En Reino Unido, el giro en política migratoria del primer ministro Keir Starmer deja interrogantes. Según académicos, la inmigración es la principal preocupación de la gente, alimentada por la derecha populista y trumpista de Farage.
El discurso del primer ministro británico sobre el riesgo de que el Reino Unido se convierta en “una isla de extranjeros” si no se frena la inmigración ha sorprendido a mucha gente. Algunos lo han tachado de populista, otros de racista. Incluso ha sido criticado dentro de su partido.
Cambio de estrategia y retórica
“No creo que Keir Starmer sea racista, aunque sus palabras podrían sonar así”, dice Liam, un británico de 29 años que trabaja en comercio y que no es votante de Starmer. “No creo que los inmigrantes sean un problema, pero tienen que venir a aportar”, añade. Por su parte, Sarah, de 40 años, cree que se está perdiendo la identidad. “Está llegando mucha gente de fuera y tengo la sensación de que no se están integrando”, dice.
Lo primero que hizo Starmer tras ganar las generales de julio del año pasado fue cancelar el plan de Ruanda y anunciar una nueva fuerza integrada por policías, inteligencia y agentes de frontera enfocada a la colaboración europea y en acabar con las mafias internacionales. El discurso de la “isla de extranjeros” culmina lo que parece un cambio de estrategia y retórica con la inmigración.
Keir Starmer puso en marcha una campaña publicitaria con fotos y vídeos de agentes expulsando a ilegales del país. Anunció que los solicitantes de asilo rechazados serían enviados a centros instalados a países balcánicos, una política que muchos comparan con el plan de enviar a los solicitantes de asilo a Ruanda de Boris Johnson. Y ha endurecido los requisitos para dar visados de trabajo y estudio a extranjeros.
La sombra de Reform y del Brexit
“Creo que Starmer quiere recuperar los votantes perdidos en favor de Reform”, dice Sarah. En las elecciones locales del 1 de mayo, Reform se impuso con el 30% de los votos, por delante de los laboristas (20%) y los conservadores (15%). Reform es un partido antiinmigración creado por Nigel Farage, el instigador del Brexit, inspirado en Trump, que se ha convertido en la primera fuerza política del país en las encuestas. Farage se está quedando con los votantes conservadores y también con parte de los laboristas.
“La mayoría de los votantes británicos están preocupados por la inmigración y por su impacto en la sociedad, creen que es lo más importante y Starmer tiene que hacer frente a esto -cuenta a RFI Steven Fielding, profesor emérito en Historia Política de la Universidad de Nottingham-. Prometió en las últimas elecciones reducir la inmigración y tiene que cumplirlo. No tiene alternativa”.
El control de las fronteras y de la inmigración fue la gran promesa del Brexit en 2016. Pero la inmigración se ha disparado desde que se consumó en enero de 2020. Fielding considera que los brexiteros mintieron y por eso la gente se ha decepcionado. La realidad era que hacía falta la inmigración para recuperar la economía.
“La gente pensaba que el Gobierno conservador utilizaría los poderes del Brexit como el no tener la libertad de movimiento con la Unión Europea (UE) para reducir la entrada de extranjeros -explica a RFI el doctor David Jeffery, académico de Política Británica en la Universidad de Liverpool-, pero el nuevo sistema de inmigración de puntos introducido por Boris Johnson fue demasiado laxo y permitía a gente venir aquí a hacer trabajos mal pagados o a estudiantes venir y traerse a sus familias, con lo que daban la visa a una persona y venían cuatro, con el coste que esto conlleva. El Gobierno decidió que hacía falta más inmigración para mejorar la economía”.
Jeffery explica que uno de los principales motivos por el que votaron salir de la UE fue que pensaban que se reduciría la inmigración y “se encontraron con que dejaron de venir los europeos y empezaron a llegar inmigrantes de Oriente Medio, de India, de Pakistán, de Nigeria, países con los que tienen menos en común y esto ha provocado problemas de muchos tipos”. “Starmer quiere la recuperación económica y para eso le hace falta la inmigración, a la vez sabe que la gente quiere que haya menos inmigrantes y que haya una mayor integración porque preocupa que los inmigrantes cambien la cultura británica”, dice el profesor Fielding.
Una estrategia poco eficiente
Muchos acusan a Starmer de buscar votos de la extrema derecha. Esto significaría que Reform es extrema derecha. Liam cree que es claramente extrema derecha. Sarah, no, que solo defiende los intereses de los británicos. “No creo que sea extrema derecha porque entonces el 28% de la gente sería extrema derecha”, dice Jeffery. Y añade que “aglutina votantes preocupados por la inmigración, votantes molestos por cómo han gobernado los conservadores en los últimos años a los que tampoco les gustan los laboristas y por tanto buscan un voto protesta pasó con el UKIP en 2014 y 2015 y tercero porque les gusta la personalidad de Nigel Farage”.
En cambio, para Fielding, “es un partido de extrema derecha populista, pero no es fascista. Farage pertenecía a la facción más de derecha de los conservadores. Serían populistas y también extrema derecha, tiene elementos de conservadores y también de la extrema derecha como el ultranacioanalismo porque Farage es un líder muy trumpista”. Y coincide con Jeffery en que sería más bien un voto protesta.
Por ahora la estrategia de Starmer no está funcionando. “Conservadores y laboristas deberían estar preocupados porque en estos momentos Reform podría sacar mayoría. Lo hemos visto en las locales con Reform consiguiendo bastiones tories y laboristas”, dice Jeffery. Para Fielding, la clave para Starmer está en mejorar la economía de aquí a las próximas elecciones de 2029: “Si mejora la economía, el resentimiento con la inmigración puede bajar. La realidad es que desde la crisis económica de 2008 bajaron los estándares de vida y las ayudas públicas. La economía no crece y culpan a los inmigrantes. Pero si mejoran los trabajos y servicios públicos entonces se sentirán mejor y bajará el resentimiento con los inmigrantes. No puedes reducir la inmigración de la noche a la mañana y esto permite a Farage sacar rédito del descontento. Starmer tiene cuatro años”, concluye Fielding.
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