Ojalá que la llamada Trampa de Tucídides, de que tanto se habla, pudiera ser dilucidada a través de un enfrentamiento arancelario, porque, pese a que todos perdemos, nos saldría más barato que cualquier otra forma. En el tiempo que me ha tocado vivir, todas las guerras en que ha participado EE. UU. han sido a su propia iniciativa, y todas las ha terminado perdiendo. No va a ser diferente ahora con esta guerra comercial.

Nadie quiere perder el acceso al mercado estadounidense, por ser el mercado de consumo más grande del mundo, de modo que ante el primer ataque norteamericano todos los países procuran alguna forma de entendimiento o perdón, aunque sea rogándole a Donald Trump, por no usar su propia expresión.

Pero había uno que estaba obligado a enfrentarlo porque, de no hacerlo, estaría demostrando debilidad ante su rival y el resto del mundo, permitiéndole a este señor decir que han venido a “besarle el …”. Y es que China es el único que tiene una posibilidad real de derrotarlo en esa guerra, aún al costo de su propio debilitamiento económico.

También sabe que, si rehuyera el enfrentamiento ahora, al costo de conseguir concesiones arrodillándose, como quiera tendría que volver a enfrentarlo dentro de dos a tres años porque Estados Unidos no renunciaría a esa guerra. La tiene programada desde hace tiempo y China lo sabía.

¿Por qué decimos que EUA va a perder esta guerra? Primero, porque Trump es un especialista en granjearse animadversión, y el mundo entero ya está mirando con desconfianza su país, por lo que está perdiendo el control de la narrativa, tan valiosa para la construcción y el mantenimiento de su imperio.

Segundo, porque en el comercio de bienes, Estados Unidos necesita de China mucho más que viceversa. Veamos: China vende a EUA tres veces más que lo que le compra, y a cambio lo que recibe son papeles que emite el propio Tesoro Norteamericano; pero dólares es lo que menos necesita China, pues tiene demasiados. Si acaso necesitara más, puede venir a buscarlos de los que tiene invertidos en el propio mercado de valores estadounidense, creándole un problema adicional a este último.

Respecto a la tercera parte que recibe en bienes físicos (importaciones), la mayor parte son productos agrícolas, combustibles, productos farmacéuticos, aviones, vehículos y algunas maquinarias que prácticamente todos podría comprarlos en Europa, África, América Latina o sus mismos vecinos de Asia, salvo algunos productos de los cuales bien podría prescindir sin que le signifique una catástrofe. No experimentaría escasez crítica.

En torno a lo que vende a los Estados Unidos y que ya no vendería, al cerrársele ese mercado recibiría un fuerte impacto en términos de crecimiento y empleo, pero en plazo relativamente breve podría reemplazarlo con ventas dentro de su propio mercado o ampliando lazos con otros países.

En resumen, con la paralización del comercio bilateral, China estaría renunciando a recibir dólares que no necesita, pero Estados Unidos está renunciando a bienes y servicios que sí necesita, que no produce de forma competitiva o que no podría producir de ninguna forma en su territorio. Los bienes físicos no son tan fungibles ni fáciles de sustituir como el dinero.

Estados Unidos enfrentaría una escasez, no solo de artículos del hogar y de uso personal de los que abastecen a sus grandes cadenas comerciales y de servicios, sino también de insumos críticos, incluyendo ingredientes básicos de la mayoría de los productos farmacéuticos hasta chips electrónicos baratos utilizados en vehículos y electrodomésticos, así como minerales esenciales para procesos industriales que demanda su poderosa industria de armas.

Pero el caso no es solo que la economía estadounidense depende por completo de las fuentes chinas para obtenerlos, sino que, contrario a lo que mucha gente cree, ni la India, ni Vietnam, ni Tailandia ni ningún otro país de Asia, de África o América Latina, tiene la capacidad logística, la infraestructura, la capacidad de generación eléctrica, ni mucho menos la cantidad de ingenieros ni la tecnología para convertirse en proveedores alternativos en corto plazo. Apenas de puentes donde se le agregan procesos sencillos, como envase o etiquetado.

Todavía, entre los múltiples ensayos y artículos especializados que he leído, provenientes incluso de los mismos centros de pensamiento y universidades estadounidenses, no he visto el primero que afirme que la reindustrialización a que aspira Trump y su equipo pueda ser posible en el plazo previsible.

A su vez, como país deficitario, Estados Unidos importa capital, lo que lo hace más vulnerable a los cambios en la percepción sobre la fiabilidad de su gobierno y su atractivo como lugar para hacer negocios.

Respecto a la posibilidad de que tormentas en la bolsa lleguen a contagiar el mercado financiero, lo cual es muy probable, China tiene ventajas a la hora de enfrentarlo, porque el Estado controla el valor de su divisa y tiene poderosos bancos estatales. Durante la crisis financiera de 2008-2009, aquellos países con fuertes bancos estatales fueron los que resultaron mejor parados, incluyendo Brasil en América Latina.

De hecho, estoy casi seguro de que si la crisis del sector inmobiliario que desde hace años viene afectando la economía china no se ha traducido en una extrema crisis financiera, es porque los principales bancos son estatales y el Estado puede dirigir el crédito, maniobrar riesgos y, por vía de las tasas de interés, transmitir subsidios y castigos.

Como conclusión, estoy seguro que ante la guerra de nervios, el primero en levantar el teléfono será el propio Trump, aunque sea a través de un intermediario.

Isidoro Santana

Economista

Ex Ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, agosto 2016-2019. Economista. Investigador y consultor económico en políticas macroeconómicas. Numerosos estudios sobre pobreza, distribución del ingreso y políticas de educación, salud y seguridad social. Miembro de la Academia de Ciencias de la República Dominicana. Miembro fundador y ex Coordinador General del movimiento cívico Participación Ciudadana y ex representante ante la organización Transparencia Internacional.

Ver más