No hay ni habrá paz ni seguridad para Israel ni para el Medio Oriente si no hay seguridad para los palestinos. Creer, como cree el genocida Benjamín Netanyahu, que la seguridad de Israel se consigue borrando a Gaza y sus habitantes de la faz de la tierra es el mayor de los desatinos.
Gaza es tierra palestina, es parte del Estado palestino. Y por cierto, la creación del Estado Palestino es la solución para el conflicto histórico palestino-isrselí. Lo sabe todo el mundo, incluyendo muchos israelíes.
En diversas ocasiones el liderazgo israelí, entendiendo la viabilidad de los dos Estados, ha negociado con los palestinos, por mediación de Estados Unidos y de algunos países europeos, la creación del Estado palestino. ¿O no fue eso lo que firmaron en 1994 en la Casa Blanca, bendecidos por el presidente Bill Clinton, en los acuerdos de Oslo, el canciller y líder laborista Shimón Peres y el Primer Ministro Yitzah Rabin, asesinado tiempo después por un fanático israelí sionista?
En Israel las opiniones están divididas. Son millares, incluyendo líderes políticos y religiosos que aprueban y propugnan por la solución de los dos Estados. El genocida Netanyahu y su Likud, y los representantes del fundamentalismo religioso y político, se oponen a esa solución. Por eso se hicieron los ciegos frente a los preparativos de Hamás de los acontecimientos del 7 de octubre del 2023, por eso se fueron a la guerra, por eso no quieren terminarla, y por eso siempre han entendido que la prioridad de la guerra no es el rescate de los rehenes, sino eliminar a Hamás, cosa que no han logrado pese a protagonizar un genocidio, planificado y colectivo, con toda regla.
En el mundo crece el convencimiento de que esa es la única solución. La inmensa mayoría de los países reconocen a Palestina como un Estado y propugnan por los dos Estados. De los gobiernos grandes que no lo habían hecho, Francia, en una decisión histórica de mucha importancia, acaba de hacerlo. Era justo. El Reino Unido y Canadá acaban de anunciar que lo harán en septiembre en el marco de una asamblea general de la ONU. Prácticamente solo quedarán sin hacerlo Estados Unidos y Alemania y el Israel de Netanyahu. A mí juicio, esos movimientos allanan el camino para la solución. Son una luz en el oscuro túnel.
En cierta forma el reconocimiento de Francia y el anunciado reconocimiento de Canadá y el Reino Unido al Estado Palestino es un triunfo para Hamás. Antes del 7 de octubre el tema del Estado palestino en la agenda global había perdido mucha vigencia. Hoy, la guerra ha vuelto a poner en primer plano el tema, elevando la conciencia en el mundo contra Israel y de que urge crear un Estado para los palestinos. El costo ha sido muy elevado, pero hoy Israel está más aislado y desprestigiado que nunca. Esa guerra Netanyahu la ha perdido.
Ha llegado la hora de poner en práctica esa solución, realista y viable. Es la única manera de que haya paz en el Medio Oriente. Jamás habrá paz en esa región al margen del problema palestino. Y es la única manera también de que Israel tenga paz y seguridad. Si no hay paz y seguridad para los palestinos no la habrá para los israelíes.
Ningún Estado puede vivir en una guerra permanente. Ni puede hacer que su seguridad y existencia dependan de la guerra. A la guerra se recurre en caso extremo, cuando no hay otra opción, pero no puede hacer de la guerra el fundamento de su seguridad o.existencia. Lo que genera seguridad y prosperidad a las naciones es la paz y la estabilidad. Jamás la guerra, aunque el genocida Netanyahu y sus fanáticos criminales crean lo contrario.
Compartir esta nota