Rafael Tomás Fernández Domínguez nació el 18 de septiembre de 1934 en Damajagua, poblado de Santiago que hoy pertenece a la provincia Valverde. Hijo del general Ludovino Fernández Malagón y Erminda Domínguez Cruz. En diciembre de 1952 fue investido como Bachiller en Ciencias Físicas y Matemáticas, y cuatro meses después ingresó como raso al Ejército Nacional, pasando a la categoría de cadete en febrero de 1954. Cursó estudios en Ciencias Militares, curso básico de Infantería y de Infantería Avanzada y, en Panamá, aprobó los cursos:  Computaciones Geodésicas y de Comando y Plana Mayor.

En diciembre de 1955, siendo segundo teniente del Ejército Nacional, Fernández Domínguez contrajo matrimonio con la señora Arlette Fernández Saba, con quien procreó cinco de sus seis hijos. Su lucha por una patria mejor fue acompañada por el compromiso de ser esposo y padre ejemplar.

Arlette Fernández y Rafael Tomás Fernández Domínguez.

Más que la participación directa en las actividades políticas, contempló la idea de trabajar por la institucionalización de las Fuerzas Armadas dominicanas. Sus   convicciones sus fueron probadas en julio de 1961, cuando, siendo mayor de la Aviación Militar Dominicana, fue designado subdirector de la Agencia Central de Información, especie de segunda versión del ´tristemente´ recordado Servicio de Inteligencia Militar (SIM). Como en esta institución se perseguía y torturaba hasta la muerte a los defensores de la democracia, dos días después de su designación, con el valor que le caracterizaba, renunció y logró que el general Ramfis Trujillo lo relevara del cargo.

Los últimos meses de 1961 se caracterizaron por la presión ejercida por el pueblo contra la presencia de Joaquín Balaguer y el general Ramfis Trujillo en la conducción del país. Sus intentos de recomponer el trujillismo contó con la resistencia de la oposición liderada por la Unión Cívica Nacional, seguida de agrupaciones política emergentes, asociaciones de trabajadores y profesionales, promotores de una huelga que duró once días.

El primer resultado de esta lucha consistió en la salida del país de la familia Trujillo, pero persistía la incidencia de Balaguer, quien logró presidir el gobierno conocido como el Consejo de Estado, instituido el 1 de enero de 1962, y sustituido con su anuencia dos semanas después por una Junta Cívico Militar compuesta por los civiles Humberto Bogaert, Luis Amiama Tio,  Armando Oscar Pacheco, y los altos oficiales Enrique Valdez Vidaurre, Antonio Imbert Barrera, Neit Rafael Nivar Seijas, Hipólito Wilfredo Medina Natalio… Aparentemente, era presidida por el secretario de las Fuerzas Armadas, general Rodríguez Echavarría.

En esta jugada Balaguer intentaba ser el poder detrás del trono, pero su deseo fue frustrada por el mayor Fernández Domínguez, autor y director, en solo 48 horas, del plan que apresó al general golpista, liberó a los apresados e instaló un segundo Consejo de Estado presidido por Rafael F. Bonelly, que contó con los doctores Donald Reid Cabral y Fernández Caminero como nuevos miembros. En provecho de la amistad que cultivaban, Fernández Domínguez logró neutralizar al general Elías Wessin y Wessin, integrándolo a última hora al complot.

Libre del ego que espera recompensa, señaló que había actuado de esta manera por el bien del pueblo y de las Fuerzas Armadas. No obstante, tras los hechos del 18 de enero, fue ascendido a teniente coronel y designado subjefe de Estado Mayor de la Aviación Militar Dominicana, siendo trasladado al Ejército Nacional seis meses después. Su próxima misión consistió en velar por el progreso del proceso electoral convocado para diciembre de 1962, y contribuir a que se respetaran sus resultados.

El presidente Juan Bosch, en su discurso de toma de posesión el 27 de febrero de 1962.

Fruto de las referidas elecciones, Juan Bosch, postulado por el Partido Revolucionario Dominicano, juró como presidente de la República el 27 de febrero de 1963. A pesar de su mayoría considerable en el Congreso y en los municipios, el Presidente era consciente de que iniciaba un gobierno rechazado por los sectores económicos y sociales más influyentes del país. Su percepción fue confirmada por el ambiente de conspiración estimulado por las medidas que contempló a favor de la instauración de la democracia económica y social en el país.

En el opúsculo “Cronología del coronel Fernández Domínguez”, preparado por Arlette Fernández, se establece que este, nombrado días antes director de la Academia Militar de las Fuerzas Armadas Batalla de las Carreras, se había enterado el 15 de junio que se pretendía derrocar el Gobierno constitucional, lo que calificó como un crimen contra la democracia, la Constitución y las Fuerzas Armadas. Sostiene la autora que un mes después, convocó a sus compañeros de armas más cercanos para anunciarles la organización del Movimiento Militar Constitucionalista dirigido a impedir la interrupción del orden constitucional. Adelantado a sus planes, el golpe fue dado el 25 de septiembre, y al día siguiente se instaló el Gobierno del Triunvirato, que le relevó del cargo sin perder tiempo y designó en Madrid como agregado militar. Mientras que, sus compañeros más cercanos: mayor Roberto Cabrera, capitán Héctor Lachapelle Díaz primeros tenientes Lorenzo Sención Silverio, Ernesto González, René Jiménez Germán y Gerardo Antonio Brito y Brito fueron los primeros en ser cancelados.

Al salir en octubre de 1963 con destino a Madrid, dejó al coronel Miguel Ángel Hernando Ramírez a cargo del Movimiento. De esta capital viajó a Puerto Rico a mediados de 1964 para entrevistarse con este y con el presidente Bosch. Al ser relevado del cargo diplomático militar en diciembre de 1964, permaneció en dicha isla con impedimento de entrar al país hasta que se le concedió un permiso de entrada por 72 horas. Durante ese tiempo, no solo presentó a sus colaboradores el plan conocido como Movimiento Restaurador Democrático o Movimiento Enriquillo, dirigido a derrocar al gobierno del Triunvirato, sino que logró la incorporación del coronel Francisco Alberto Caamaño Denó a sus planes.

Agotada esta jornada de trabajo, retornó y permaneció en Puerto Rico hasta asumir a finales de enero de 1965 el cargo de agregado militar en Chile, donde se enteró que la acción contra el Triunvirato había comenzado el 24 de abril comandada por el coronel Hernando Ramírez. Para incorporarse a la insurrección, viajó a Santo Domingo vía Puerto Rico, donde debió permanecer por tener impedimento de entrada a su país.

Su estancia forzada en Puerto Rico duró hasta el 14 de mayo, de modo que acompañó a Juan Bosch en el seguimiento de los acontecimientos y en las discusiones por la superación de la crisis de Santo Domingo. Quizá en esos encuentros nació en Bosch la reflexión que luego llevó a considerarlo “como un oficial que llevaba dentro un manantial de luz”.

Por disciplina, aceptó entrar al país el 14 de mayo en condiciones no deseadas. Su finalidad era comunicar instrucciones de Juan Bosch al coronel Caamaño, aunque se infiere que su incorporación al mando constitucionalista era lo primario. De manera directa, percibió que a su lucha por la democracia se sumaba la defensa de la soberanía mancillada con la invasión militar de los Estados Unidos ejecutada el 28 de abril. En rechazo a esta ofensa, y sin el visto bueno del alto mando constitucionalista, se dispuso la toma del Palacio Nacional, controlado por miembros del Gobierno de Reconstrucción Nacional y soldados estadounidenses.  Sorprendido por una emboscada en la calle 30 de Marzo con la Abreu, tendida por soldados invasores, junto a Illio Capocci, Juan Miguel Román y Euclides Morillo, cayó abatido el 19 de mayo de 1965. Murió convencido de que la muerte por ofrenda a los sanos intereses de la patria, nunca será en vano.

Los hombres y mujeres de reconocida capacidad de lucha por las causas nobles siempre llevan en su interior las ideales que inspiran sus metas. Algunos, solo las llevan en sí como brújulas orientadoras, otros hacen lo mismo, pero con el complemento de registros que, sin proponérselo, dejan a la posteridad las huellas de sus fuerzas impulsoras. El coronel Fernández Domínguez ocupa un lugar destacado en este nivel. Así lo muestra la revisión más simple del libro Ideario del coronel Fernández Domínguez (1934-1965), de la autoría de uno de sus compañeros de armas y de luchas de mayor confianza, el general (r) Héctor Lachapelle Díaz. Tomadas de sus cartas dirigidas al autor, a su esposa, al coronel Hernando Ramírez, al presidente Bosch y otros actores de los hechos reseñados, en este libro destacan máximas que sitúan al coronel Fernández Domínguez como un hombre ajeno al lucro personal, de manos inmaculadas; esclavo del deber, la ley, la libertad, el honor y el trabajo; alimentado por la fe, la esperanza y el sentido del devenir histórico.

El coronel constitucionalista Francisco Alberto Caamaño Deñó durante la revolución de abril, ahogada en sangre por la invasión estadounidense. Fotos: (Foto: Archivo). Fecha: Abril del 1965

Por sus méritos, junto al coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, fue reconocido como Héroe Nacional, mediante decreto presidencial del 11 de junio de 1999, y en 2008, mediante la Ley 154-08, se establece el 19 de mayo, fecha en que cayó en combate, como el Día del Soldado Democrático. Vale mucho este reconocimiento de la historia oficial a las jornadas patrióticas que hicieron de Abril una trinchera de honor. Queda pendiente, para mayor complacencia, su discusión y exaltación en la escuela, en las aulas universitarias, agrupaciones sociales y en la formación y el comportamiento ciudadano en sentido general. Hagamos patria.

Héctor Luis Martínez

Historiador y educador.

Héctor Luis Martínez, historiador, editor y educador dominicano. Profesor titular de la cátedra de Historia Dominicana. Ha colaborado en las revistas Clío, de la Academia Dominicana de la Historia; País Cultural, del Ministerio de Cultura; Ecos, del Instituto de Historia (UASD); e Historia, del Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Articulista invitado de los periódicos Listín Diario, Hoy y El Universitario.

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