Desde Bélém, por nuestro enviado especial a la COP30

La ciudad brasileña amazónica de Belém, anfitriona de la COP30 del clima, fue el escenario este sábado de una marcha multitudinaria de decenas de miles de activistas de la sociedad civil. Después de las cumbres climáticas de Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Azerbaiyán que no autorizaron marchas masivas, la sociedad civil pudo por fin expresarse libremente en las calles.

A la cabeza de la marcha, un grupo de representantes de organizaciones campesinas y de comunidades indígenas marcharon detrás de una lona que exigía “justicia climática, el fin de la desigualdad y del racismo ambiental”.

De manera inusual, dos ministras del gobierno del país anfitrión de la COP30, Marina Silva y Sonia Guajajara, se sumaron también a la marcha. “Después de varias COP en países con otras realidades políticas, donde las manifestaciones tuvieron lugar únicamente en los espacios de la ONU, (…) sean bienvenidos en Brasil”, declaró Marina Silva, ministra ecologista de Ambiente de Brasil, en alusión a las tres ediciones anteriores de las cumbres climáticas, en Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Azerbaiyán, que no permitieron marchas masivas.

Silva defendió también la acción del gobierno de Lula, reconociendo las “contradicciones” de un gobierno que autorizó nuevos proyectos de extracción petrolera en el Atlántico. “Este año, en comparación con el año pasado, los incendios en la Amazonía han disminuido un 80 %; en el Pantanal, un 90 %, y en el Cerrado, un 48 %, pero aún no es suficiente”, afirmó.

Silva respaldó la hoja de ruta para la transición hacia la eliminación de los combustibles fósiles (gas, carbón y petróleo), que defiende la presidencia brasileña en las negociaciones de la COP.

Fuerte presencia de representantes indígenas

A unos metros del contingente que encabezaba la manifestación, ataviados con tocados de plumas coloridas, un grupo de jóvenes indígenas Tapajós del estado de Pará realizaron una danza ritual en círculo.

La marcha de los pueblos en esta COP amazónica se caracterizó por una fuerte presencia de miembros de comunidades indígenas amazónicas que exigían el reconocimiento legal de sus territorios, la transición energética y el fin de los proyectos de extracción petrolera y minera en sus tierras.

“Queremos exhortar a los tomadores de decisión de la COP30 a que piensen en el futuro de las generaciones. Para eso, hay que empezar a asumir responsabilidades por las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente las grandes transnacionales”, declaró Marisol García Apagueño, lideresa kichwa del Bajo Huallaga y miembro de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA).

Varias organizaciones denunciaron a las transnacionales de los combustibles fósiles. La oenegé ecologista Greenpeace, por ejemplo, desplegó una larga tela blanca impresa con el costo de cada catástrofe climática que ocurrió desde la firma del Acuerdo de París sobre el clima, en 2015. “Es la cuenta de los daños y las pérdidas por la crisis climática: son 5 billones de dólares que las grandes compañías petroleras deben pagar por sus emisiones de gases de efecto invernadero que elevan la temperatura”, dijo Muana, una de las activistas que sostenía la tela.

Funeral simbólico de los combustibles fósiles

Artistas realizaron también un funeral simbólico de los combustibles fósiles con tres inmensos ataúdes negros con las inscripciones “gas”, “petróleo” y “carbón”.

Carolina Sánchez, activista de la Red del Caribe sin Combustibles Fósiles, subrayó que “las emisiones derivadas de la extracción y el uso de combustibles fósiles están calentando nuestro mar Caribe y provocando huracanes cada vez más devastadores. Contribuimos con menos del 2 % de las emisiones globales, pero nuestras comunidades sufren los impactos más fuertes. Es hora de que los combustibles fósiles descansen en paz y de que el Caribe viva en paz”.

Filipinas, Bolivia, República del Congo, Estados Unidos… Activistas de los cinco continentes y de muchos sectores marcharon en las calles de Belém. Fue el caso de Jean Thévenot, agricultor francés y miembro de la organización ecologista de pequeños campesinos Vía Campesina. “He venido para pedir verdaderas soluciones contra el cambio climático. Rechazamos las soluciones financieras como los créditos de carbono o el mercado del carbono, que no reducen las emisiones de gases de efecto invernadero”, dijo a RFI.

“Además, tienen un fuerte impacto en las y los campesinos y en sus territorios. Están siendo acaparados por bancos, fondos de pensiones e inversores para producir bonos de carbono y ganar dinero. Nosotros promovemos la agroecología contra la agroindustria, que destruye el planeta y emite muchísimo CO₂”, agregó Thévenot.

Mientras los activistas marchaban pacíficamente bajo un sol ardiente, los delegados gubernamentales continuaban negociando al norte de Belém, en el centro de convenciones que alberga a los delegados de la COP30, rodeado de un fuerte dispositivo con elementos de la policía militar.

La presidencia brasileña, que conduce las negociaciones de la COP, tiene todavía hasta el viernes 21 de noviembre para encontrar consensos sobre varios temas espinosos como el financiamiento climático, los planes nacionales de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la transición justa y el impuesto al carbono en las fronteras europeas (CBAM).

RFI

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