cine, entonces, suponía pagar todo: cada renglón, financiar cada fase de producción, tener efectivo para técnicos y artistas (salvo en los casos de esos enamorados del cine y el arte que se ofrecieron a hacer lo que fuera para lograr el milagro).

Un pasaje de ida

Agliberto, para hacer cine, contó con lo imprescindible: un equipo de apoyo capaz y desinteresado. Pericles Mejía, actor, director, editor; Adelso Cass, actor y productor, Danilo Taveras, director y actor teatral; y una casa por hipotecar. Y un Peugeot 1984 por vender. En esas condiciones se dispuso a hacer Un pasaje de ida, que estableció el parámetro para el cine industrial.

El director sabía perfectamente lo que quería como director: ficcionar la realidad social, y hacerlo con calidad, por lo cual seleccionó y procuró entrenamiento de actuación para cine, de un conjunto de actores y actrices.

Responsable junto con Pericles Mejía del adiestramiento para cine de la primera generación de actores que entrenó: Carlos Alfredo, Ángel Haché Rafael Villalona Ángel Muñiz, Víctor Checo, Félix Germán, Frank Lendor, Carlota Carretero, Giovanny Cruz y Johanny Sosa, Rafael Villalona, Pepito Guerra, María Castillo y Basilio Belliard, entre otros talentos,

Cuando se estrenó Un pasaje de ida, el jueves 18 de febrero de 1988, 110 000 personas acudieron a verla, logró buenas críticas de prensa especializada, logró 14 premios internacionales y lo llevó como director a recibir el Premio Gran Casandra en 1989, otorgado por la directiva de Acroarte que encabezaba José Tejada Gómez, para convertirse en la primera película en recibir un galardón en ese marco. Antes no se había creado el renglón cine en los premios nacionales de arte.

La experiencia de haber dirigido Un pasaje de ida, le llevó a escribir la monografía testimonial Así se batió el cobre, que describe el viacrucis que pasó para hacerla.

La película de la que nadie sabía

Cuando terminó Un pasaje de ida, con los premios internacionales y el Gran Casandra, Meléndez escribió un guion de época: que iniciaba con una escena que nos describió en persona: ante el mar Caribe, la cámara se mueve lento desde las aguas hacia la orilla sobre las olas para encontrarse con la figura de una mujer indígena, en torno a la cual gira varias veces en contrapicado, hasta develar su rostro. Anacaona. Era una historia de resistencia y sacrificio de los taínos contra la invasión hispana. Tal era su conciencia social. Esa película no trascendió de la escritura del guion.

Agliberto Melendez gana el Gran Casandra Acroarte 1989

La segunda película

Una segunda película de Meléndez fue Del color de la noche, un biopic sobre la trayectoria del Dr. José Francisco Peña Gómez , con una premier el 30 de noviembre de 2015 en la sala 7, de Galería 360 de Caribbean Cinemas, (la misma que distribuyó Un pasaje de ida) con invitados especiales, la prensa especializada, los familiares del fenecido líder e invitados especiales. Las exhibiciones al público se iniciaron el 3 de diciembre.

Para realizarla, solo tuvo el apoyo económico del gobierno del doctor Leonel Fernández, entonces presidente de la República y muy empoderado de la importancia de respaldar el cine. Fernández dispuso la entrega de partidas para realizar esta película que era curiosamente, un ácido opositor político. No tuvo el impacto ni el nivel de Un pasaje de ida.

En 2016 Meléndez fue designado director de Radio Televisión Dominicana, en la cual desarrolló una labor recordable y en la que se privilegió el talento y la producción nacional.

Las honras fúnebres

Las honras fúnebres se inician este miércoles tres de julio a las 11 de la mañana en Capillas La Paz, en Santo Domingo, informaron voceros autorizados de la familia Meléndez. Había estado afectado de condiciones propias de la edad y se había retirado a una propiedad rural, dejando el bullicio y el afán de vida express de Santo Domingo, urbe a la cual venía de forma excepcional.

Su vida

Nace en Altamira, República Dominicana, en 1944, hijo de padre puertorriqueño y madre dominicana. Hacia mediados de los setenta, Meléndez había estudiado cine y economía en la Universidad de Nueva York.

De vuelta a su país, realizó muy pronto un cortometraje (El hijo, 1979) y algunos años después le dedicó un documental al malogrado pintor Gilberto Hernández (El mundo mágico de Gilberto Hernández, 1983). El crítico José Luis Sáez apuntó que este documental «pertenece a un intento sincero por hacer cine en Santo Domingo y sobre temas dominicanos».

Meléndez, sin embargo, se vio comprometido por aquellos años en la gestión y dirección de instituciones culturales como la Cinemateca Nacional (que fundara en 1979, y a la cual volvería del 2001 al 2004), Radio y Televisión Dominicana (1983-1984) y fue creador de un evento cultural que debió haber tenido continuidad: Festival de Cultura (1984-1986).

José Rafael Sosa

Periodista

Escritor, periodista y animador cultural. Nació en Puerto Plata en 1950. Tiene una amplia trayectoria en el periodismo cultural dominicano. Se ha caracterizado por cultivar géneros que le faciliten una comunicación efectiva con sus lectores, como el cómic y el origami. Es el principal escritor de literatura de crecimiento personal en República Dominicana.

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