El 16 de agosto de 1982 Salvador Jorge Blanco tomó posesión en el gobierno y el doctor Vega Imbert se juramentó como nuevo canciller de la República. La cercanía profesional y personal de Vega Imbert con el presidente Jorge Blanco fue un factor de éxito en los procesos convulsos de política exterior en los que estaba involucrado el país.
El doctor Vega Imbert designó un equipo de profesionales de alta calidad y solvencia, que demostraron conocer los temas y problemas que estaban en sus manos, y que abrirían muchas puertas a las urgencias y objetivos del país en sus relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, que derivaban en cooperación para el desarrollo, mercado para exportaciones de productos y materias primas locales, migración, y todo lo relacionado con la deuda externa y los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional.
Entre los miembros de ese equipo se encontraban Eduardo García Michel, Jesús María Hernández, Octavio Cáceres Michel, Miguel Pichardo, Carlos Guzmán, Arturo Calventi, Juan Jorge, Arlette Fernández viuda Fernández Domínguez y la embajadora Abreu, entre otros, que eran apoyados por la experiencia y la calidad profesional de Manuel Quiterio Cedeño, como responsable del equipo de comunicación, que hizo posible que todo el servicio exterior estuviere comunicado diariamente con los principales sucesos nacionales e internacionales. En ese operativo se obtuvo el concurso de la agencia EFE de España. La vieja guardia de gobiernos anteriores se mantenía a cierta distancia y en casos excepcionales era reclamada para apoyo. Vega Imbert sacó gran provecho a la Comisión Consultiva, principalmente a Virgilio Díaz Grullón y Wenceslao Vega; y en asuntos culturales contó con Marianne de Tolentino, entre otros colaboradores. Al inicio de la gestión, algunos militantes de las tendencias partidarias que apoyaban al presidente sugirieron la designación de miembros que tuvieron una gran oportunidad, algunos muy valiosos, pero otros caminaron por senderos conflictivos y fueron trasladados a otras posiciones gubernamentales.
Vega Imbert también contó con la experiencia de Armando Oscar Pacheco. Además, en el servicio exterior, entre otros, estuvieron los embajadores Milton Ray Guevara, Aníbal Campagna, Enriquillo del Rosario, Eladio Knipping, Carlos Despradel, Cirilo Castellanos, Víctor Gómez Bergés, Rafael Solano, Antonio Zaglul, Manuel Cáceres Troncoso, el general Oscar Padilla Medrano, Guarionex Rosa, Alberto Ricart, Marcio Veloz Maggiolo, Juan Bolívar Díaz, Rodolfo Leyba y Eulogio Santaella.
Añade Vega Imbert: “Finalmente, debo también mencionar la gran ayuda de mi esposa Rosa María Batlle, no solo por su participación en la organización de los eventos sociales, sino en la actividad diaria como puente entre mi despacho y el personal femenino. Al terminar nuestro periodo le hicieron un acto social de reconocimiento muy cálido y espontáneo”.
En septiembre de 1982 el canciller Vega Imbert asistió a la Asamblea General de las Naciones Unidas, y fue así el portavoz del primer discurso en esa Asamblea, donde delineó las líneas generales de la política exterior del gobierno del PRD. Abordó la crisis económica mundial, la crisis de la deuda externa, el apoyo del gobierno al proceso de paz en Centroamérica, los reclamos argentinos acerca de su soberanía sobre las islas Malvinas, y el derecho de los palestinos a tener un Estado. Fue durante esa asamblea que la República Dominicana presentó su candidatura al Consejo de Seguridad juntamente con Nicaragua, cuyos pormenores se relatan en el artículo anterior.
Cabe recordar que, antes de la toma de posesión del presidente Jorge Blanco en agosto de 1982, se produjo en México un hecho que tuvo repercusión mundial: ese país se declaró en cesación de pagos de la deuda externa, lo que abrió un periodo de intensas negociaciones y conferencias sobre ese tema. Por efecto de ese hecho referente a México, el presidente de Ecuador, Osvaldo Hurtado Larrea, en una reunión celebrada en Quito con ministros de finanzas latinoamericanos, declaró que había solicitado a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y al Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA) un estudio sobre tan importante tema, y su propósito, además, de que las respuestas de los citados organismos se conocieran en una reunión de cancilleres a celebrarse en un país latinoamericano. El secretario de Finanzas dominicano, licenciado José Rafael Abinader (padre del presidente Luis Abinader), presente en esa reunión, propuso a la República Dominicana como sede, lo cual fue aceptado. Esta iniciativa del presidente Hurtado Larrea provenía de una carta entregada el 11 de febrero de 1983 a Enrique Iglesias, secretario ejecutivo de la CEPAL, y a Carlos Alzamora, secretario permanente del SELA. El estudio solicitado fue entregado el 16 de mayo de 1983 por Iglesias y Alzamora al presidente ecuatoriano, titulado Bases para una respuesta de América Latina a la crisis económica internacional; fue acompañado de una carta de sus autores al jefe de Estado ecuatoriano. Durante el encuentro para entregar ese documento, que incluyó representantes personales de los jefes de Estado y de gobierno convocados por el gobierno ecuatoriano, se debatieron varios temas, entre ellos el papel que correspondería a una Conferencia Económica Latinoamericana a celebrarse en Quito. Se complicaba además la convocatoria para ese mismo año, ya que los responsables de la diplomacia económica multilateral de los países latinoamericanos ya tenían una agenda muy cargada con la cumbre ministerial de Cartagena, la cumbre del Movimiento de No Alineados de Nueva Delhi, entre otros.
Efectivamente, entre el 1 y el 3 de agosto de 1983, Santo Domingo fue sede de la reunión convocada en Quito, con la asistencia de cancilleres y representantes personales de los jefes de Estado y de gobierno, para conocer las recomendaciones de la CEPAL y el SELA sobre los temas de la deuda externa, los programas de ajustes del FMI y el incumplimiento de los países del continente. Estuvieron presentes 26 países, incluyendo a Cuba, cuyo nivel de representación se puede desglosar como sigue: además de los presidentes de República Dominicana y Ecuador que inauguraron la reunión, 14 delegaciones estuvieron encabezadas por ministros o funcionarios de rango ministerial, cuatro por viceministros o rangos equivalentes, y las restantes por muy altos funcionarios o embajadores especiales. Durante su participación, el presidente Hurtado Larrea, gestor de la iniciativa, aprovechó la ocasión para clarificar que los países latinoamericanos se reunieron en Santo Domingo, no para constituir un club de deudores sino para discutir un programa de acción en beneficio de todas las partes involucradas, en ningún caso para adversar a nadie.
Se eligió como presidente de la Mesa para dirigir la reunión al doctor Vega Imbert como canciller anfitrión, y de esta reunión surgió el documento denominado Compromiso de Santo Domingo. Además, se determinó que la Mesa diera seguimiento al cumplimiento de lo acordado, idea que fue un factor determinante para asegurar la realización de la eventual Conferencia Económica Latinoamericana de Quito. Además de este elemento de seguimiento, la Mesa debía preparar la conferencia, con el asesoramiento de las secretarías del SELA y la CEPAL.
“En las decisiones que a partir de allí se adoptan, desempeña un papel fundamental la Mesa de Santo Domingo, y en particular su presidente, el canciller Vega Imbert, junto con el embajador Eduardo Santos Alvité, a quien el presidente Hurtado Larrea le había encomendado que se hiciera cargo de la organización de la Conferencia”, comenta Félix Peña, relator de esa Mesa, en su texto “¿Y después de Quito?: La Conferencia Económica Latinoamericana y sus resultados prácticos”. La Mesa celebró tres reuniones técnicas preparatorias, todas presididas por el canciller Vega Imbert: la primera, en Caracas, Venezuela, en ocasión del Noveno Consejo Latinoamericano del SELA (del 18 al 20 de septiembre); la segunda, en San José, Costa Rica (del 4 al 5 de noviembre); la tercera en Buenos Aires, Argentina, en ocasión de la asunción del gobierno del presidente Raúl Alfonsín (el 11 de diciembre). Fue en la reunión de Costa Rica que se fijó finalmente la fecha del 9 al 14 de enero de 1984 para celebrar la conferencia; y se aprobó la agenda correspondiente, pendiente de consulta del presidente ecuatoriano Hurtado Larrea con los demás jefes de Estado.
Como resultado de la Conferencia, los presidentes que asistieron o sus representantes suscribieron la Declaración de Quito, cuyo plan de acción incluyó compromisos y medidas en distintas áreas, cuyo propósito era conciliar acciones conjuntas para fortalecer el comercio intrarregional, mecanismos de apoyo, criterios básicos de intercambio de información y asistencia técnica, entre otros aspectos de cooperación; en el interés de dinamizar el respaldo político a estas acciones para el bienestar de los países latinoamericanos. El discurso inaugural de la Conferencia fue pronunciado por el presidente dominicano Salvador Jorge Blanco. Al concluir la Conferencia, y en reconocimiento a su trabajo en la organización de la misma, el canciller Vega Imbert fue condecorado por el presidente ecuatoriano Hurtado Larrea.
Por otro lado, en 1983 Argentina fue la sede de la Conferencia Internacional de Ministros de Relaciones Exteriores del Grupo de los 77, de países en vías de desarrollo, y la cancillería dominicana estuvo presente y fue activa en esa reunión. Allí se aprobó el documento titulado Plataforma de Buenos Aires, y fue la primera vez que un canciller dominicano participaba en nombre del país en una reunión ministerial de todo un bloque de países en vías de desarrollo, con la finalidad de negociar y presionar a los países industrializados por mejores condiciones de comercio.
Otra reunión importante en 1983 fue la VI Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), celebrada en Belgrado, Yugoslavia. Cancillería y miembros del equipo económico del gobierno jugaron un rol diplomático y político en esta reunión. Eso abrió las puertas para que el canciller Vega Imbert y parte de su equipo estuvieran presentes en calidad de observadores en la VII Cumbre del Movimiento de Países No Alineados, celebrada en Nueva Delhi, India, en marzo de 1983.
Durante su estancia en Belgrado, el canciller Vega Imbert aprovechó para formalizar relaciones diplomáticas con Yugoslavia. Poco tiempo después, se establecerían relaciones diplomáticas con dos países de la órbita soviética: Hungría y Rumanía, expandiéndose, de esa manera, la presencia dominicana en la comunidad internacional, aún en plena Guerra Fría y con una Centroamérica convulsionada.
En 1984, el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, invitó al presidente Jorge Blanco a una visita de Estado, siendo el primer presidente dominicano en ser invitado en esas condiciones. Cabe señalar que, durante la presidencia de Jorge Blanco, en la región del Caribe se vivieron conflictos extremos, principalmente en El Salvador y Nicaragua, así como las difíciles negociaciones con el Fondo Monetario Internacional.
En relación con la visita de Estado del presidente Jorge Blanco a Washington, la cancillería dominicana, junto a la Presidencia, el Banco Central y la Secretaría de Estado de Finanzas, preparó las bases para esta visita a la Casa Blanca en abril de 1984. El presidente Jorge Blanco, junto a un equipo ministerial dominicano, se reunió con el presidente Ronald Reagan y parte de su equipo. Y agotó un amplio programa de visitas, reuniones y festejos propios de una visita de esta categoría, incluyendo una recepción oficial en la Casa Blanca, así como una cena en Nueva York ofrecida por Henry Kissinger en su residencia.
Después de la visita de Estado a Washington, se implementaron las medidas impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en abril de 1984, que ocasionaron los trágicos sucesos nacionales del 23 y 24 de abril. Fue entonces cuando Belisario Betancourt, presidente de Colombia, convocó en Cartagena de Indias una Cumbre Ministerial de Cancilleres y Ministros de Hacienda de los 11 países más endeudados de América Latina: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Venezuela y Uruguay, que concentraban el 80 por ciento de la deuda regional. La delegación dominicana fue integrada por el canciller Vega Imbert; el secretario de Estado de Finanzas, Hugo Guiliani Cury; y el secretario técnico de la Presidencia, Orlando Haza del Castillo. Al final se firmó un documento denominado Consenso de Cartagena, que se convirtió en el primer esfuerzo de unión de los países latinoamericanos para crear un mecanismo de consulta y seguimiento de la deuda externa regional para ayudar a la concreción de encuentros con los acreedores. Quedó claro, sin embargo, que no era el propósito del consenso crear un Club de Deudores, de manera que cada país negociara con esos organismos de manera bilateral.
En esa reunión en Cartagena de Indias se acordó realizar sucesivas reuniones de cancilleres y ministros de Hacienda, la primera de las cuales se celebraría en Mar del Plata, Argentina, y una segunda en Santo Domingo, que se efectuó en enero de 1985. Los países sedes de esas reuniones fueron designados como secretarios pro tempore del Consenso de Cartagena y encargados de la preparación de las mismas. Por efecto de ello, el canciller dominicano Vega Imbert fue secretario pro tempore del Consenso durante el periodo después de la reunión de Mar del Plata y la de Santo Domingo.
Fue la política exterior de ese momento la que logró la presencia de República Dominicana en el Tratado de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe (CBI, por sus siglas en inglés), que entró en vigencia el 1 de enero de 1984. Fue un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos en que participaron Cancillería, Industria y Comercio, Secretariado Técnico de la Presidencia, Banco Central y el Centro Dominicano de Promoción de las Exportaciones (CEDOPEX). El CBI tendría una duración de 12 años y permitiría a los países de la iniciativa exportar sin aranceles hacia los Estados Unidos, sin reciprocidad, y eso permitió dar un gran impulso a las exportaciones no tradicionales dominicanas, y ayudó al país a prepararse para los próximos acuerdos de libre comercio.
El 23 de julio de 1985 el presidente Jorge Blanco, el canciller Vega Imbert y otros funcionarios iniciaron una gira por América del Sur promoviendo acuerdos e intercambios entre República Dominicana y los países visitados. Se firmaron acuerdos con Brasil, Argentina, Uruguay y Perú.
Ese mismo año el presidente Salvador Jorge Blanco encabezó la delegación que asistió a la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, celebrada en el mes de octubre. Vega Imbert estuvo acompañando al presidente. Esta asamblea tuvo una connotación especial, por la celebración del 40 aniversario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Allí, el presidente Reagan asistió a dos almuerzos, en días sucesivos, con jefes de Estado asistentes a esa asamblea conmemorativa; en uno de ellos, ocupó un asiento al lado del presidente Jorge Blanco, lo cual permitió que trataran asuntos bilaterales de importancia, así como aspectos del conflicto centroamericano.
Ese mismo mes asistieron en Kingston, Jamaica, a una reunión de jefes de Estado y cancilleres, convocados por el primer ministro Edward Seaga. Al regreso, hubo una parada técnica en Puerto Príncipe, Haití, por invitación del presidente Jean-Claude Duvalier (Baby Doc). Esta visita mantuvo al presidente Jorge Blanco y a su equipo por varias horas en la capital haitiana.
Además, el secretario de Relaciones Exteriores seguía atendiendo las relaciones con Estados Unidos, con los países ACP y con los centroamericanos, pero sin olvidar la profesionalización y el reforzamiento administrativo y gerencial de la secretaría a su cargo. Vega Imbert modernizó los departamentos diplomáticos y consulares, hizo esfuerzos para profesionalizar la carrera diplomática y capacitar al personal diplomático mediante cursos y entrenamientos con apoyo de un programa diseñado por el PNUD, y reforzó el rol de la secretaría en los asuntos económicos, y procuró la presencia dominicana en las cumbres regionales, internacionales, en los bloques comerciales bilaterales, regionales y mundiales.
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