Fue una decisión del Papa Francisco pero será León IX quien dará a Venezuela este domingo 19 a su primer santo con la canonización de José Gregorio Hernández. Este médico laico vivió hace un siglo y tenía tanta fé en el progreso de la ciencia como en el catolicismo. Una dualidad que sorprende y que describe en este programa audio de Salud y Bienestar, la socióloga Cantaura, del Instituto Católico de París y Sciences Po.
La imagen de José Gregorio Hernández —bigote fino, gesto sereno, traje impecable y sombrero— forma parte del paisaje cotidiano de los altares venezolanos. Más de un siglo después de su muerte, y sin esperar el proceso de canonización del Vaticano, “el médico de los pobres” es venerado como un santo desde hace décadas.
En la memoria popular quedó grabada la figura del doctor que atendía sin cobrar a los más humildes y que, cuando era necesario, les ofrecía dinero para comprar medicinas. Su retrato, reproducido en estampas, murales o tatuajes, es hoy un emblema de devoción nacional.
José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, una pequeña localidad andina del estado Trujillo, en una Venezuela rural y dispersa. Adolescente aún, emprendió un largo viaje hacia Caracas para estudiar medicina: tres semanas de travesía a lomos de mula, en barco y en tren. Se graduó en 1888 y, ansioso por aprender, continuó su formación en París y Berlín. A su regreso, fundó la Academia Nacional de Medicina y combatió la epidemia de gripe española, que segó la vida de una de cada cien personas en el país.
Con el tiempo, su figura se convirtió en símbolo. “La gente ve el sombrero y el bigote y ve a Venezuela. José Gregorio está tallado en el alma de los venezolanos”, dice el padre Oswaldo Montilla, exrector del Instituto de Teología para Religiosos, asociado a la Universidad Católica Andrés Bello.
Para Néstor Briceño, director de los posgrados de teología en la misma universidad, encarna “al hombre de a pie, trabajador y echado para adelante”. Su devoción, sin embargo, no se limita a las fronteras de Venezuela: también se le reza en Colombia y República Dominicana.
Hernández fue, a la vez, un hombre de ciencia y de fe. “De un lado fue un gran científico, un gran médico, un gran profesor. Del otro, vivió su vida como una vocación. Eligió a los pobres”, recuerda el nuncio Aldo Giordano, quien presidirá la ceremonia de beatificación en Caracas. “La fe y la ciencia son dos dimensiones de la misma vida”, añade.
Amante del piano y los bailes antiguos, fue el mayor de seis hermanos de una familia católica. Sus padres habían perdido a su primera hija siendo bebé. Con apenas 24 años, obtuvo el doctorado en medicina en la Universidad Central de Venezuela, que más tarde lo becó para estudiar en París. Su sed de conocimiento lo llevó también a Berlín, antes de regresar a su país, donde introdujo el microscopio y fue pionero en patología, bacteriología y fisiología experimental. Pasó temporadas en Nueva York y Madrid, pero —como subraya Briceño— “siempre volvió a casa”.
Soltero y cercano a la vida religiosa, llegó a considerar la posibilidad de ordenarse sacerdote. Murió el 29 de junio de 1919, en Caracas, a los 54 años, atropellado por un automóvil cuando se dirigía a atender a una paciente. “En pos del féretro todos experimentamos el deseo de ser buenos”, escribió Rómulo Gallegos, uno de los grandes novelistas venezolanos, al recordar su multitudinario entierro.
Su figura, desde entonces, desbordó los límites del culto católico. Para muchos, es también un ícono sincrético, venerado junto a deidades de la santería o próceres de la independencia como Simón Bolívar.
El "milagro" de Yaxury
Entre los numerosos relatos de fe que se le atribuyen destaca el de Yaxury Solórzano, una niña de diez años que en 2017 fue herida de bala en la cabeza durante un asalto. Mientras la pequeña era operada, su madre rezaba con fervor a José Gregorio. Sintió, según relató después a la Conferencia Episcopal Venezolana, una mano en el hombro y una voz que le susurró: “Quédese tranquila, todo irá bien”. La niña sobrevivió, y el Vaticano reconoció aquel hecho como un milagro el 19 de junio de 2020, abriendo así la puerta a la beatificación.
Miles de venezolanos aseguran haber recibido favores del “médico de los pobres”, pero el caso de Yaxury fue el más documentado. Hasta ahora, tres compatriotas —las religiosas María de San José, Candelaria de San José y Carmen Rendiles— han sido declaradas beatas, aunque ninguna ha alcanzado aún la santidad.
En vida, ya era admirado no solo por su pericia médica, sino también por su humanidad. “Posee una ciencia que no se aprende en ninguna academia: sabe hacerse amar”, escribía El Cojo Ilustrado, una revista caraqueña de comienzos del siglo XX. Hoy, en la esquina del barrio de La Pastora donde murió, los fieles siguen persignándose frente a un mural que lo muestra con su sombrero y su traje oscuro, como un recuerdo permanente de aquel hombre que supo unir la fe con la ciencia, y que aún hoy encarna la esperanza de todo un país.
Escuche el programa Salud y Bienestar realizado en 2021, tras las beatificación de José Gregorio Hernandez, en el que la socióloga Cantaura La Cruz, profesora en el Instituto Católico de París y en Sciences Po de Lille y autora de una tesis sobre el nuevo santo narra toda su vida entre finales del siglo XIX y principios del XX. Escuche aquí la entrevista:
Y síganos como siempre, en el podcast Salud y Bienestar.
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