Nueve días después del mortífero atentado de Pahalgam, en la Cachemira india, que se cobró la vida de 26 civiles, la tensión sigue aumentando peligrosamente entre India y Pakistán, dos potencias nucleares enfrentadas en una rivalidad histórica desde su partición en 1947. El miércoles 30 de abril, el gobierno pakistaní afirmó tener “información creíble” de que India planeaba un ataque militar inminente. Esta declaración siguió a los comentarios del primer ministro indio, Narendra Modi, que dio luz verde a una “respuesta” militar.
La Línea de Control (LoC), la frontera de facto que separa la Cachemira india de la paquistaní, es escenario desde hace una semana de intercambios de disparos casi diarios. El ejército indio acusa a Islamabad de violar el alto el fuego por séptima noche consecutiva. Por su parte, las autoridades pakistaníes denuncian la postura belicosa de Nueva Delhi y prometen una “respuesta decisiva”.
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Ante el aumento de las tensiones, las autoridades locales de la Cachemira pakistaní anunciaron el cierre preventivo de más de 1.100 escuelas coránicas durante diez días. En varios pueblos cercanos a la Línea de Control, los habitantes empiezan a hacer acopio de alimentos, limpian los búnkeres construidos durante conflictos anteriores y participan en ejercicios de evacuación y primeros auxilios.
“Una situación terrible”
En Muzaffarabad, a unos cuarenta kilómetros de la línea del frente, los habitantes viven angustiados. Jamal, padre de familia, es uno de ellos. "No es una situación nueva, pero está repercutiendo en nuestras vidas y en las de la gente que vive a lo largo de la Línea de Control. Si se vuelve demasiado peligroso, la gente tendrá que marcharse. Sus hijos ya no pueden ir a la escuela, la gente no puede salir, tienen refugios antibombas", informa a nuestra corresponsal en Islamabad, Sonia Ghezali.
En Rawalakot, a sólo 27 kilómetros de la Línea de Control, Nissar Shah, activista cachemir de derechos humanos, comparte las mismas preocupaciones. Teme que las tensiones degeneren en un conflicto abierto: "No podemos permitirnos esta guerra. Nuestras familias viven cerca de la Línea de Control. Tememos que mucha gente se vea obligada a emigrar de esta región. Quedarían atrapados en el fuego cruzado, víctimas del fuego indio por un lado y del pakistaní por otro. Es una situación terrible”.
“Las fuerzas de seguridad han sido reforzadas a lo largo de la Línea de Control”, afirma Nissar Shah, que teme que su familia tenga que huir y abandonar su pueblo.
China y Estados Unidos piden una desescalada
En el plano diplomático, el ataque ya ha provocado una serie de represalias por parte de India: retirada de visados, suspensión de algunas relaciones bilaterales y cierre de su espacio aéreo a los aviones pakistaníes.
La comunidad internacional está preocupada por esta nueva escalada entre los dos vecinos nucleares. El Secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, instó a ambas partes a “rebajar las tensiones y mantener la paz y la seguridad en el sur de Asia”, según el Departamento de Estado.
China, otro de los principales actores regionales, pidió por su parte el martes 29 de abril a sus dos vecinos que “actúen con moderación” y “gestionen las diferencias mediante el diálogo” para “mantener la paz y la estabilidad regionales”.
Pero los líderes de ambas partes se mantuvieron firmes: su homólogo indio, Subrahmanyam Jaishankar, exigió que se “llevara ante la justicia” a quienes “perpetraron, apoyaron y planearon” el ataque de Pahalgam; el primer ministro pakistaní, Shehbaz Sharif, volvió a acusar a India de “provocación” y de “buscar una escalada”.
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