En la era de las redes sociales, donde cada opinión puede convertirse en tendencia y cada publicación en campo de batalla, la difamación y el acoso digital se han vuelto parte del paisaje cotidiano. Para activistas, defensoras de derechos humanos y figuras públicas, recibir insultos, ataques coordinados o acusaciones falsas ya no es una excepción: es una rutina. Sin embargo, esa normalización no significa que no existan herramientas legales para enfrentarla. Sí las hay, y conocerlas es el primer paso para recuperar la dignidad.

La abogada Fabiola Medina, socia fundadora de Medina Garnes & Abogados, lo explicó con claridad en el podcast Porque Sueño, conducido por Lauristely Peña Solano y Michelle Ricardo. Desde su experiencia, Medina trazó una guía legal y emocional para quienes enfrentan este tipo de violencia.

Uno de los primeros pasos es entender las diferencias entre difamación, injuria y violencia digital. La Ley 53-07 sobre Crímenes y Delitos de Alta Tecnología establece tres figuras jurídicas fundamentales. Difamar es atribuir a alguien un hecho falso que daña su honor o reputación. En este caso, entra en juego la “excepción de la verdad”: si lo dicho es cierto y puede probarse, no hay difamación. Injuria, en cambio, se refiere a insultos o expresiones ofensivas que, aunque no sean falsas, afectan la dignidad de la persona. En palabras simples: difamar es inventar, injuriar es insultar. Ambas acciones son sancionables.

Difamar es inventar, injuriar es insultar. Ambas acciones son sancionables.

La violencia digital, por su parte, implica un conjunto de acciones reiteradas que buscan hostigar, amenazar o discriminar a alguien por medios tecnológicos. Es una forma de acoso que se camufla en likes, retuits y perfiles falsos, pero que tiene consecuencias reales en la vida de las personas.

¿Qué hacer si se es víctima? Medina recomienda comenzar por valorar el impacto personal. Denunciar es un paso importante, pero también puede generar revictimización. Antes de proceder, conviene asegurarse de que la acción legal beneficiará el bienestar físico y emocional de quien denuncia.

Luego, es fundamental recolectar evidencias: capturas de pantalla, correos electrónicos, audios, imágenes, fechas, horas y contextos. Aunque los agresores borren el contenido, siempre quedan rastros digitales que pueden recuperarse por vía judicial o técnica.

También es clave distinguir entre denuncia y querella. La denuncia informa sobre un hecho delictivo, incluso sin identificar a los responsables. La querella, en cambio, acusa formalmente a quien cometió el delito. Esta diferencia puede determinar el curso del proceso legal.

En República Dominicana, existe una Procuraduría Especializada en Crímenes y Delitos de Alta Tecnología, ubicada en el cuarto piso del edificio anexo a la Fiscalía del Distrito Nacional. Allí se pueden presentar denuncias o querellas. Aunque muchos ataques provienen de perfiles falsos o grupos organizados, los proveedores de servicios digitales —como redes sociales y compañías de telecomunicaciones— sí cuentan con la información real de los usuarios. Con una orden judicial, están obligados a revelar la identidad de quienes cometen estas agresiones.

En algunos casos, una campaña digital de difamación desemboca en agresiones físicas o amenazas en la vida real. En ese escenario, ya no aplica solo la Ley 53-07, sino también el Código Penal, que sanciona la agresión y la amenaza como delitos independientes. Una persona que insulta, golpea o amenaza en la calle puede ser querellada directamente.

El tiempo es un factor decisivo. Si se deja pasar demasiado, las evidencias pueden perderse y la acción penal prescribir. Buscar asesoría legal de inmediato es fundamental para determinar si corresponde denuncia o querella, identificar correctamente a los responsables y evitar que la violencia se normalice.

¿Vale la pena denunciar? La respuesta depende de cada caso y de cada persona. Medina aconseja siempre valorar el impacto emocional y los riesgos de revictimización. Sin embargo, insiste en la importancia de denunciar: porque fortalece el sistema de justicia, porque obliga a jueces y fiscales a reconocer la violencia digital como delito, y porque abre precedentes para proteger a más personas en el futuro.

Este episodio del podcast Porque Sueño ofrece una guía legal y emocional para enfrentar la difamación en la era digital.

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