Diógenes Céspedes, excelente dominicanólogo, sabe bien, como lo explica, que el “na e na” que he expuesto como señal inequívoca e inimitable de nuestra idiosincrasia, tiene una lógica réplica que, igual que aquella, bien pudo figurar en el manifiesto fundacional de la Trinitaria: “to e to”, talvez insertado por Juan Pablo Duarte como aspiración fundamental de nuestra Independencia (to e to… to e to… to e to, sin concederles ni un chin a los haitianos). Lamentablemente ambos inventos verbales fueron asumidos por los tiranos que hicieron de esta patria una vulgar propiedad privada: “to e to” para ellos, “na e na” para el pueblo.
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.