Recordemos el año 2016 cuando la CIA perpetró un complot con un grupo de militares y políticos turcos que culminó con un intento de golpe de Estado mientras el presidente Erdogan se encontraba fuera del país. Complot que fue descubierto por el servicio de inteligencia ruso y el propio Putin le informó a Erdogan lo que se fraguaba en su contra. Erdogán alertó a sus oficiales leales y regresó a Turquía para luego de una corta refriega en donde murieron más de 200 personas con más de 2000 heridos logró sofocar el intento de golpe. A partir de entonces Turquía se inclinó más hacia Rusia y sus relaciones personales con el presidente Putin se fortalecieron hasta el punto, en que no solo Turquía se ha opuesto a las sanciones impuestas por occidente a Rusia, sino que se ha puesto del lado ruso y contradice muchas de las disposiciones de la Unión Europea.

A propósito de las elecciones que acaban de declarar victorioso a Erdogan, los EEUU y la UE hicieron campaña contra Erdogan, muchas veces “a la clara“ pensando que éste tenía muchas posibilidades de perderlas. Pese a todo, Erdogan ganó y no ha parado de denunciar ese apoyo de la UE a sus opositores y les envió un mensaje a los yankees y europeos cuando su primera declaración programática al subirse en la tribuna ganadora fue que lo primero que iba a hacer su nuevo gobierno era darle curso a la propuesta del presidente Putin de convertir a Turquía en un centro de distribución del combustible ruso hacia el mundo.

Cabe esperar, que ante esta nueva enemistad entre Erdogan y sus antiguos aliados se exprese en un mayor acercamiento al mundo multipolar que promueben Rusia y La China. De hecho, este escenario puede dar como resultado la integración de Turquía al grupo de los BRICS lo que constituirá un duro golpe al mundo hegemónico que representan el Reino Unido y los Estados Unidos de Norteamérica.

Indudablemente que una estocada como esta, en el mismo costado a los guerreristas de Londres y Washintong, no los dejaría tan pasivos pues desde ya deben estar gestando una “solución“ de esta situación, tramando conspiraciones y posible asesinato contra Erdogan.

Faltaría ver como el Presidente turco se defiende pues ya él sabe contra quienes se estará enfrentando y de seguro pondrá todos sus recursos para limpiar de agentes de la OTAN en su país o al menos mantenerlos controlados. No será tarea fácil teniendo una de las principales bases de la OTAN en su territorio, lo que hará que soporte sobre sus espaldas enormes presiones que deberá manejar con guantes de seda en una mano y garras en la otra. Erdogan es un líder con fuertes rasgos nacionalistas y nada servilista, de ningún lado, actúa según los intereses de su país, lo ha demostrado en múltiples ocasiones, tanto con respecto a la OTAN como con respecto a Rusia (veamos su postura frente al problema kurdo en sus fronteras con Siria) y por eso aglutina junto a él a una parte importante de la oposición. Sus reformas en el campo y sus decisiones de gobierno acogiéndose a las costumbres y tradiciones turcas le confieren un gran respaldo en el lado asiático de Turquía mientras que la oposición se concentra más en los ciudadanos turcos occidentalizados, sobre todo en las clases media y media alta así como en la oligarquía, es decir, será difícil lo que deberá enfrentar y su gobernanza no será nada fácil.

Pero Erdogan es hábil e inteligente y cuenta con el apoyo de su ejército, con un servicio de inteligencia eficiente y ahora asesorado por los servicios de inteligencia rusos. Es indudable que se avecinan acontecimientos dentro de Turquía que nos sorprenderán a todos.

No quiero adelantarme a esos acontecimientos, pero Turquía podría ser decisiva para inclinar la balanza en que, con la integración de Irán y Argentina al grupo BRICS y la posible integración de Turquía en esta agrupación económica, sellaría, una vez y por todas, la constitución del nuevo orden mundial.