La ley de laicidad fue adoptada en 1905 y buscaba apaciguar una sociedad francesa que se dividía entre los monarcas católicos y los republicanos laicos. Hace parte de las fibras del país en su lema de libertad e igualdad, explica Guillaume Thusseau, profesor de Derecho Público y director del Centro de Investigación de Derecho de Science Po París. “Es una ley muy importante de la tercera república, tenemos tres o cuatro leyes muy importantes de la construcción de la ideología de la cultura republicana” indica.
Tusseau se refiere a la importancia de dicho texto “que tiene un valor casi axiomático en la cultura política y en la cultura cívica francesa”, por lo que es constantemente evocada en debates políticos. Con ello coincide el sociólogo Eric Fassin, profesor de la Universidad París 8, quien señala que el principio de ese texto ha cambiado. “Hay una lucha sobre el sentido de las palabras como laicidad, como república, como universalismo, y hoy la definición del Estado es lo contrario de la definición de 1905”, asevera.
Para el jurista Tousseau, la polémica radica en que actualmente hay dos conceptos que se oponen entre sí. “Teníamos inicialmente una concepción de neutralidad que garantiza la libertad de expresión, de la pertenencia y las prácticas religiosas y ahora se desarrolla otra versión que compite con la inicial, que pretende o considera mejor imponer la neutralidad a los individuos en el ámbito público”.
El sociólogo Fassin es enfático en la necesidad de analizar la ley que según él se ha vuelto un instrumento de control y no de libertad. “Hay una extensión progresiva de la idea que los musulmanes son parte de un problema, en particular con la cuestión de la compatibilidad del islam con la República, del islam con la democracia. Esta confusión es muy peligrosa si hablamos de libertad religiosa, la laicidad históricamente no es contra religiones, es por la libertad religiosa. Es lo contrario”, agrega.
Según un sondeo de IFOB publicado este martes, la laicidad es apoyada por dos tercios de los franceses, pero es menos popular entre los jóvenes que la aprueban en un 58%.
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