Este título hace referencia a la vida y al nombre de la columna que cada semana escribía la Maestra Yvelisse Prats-Ramírez de Pérez; en esta exponía sus puntos de vista, sobre temas educativos, políticos, históricos y sociales, tanto nacionales como internacionales. Esta columna se constituyó en un espacio de reflexión y análisis de los hechos que acontecían, así como de otros sucesos que definieron e influyeron en diferentes procesos sociales, igualmente, lo hacía sobre personajes de la vida pública.
Doña Yvelisse Prats-Ramírez de Pérez escribía con propiedad y fluidez, manifestando siempre admiración de aquellos que dejaron huellas en su vida, como fueron su padre, Don Francisco Prats-Ramírez, su madre, la escritora Consuelo Martínez Boog, su esposo, Lic. Mario Emilio Pérez, sus amigos, el Dr. José Francisco Peña Gómez, el Ing. Hipólito Mejía Domínguez, el Dr. Tirso Mejía-Ricart, el Dr. Hugo Tolentino Dipp y el profesor Juan Bosch, cariñosamente, su tío Juan.
Esta mujer increíble fue hija, madre, abuela, bisabuela, esposa, maestra, política, feminista, amiga, poetisa, escritora, gremialista e historiadora, es decir, una mujer en plural. Doña Yvelisse fue un ser humano bondadoso, conversador, con muy buena memoria. Reía a carcajadas, aunque a veces le surgía el mal genio y entonces se ponía peleona. Su físico no reflejaba la fortaleza interna que poseía. Era asmática, pero eso no le condicionaba la vida. Coqueteaba y celaba como nadie a su Mario Emilio. Siempre estaba maquillada y con un peinado impecable. Usaba ropa de colores fuertes, como su carácter, y brillantes como su vida. Era la amiga solidaria, que acompañaba en la soledad, lloraba en el dolor y reía en la alegría. Su amistad enriquecía la vida de quienes tuvimos el privilegio de tenerla.
Por sus hijos sentía un amor entrañable y, por eso, educarlos, protegerlos y apoyarlos fue siempre su prioridad. Decía con orgullo: “Formar mi numerosa familia ha sido el logro más importante de mi vida; también haber conocido a Mario, aunque peleemos mucho.” No se pueden obviar otras de sus fuertes características: le gustaba mucho el café, el sancocho y los dulces.
Con cariño: a su esposo Mario Emilio, mi cuñado del corazón, a sus hijos, Titi, Consuelo, Yvelissita, Rossi, Milovan y a nuestro inolvidable Frank que hoy descansa junto a ella en los brazos de nuestro Padre, todos mis sobrinos del corazón. Te extrañaré siempre amiga del alma.
Recordando a la maestra, amiga y hermana del corazón, en el Quinto Aniversario de su fallecimiento.
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