El año escolar 2025-2026 de la República Dominicana, inicia hoy con sentido esperanzador para unos; con lamentos insondables para otros; y denuncias airadas de políticos y comunidades. No estamos ante fenómenos nuevos y exclusivos de la época. Lo que observamos forma parte de una cultura histórica. Ninguna gestión ministerial del campo educativo ha disfrutado de una celebración colectiva de los procesos nucleares del Ministerio de Educación. Si repasamos la historia de la educación dominicana, la época que silenció a los distintos sectores sociales estuvo marcada por prácticas dictatoriales. A partir de la llegada de la democracia dominicana, los hechos educativos, las carencias propias del campo educativo y las denuncias, se han institucionalizado.

Hablemos de hechos. Los que presenta el Ministerio de Educación se relacionan con la formación de los docentes en este verano y las 614 aulas que han sido entregadas, de los 1,100 salones de clases prometidos. Entre los hechos, cabe señalar la campaña de sensibilización lanzada para que las madres y los padres apoyen la asistencia a clases de los niños. Son hechos, también, las diversas reuniones del Ministro de Educación con organizaciones sociales y comunidades educativas, para recabar respaldo a un año escolar sin interrupciones de clases y con oportunidades para aprender. Por ello, el impulso al Programa Alfabetización Oportuna y al Programa Crece, en proceso de desarrollo; y los diálogos reflexivos-críticos y propositivos con la principal organización magisterial del país.

Hablemos de carencias. Se percibe un déficit profundo con respecto al saber de la planificación; especialmente, la planificación estratégica. Las prisas que se observan en las vísperas del inicio de las clases muestran claras señales de que deben revisar los criterios y las lógicas de la planificación educativa e institucional en el Ministerio de Educación. Es inadmisible que cada año se produzca esta situación. La planificación a corto, a mediano y a largo plazos debe estar asegurada. Es necesaria una revisión a fondo de un problema que crea inestabilidad y que rebaja la valoración de los esfuerzos que se realizan en otros ámbitos. La cultura digital se ha de aprovechar para superar prácticas tradicionales que ralentizan procesos y erosionan la credibilidad de los funcionarios.

La planificación del Ministerio de Educación requiere revisión, también; porque no se pueden hacer promesas si no se cuentan con las bases para sostenerlas. A estas alturas, no hay razones para justificar tantas necesidades insatisfechas como las que presenta este año escolar. Reconocemos que estamos en tiempos y en contextos difíciles, pero es necesario que se acorten las distancias entre lo que se oferta y lo que realmente se puede hacer. El Ministerio de Educación, con su práctica, ha de enseñar a los centros educativos, a los distritos y a la Direcciones Regionales de educación, a planificar con efectividad y en el tiempo adecuado.

Hablemos de denuncias. En los últimos días se han presentado diversas denuncias sobre el estado de los centros educativos y la falta de aulas. Comunidades como la de Los Almácigos, en Santiago, amenazan con negarse a la apertura del año escolar, por las condiciones de los centros educativos. De otra parte, el caso de INABIE ha provocado dificultades para una apertura tranquila del año escolar. Este caso se ha de investigar hasta que haya consecuencias. Estas situaciones disminuyen el entusiasmo y la confianza en algunas autoridades, que no representan ni al sector educación ni a la sociedad. Estamos de acuerdo con la firmeza que ha mostrado Compra y Contrataciones y con la postura del Ministro de Educación ante esta investigación. Esperamos que INABIE sea saneado totalmente.

Todos hemos de colaborar para que los aprendizajes de los estudiantes y de los docentes se robustezcan sin obstáculos de ninguna índole. En el año escolar que inicia en este día, se ha de contar con apoyo de la sociedad en pleno. Está en juego el desarrollo integral de los estudiantes, de los docentes, del personal administrativo  y del país. Nadie puede jugar con el progreso de las personas y de la sociedad. Por tal motivo, además, de ser veedores naturales y estratégicos del desarrollo de este nuevo curso escolar, los ciudadanos de esta nación hemos de aportar, cada uno desde su esfera de saber, ocupación y profesión, para que la sociedad dominicana avance, fortalezca sus capacidades y garantice condiciones de vida y derechos para todos sus habitantes.

En nuestro país, casi todo el mundo opina, reclama, propone y sabe mucho sobre educación. Creo que es el único ámbito profesional del cual casi todo el mundo tiene un discurso acabado. A esto es importante que se le inserte la acción. ¿Qué hago para mejorar la educación en la vida cotidiana? ¿Con qué fundamentos me manifiesto? Es la hora de hacer más y mejor por la educación, desde el lugar en el que estemos o desde el rol que desempeñemos. Necesitamos una sociedad menos permisiva con los líderes políticos,  empresariales, militares, eclesiales y sectores sociales que banalizan la educación y hacen muy poco para procurar procesos educativos con calidad, ética e inclusión.

Dinorah García Romero

Educadora

Investigadora del Centro Cultural Poveda - Directora  del Proyecto: Instituto Superior de Estudios Educativos Pedro Poveda. - Titular de Formación continuada en el Centro Cultural Poveda. - Docente del  Máster en Psicología de la Educación y Desarrollo Humano en Contextos Multiculturales,  Universidad de Valencia-Universidad Autónoma de Santo Domingo. - Co-Directora de Tesis en el Programa de Doctorado en Educación, Universidad de Valencia-Universidad-Autónoma de Santo Domingo.  

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