Por Peterson Luxama
Desde hace varios años, la crisis de seguridad y económica que sacude Haití ha transformado profundamente la vida cotidiana de sus habitantes. El aumento de la violencia armada, los desplazamientos forzados de población, el aumento de los precios de los productos de primera necesidad y la disminución del poder adquisitivo dejan poco lugar para las celebraciones. Para muchos, la prioridad sigue siendo la seguridad y la satisfacción de las necesidades básicas.
En Puerto Príncipe, son pocos los ciudadanos que aún se aferran a la esperanza, al espíritu navideño, fiesta de compartir y solidaridad. Consideran que no es momento para celebrar. El espíritu navideño parece ahogado por las preocupaciones cotidianas.
Bénél es pintor, pero desde hace algún tiempo trabaja como taxista en moto. Cruzado en el barrio de Bois-Verna, afirma no sentir ningún ambiente festivo este año. “Por lo que veo, no hay fiesta. En años anteriores, la situación era mejor. Hoy en día, es la inseguridad la que está destruyendo el país. Si hay fiesta, no es para nosotros, los más desfavorecidos”, explica.
La inseguridad y la pobreza sustituyen al espíritu navideño
Lo mismo ocurre en Pétion-Ville, otro barrio de Puerto Príncipe. Frente a su pequeña tienda de refrescos, cerca de la plaza Saint-Pierre, Fenel, padre de dos hijos, describe un clima sombrío. “Este año no veo ninguna fiesta. En mi zona, en cuanto son las 18:00, todo el mundo se va a casa. Antes se veía actividad en los barrios, jóvenes jugando al fútbol o al baloncesto. Hoy en día, no hay nada”, subraya.
La situación es aún más difícil para las personas desplazadas por la violencia de las bandas armadas. Mona, originaria de Onaville, en Croix-des-Bouquets, tuvo que abandonar su casa a finales de 2023 con sus hijos. Alojada en casa de familiares, le cuesta mucho mantener a su familia. “Tengo hijos y no siempre puedo alimentarlos ni vestirlos. Duermo en casa de otras personas. A veces cambio de lugar. En estas condiciones, no puedo decir que esté de humor navideño”, confiesa.
Antes, “había arbolitos de Navidad por todas partes”
Para muchos habitantes, la Navidad ya no tiene el mismo significado. Esta época, que antes se caracterizaba por el bullicio de los mercados, la compra de ropa nueva y las decoraciones luminosas, hoy en día está dominada por la inquietud.
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Fabiola, con quien nos encontramos en Delmas, ha superado la barrera de los treinta. Evoca con nostalgia las Navidades de antaño. “Antes, ya se veía a la gente haciendo sus compras, había árboles de Navidad por todas partes”, recuerda. “Los padres hacían creer a los niños que iba a venir Papá Noel. Hoy en día, todo eso ha desaparecido”.
“Hay que seguir teniendo esperanza”
A pesar de este difícil contexto, algunos se niegan a perder totalmente la esperanza. Salomón es uno de los que intentan preservar el espíritu navideño. “Incluso en esta situación, hay que seguir creyendo en el espíritu de compartir y solidaridad. Hacemos lo que podemos, con los medios que tenemos, para mantener vivo ese espíritu”, afirma.
La inseguridad omnipresente y la crisis económica empujan a muchos habitantes de Puerto Príncipe a dar la espalda a las celebraciones de fin de año. Para gran parte de la población, la Navidad ya no es una época de alegría, sino un recordatorio más de las dificultades del día a día.
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