Que José Antonio Kast vaya a presidir Chile era algo impredecible incluso para sus amigos más cercanos hace algunos años.
"No era fácil imaginarse que iba a ser candidato", dice Rodrigo Pérez Stiepovic a BBC Mundo al recordar cuando Kast y él iniciaron juntos la carrera de Derecho en 1984 y se volvieron íntimos hasta hoy.
El propio Kast ha relatado que, la primera vez que pensó en ser presidente, le preguntó a otro amigo si podría lograrlo y obtuvo una respuesta poco alentadora: "No, te volviste loco".
Sin embargo, Kast ha sido electo para ese cargo al ganar con amplio margen el balotaje presidencial este domingo como candidato opositor de derecha frente a la comunista Jeannette Jara.
Esta era la tercera vez que Kast intentaba alcanzar la cima del poder chileno.
En las elecciones de 2021 perdió por 12 puntos porcentuales el balotaje ante el actual presidente de izquierda, Gabriel Boric, y en las de 2017 consiguió apenas 8% de los votos.
Ahora, con una campaña centrada en temas de seguridad, Kast logró revertir el resultado de la primera vuelta de noviembre, cuando Jara lo superó por tres puntos porcentuales (tuvo 26,9% y él 23,9%).
La clave del éxito de Kast ha sido aglutinar los distintos votos de derecha con el apoyo que obtuvo para el balotaje de dos candidatos derrotados en la primera instancia, el libertario Johannes Kaiser y la conservadora Evelyn Matthei.
La trayectoria política y el triunfo de este abogado católico que despierta comparaciones con líderes de otros países como Donald Trump, Javier Milei o Nayib Bukele, han transformado a la derecha chilena.
La referencia de Pinochet
Nacido hace 59 años en Paine, una comuna ubicada en la región metropolitana de Santiago, Kast es el menor de diez hijos de un matrimonio de alemanes que emigró a Chile después de la Segunda Guerra Mundial.
El pasado de su padre, Michael Kast, durante ese conflicto bélico ha sido motivo de controversia.
Kast ha dicho que su padre se alistó por obligación en el ejército alemán para evitar un posible juicio militar y fusilamiento.
"La historia familiar nuestra es lo más distante que alguien se puede imaginar del nazismo", afirmó en la campaña de 2021.
No obstante, investigaciones periodísticas posteriores indicaron que Michael Kast fue miembro del partido nazi de Adolf Hitler a los 18 años, según un documento de 1942 del Archivo Federal en Alemania.
Si bien podría haber dudas sobre si se trata de la misma persona, el lugar y fecha de nacimiento coinciden con los del padre del candidato chileno.
Casado con la abogada María Pía Adriasola, con nueve hijos y próximo al movimiento católico conservador Schoenstatt, Kast también ha rechazado la etiqueta de "ultraderecha" que suelen ponerle.
Sin embargo, ha defendido el régimen militar de Augusto Pinochet (1973-1990) y llegó a decir que si éste estuviera vivo habría votado por él.
Su hermano mayor, Miguel Kast, fue ministro y presidente del Banco Central del gobierno militar, un régimen bajo el cual hubo graves violaciones de derechos humanos como torturas, asesinatos o desapariciones de miles de personas.
Kast ha negado avalar ese tipo de abusos, aunque también causó polémicas desde su primera candidatura presidencial al decir, por ejemplo, que "en el gobierno militar se hicieron muchas cosas por los derechos humanos de otras personas".
También sostuvo que, a diferencia de lo que ocurre en Cuba, Venezuela y Nicaragua, con Pinochet en Chile hubo una "transición a la democracia".
"Lo que (Kast) valora es ciertos avances y cierto desarrollo que se produjo en el gobierno de Pinochet", explica Pérez. "No hay extremismo para nada: no hay ni fascismo, ni es antidemocrático en mi opinión".
Pero, sobre todo para las víctimas del régimen de Pinochet, el triunfo de Kast revive fantasmas del pasado que parecían caducos.
Una derecha "nueva"
La carrera política de Kast empezó cuando estudiaba en la Universidad Católica, donde participó del Movimiento Gremial fundado por Jaime Guzmán, un colaborador de Pinochet y redactor de la Constitución vigente desde 1980.
Después fue concejal y diputado por la derechista Unión Democrática Independiente (UDI), también fundada por Guzmán, quien fue asesinado siendo senador en 1991.
Kast se alejó de la UDI argumentando que debía dejar lo "políticamente correcto" y fundó el Partido Republicano chileno por el que ha sido candidato en las últimas dos elecciones.
Aunque perdió con Boric en 2021, tras el estallido social en el país, y sufrió otra derrota electoral con el rechazo a la propuesta de reforma constitucional que impulsó en 2023, su triunfo electoral confirma la fuerza de su movimiento político.
"Kast ha tratado de representar una derecha 'nueva', lo que yo llamo la derecha nacionalista populista", dice Robert Funk, politólogo de la Universidad de Chile, en diálogo con BBC Mundo.
Y añade que el presidente electo "ha tratado durante estos años de acercarse a otros modelos que hemos visto en distintas partes del mundo" como el presidente estadounidense Trump, el argentino Milei, el salvadoreño Bukele y el primer ministro húngaro, Viktor Orbán.
Kast felicitó a Trump vía redes sociales por su elección de 2024, que definió como "un nuevo triunfo de la libertad y el sentido común".
Antes de la primera vuelta dijo que, si el mandatario de EE.UU. le planteara que piensa invadir Venezuela, le respondería: "Proceda".
Kast propone encabezar un "gobierno de emergencia", con medidas centradas en temas de migración y seguridad pública, un tema que según encuestas encabeza las preocupaciones de los chilenos pese a que los índices de violencia del país son menores que otros en la región.
Una de sus promesas es instalar rejas o zanjas en las fronteras de Chile con Bolivia y Perú para impedir el paso de inmigrantes irregulares, como el presidente de EE.UU. hizo en el límite con México.
Y ha dicho que quiere generar más autodeportaciones de extranjeros indocumentados que Trump.
Kast también reivindica el modelo de "mano dura" de Bukele, cuya megacárcel en El Salvador visitó el año pasado para conocer cómo funciona, pese a las denuncias de violaciones de derechos humanos allí.
"Necesitamos más Bukele y menos Boric", sostuvo en esta campaña.
En el plano económico, las propuestas de Kast tienen similitudes con las de Milei: propone un drástico ajuste fiscal de US$6.000 millones en 18 meses bajo el eslogan de "recortar el gasto político", pese a las dudas sobre su viabilidad.
Uno de sus principales asesores publicó un artículo con expresiones propias del presidente argentino, como "casta política" y "parásitos del Estado", lo que generó molestias hasta en la centroderecha que gobernó Chile en el pasado.
Pero Kast lo respaldó y dijo que, si él hubiese escrito esa columna, "podría haber sido más dura".
Y en septiembre, cuando el expresidente brasileño Jair Bolsonaro, aliado ideológico, fue condenado por intento de golpe de Estado, Kast sostuvo que hay jueces en ese país que actúan con ideología política.
"¿Cómo que no se puede?"
Funk evita cuestionar el compromiso de Kast con la democracia, "pero más que nada porque se da cuenta que no hay agua en esa piscina".
"Él sigue defendiendo la dictadura y todo eso, pero creo que entiende que hoy en día en Chile sugerir de alguna forma que estaría dispuesto a transar con eso sería el fin de su campaña", señala el politólogo.
Kast tampoco ha sembrado dudas sobre la fiabilidad del sistema electoral de su país, como sí hicieron Trump o Bolsonaro, y al ser derrotado en el balotaje de 2021 llamó a Boric para felicitarlo "por su gran triunfo".
Pérez, su amigo de décadas, sostiene que Kast "es más racional y moderado en la forma de expresarse en contra de sus adversarios" que Trump o Milei.
A diferencia de estos, que llegaron al poder como outsiders, Kast lleva décadas en la política.
En esta campaña, ha intentado dejar en un segundo plano ideas de la agenda cultural que planteó en las elecciones pasadas, como su oposición al aborto o a que exista el ministerio de la Mujer.
Los analistas creen que el candidato buscó así atraer votos femeninos que le fueron esquivos en el balotaje pasado y en la propuesta de reforma constitucional que impulsó sin éxito.
Sin embargo, esto le valió críticas conservadoras: antes de darle su apoyo, Kaiser cuestionó su compromiso con la "agenda valórica" de la derecha.
Cuando en un debate entre candidatos de la primera vuelta un periodista le preguntó si mantiene su férrea oposición incluso a que se venda libremente en farmacias la píldora anticonceptiva "del día después" de una relación sexual, Kast respondió de forma indirecta.
"Tengo las mismas convicciones de defensa a la vida desde la concepción hasta la muerte natural", dijo en dos ocasiones.
Su esposa relató en 2017 que, tras tener su segundo hijo, buscó controlar la natalidad y un médico le recetó pastillas anticonceptivas. Pero su marido se opuso al enterarse: "¿Estás loca? No se puede", le dijo Kast, por ser algo ajeno a los valores de la Iglesia católica.
"¿Cómo que no se puede? Si todas mis amigas lo hacen", contó Adriasola que le respondió a su marido.
Entonces fueron a preguntarle a un cura, que los derivó a otro médico que hablaba del "método natural", en referencia a la abstinencia sexual durante el ciclo fértil.
Esta vez el movimiento pendular entre izquierda y derecha que suele haber en las elecciones de Chile y de otros países latinoamericanos ha favorecido a Kast.
El otrora candidato improbable para sus amigos alcanza la presidencia que buscaba hace años. Su desafío ahora será mantener el respaldo del variopinto campo conservador chileno para gobernar con respaldo parlamentario.
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