La República Dominicana está experimentando una convergencia crítica de problemas estructurales: pobreza rural crónica, deforestación creciente, desaparición de fuentes hídricas, y una inmigración descontrolada desde Haití. Estos fenómenos, aunque diferentes en apariencia, están íntimamente conectados. La escasez de agua potable en comunidades rurales, por ejemplo, no puede entenderse sin considerar la degradación ambiental provocada por la tala de árboles, que a su vez está ligada a la pobreza y la falta de alternativas productivas.
Frente a esta realidad, se vuelve indispensable realizar un estudio integral y multidisciplinario que permita identificar las causas comunes y diseñar soluciones estructurales. Este estudio no puede limitarse al diagnóstico técnico; debe servir como punto de partida para una nueva estrategia de desarrollo rural, de conservación ambiental y de manejo migratorio ordenado y sostenible.
Pobreza rural, deforestación y migración: un ciclo destructivo
En muchas comunidades rurales, especialmente en las provincias fronterizas, la pobreza obliga a las familias a recurrir a prácticas insostenibles: la tala de árboles para hacer carbón, la agricultura de tumba y quema, y el uso de leña como principal fuente de energía. Estas prácticas empobrecen aún más los suelos, reducen la biodiversidad y eliminan la cobertura forestal que protege nuestras cuencas hidrográficas.
La consecuencia directa es la desaparición progresiva de ríos y arroyos, la reducción de agua para el consumo humano y agrícola, y una creciente vulnerabilidad al cambio climático. En paralelo, la presión migratoria desde Haití —país que enfrenta una de las peores crisis ambientales y sociales del hemisferio— se ha intensificado, sumando presión sobre los frágiles recursos naturales en la zona fronteriza.
La necesidad de un estudio nacional
Proponemos la realización de un estudio técnico y estratégico que tenga como objetivos:
- Analizar la situación ambiental y social de las zonas más vulnerables, particularmente en la frontera y las cuencas degradadas.
- Evaluar las causas de la deforestación, la desaparición de fuentes hídricas y la pobreza rural, y cómo se retroalimentan entre sí.
- Diseñar políticas públicas de largo plazo para la restauración ecológica, el desarrollo productivo sostenible y el manejo migratorio ordenado.
- Explorar oportunidades de generación de empleo verde, como la producción de energía a partir de biomasa producida en Fincas Energéticas y residuos sólidos.
- Aprovechar la experiencia acumulada por ONGs y sus programas de asistencia a comunidades rurales pobres, que hayan demostrado el valor de sus estrategias de desarrollo y protección de los recursos naturales suelo y agua.
Recursos disponibles y alianzas estratégicas
El país cuenta con información valiosa en diversas instituciones públicas, como el Ministerio de Medio Ambiente, el INDRHI, la CNE y los ministerios de Agricultura y Economía. También existen experiencias locales de éxito que pueden escalarse. La participación de las universidades, centros de investigación y organizaciones comunitarias es clave para asegurar la legitimidad y sostenibilidad del proceso.
Además, este estudio puede convertirse en un proyecto elegible para cooperación internacional, en el marco de programas de adaptación al cambio climático, seguridad alimentaria, desarrollo fronterizo y economía circular.
Conclusión
Es momento de actuar. No se trata solo de sembrar árboles, construir presas o reforzar la vigilancia fronteriza. Lo que necesitamos es una visión integral de país, sustentada en evidencia, planificación y voluntad política. Un estudio bien diseñado, con metas claras y participación amplia, puede marcar el inicio de esa transformación.
La inversión en conocimiento y planificación hoy puede evitar una crisis ecológica, social y humanitaria mañana.
Compartir esta nota