Teniendo ya escritas estas ideas que a continuación expongo, leí la entrega que nos ofreciera el amigo Fernando Ferrand sobre el amor en el cual nos dice que éste “tiene múltiples formas: eros (pasión), philia (amistad), ágape (amor universal), storgé (afecto familiar), origen (arché) de todo y Uno de todo”.
SÍ, el amor es un sentimiento profundo y, hasta cierto punto, complejo, ya que involucra afectos, conexiones y el deseo de estar cerca del otro o la otra; tejerlo, en el más amplio sentido de la palabra, supone una dedicación continua y paciente, sin más prisa que la vivencia del amor mismo.
Si la acción de tejer supone la creación de algo nuevo interconectando hilos o fibras, en que las manos se hacen diestras en el uso de agujas o de ganchos, para ir formando puntos que se unen entre sí, en un rito armonioso de ojos, manos y mucha paciencia, tejer en el amor nos conduce por sendas aún más complejas.
En el telar se cuentan historias que quedan plasmadas en tejidos y mantas, en alfombras y ponchos que nos adornan o cobijan con múltiples colores en decorados con intrincados patrones de forma y figura, ofreciéndonos al final una totalidad única de belleza sinigual. En el vínculo humano, te podrás imaginar lo que esto significa.
Como tejer es algo más que hilvanar hilos, en el amor se hilvanan palabras, acciones, gestos, miradas, caricias, susurros, en una danza continua que hilvana pasado, presente y futuro. Así, se van tejiendo narrativas que le dan sentidos a nuestras vidas, pues van construyendo significados de por qué vale la pena vivir la vida en el amor.
Las manos de un músico tejen notas en el violín, la guitarra, el piano, el chelo, la flauta que zurcen melodías que nos transportan a realidades inimaginables, que nos conducen por senderos de placer y emociones muchas veces indescriptibles, pero que nos llenan de gozo y, en ocasiones, hasta de tristeza.
En los libros, quienes los escriben, tejen palabras y con ellas construye ideas e historias que de la misma manera nos cautivan y transportan a realidades nuevas, nos invitan al disfrute y al interés. Los libros son un pilar fundamental de la democracia, la cultura y a memoria colectiva como nos dice Inés Vallejo. Construyen realidades nuevas.
Tejer en el amor es construir vínculos afectivos de intimidad y pasión; de compromiso y paciencia; de solidaridad y compasión, de perdón; de paciencia y empatía; de disfrute y diversión, de optimismo y esperanza. Y como vive en la profundidad de nuestra conciencia, no solo se aviene a la palabra dicha, sino a la sentida, interpretada y vivida.
Somos tejedores de emociones y sentimientos que al apostar por el amor construimos nuevas vidas que expanden la conciencia, haciendo florecer sueños y esperanzas. Así pues, el encuentro que nos permite la celebración de un cumpleaños, de un triunfo, de una nueva vida, de un aniversario, nos llena de gozo y amor.
A veces sin darnos cuenta dejamos que esos momentos pasen sin darles el sentido que tienen, como las oportunidades de reafirmar la dicha de vivir y estar vivos aún, compartiendo juntos el milagro de la vida, de aquello que nos une. Quizás son los años vividos que nos hacen huraños, escondiéndonos en el silencio o, tal vez, la desidia.
Estamos hechos para la celebración que solo es posible entre quienes se dicen ser hermanos, amigos… que en su vínculo traspasan la barrera de ser solo conocidos. Celebrar es honrar y conmemorar, es proporcionarle sentido y significado a lo cotidiano de la vida y a la vida misma.
No bastan solo las palabras. Los abrazos, las miradas, las risas que nacen del decir y del hacer, de la palabra dicha y actuada; la ternura del gesto amoroso, los recuerdos del buen pasado vivido y del vivir del presente, es la mejor ocasión para tejer sentimientos profundos de amor.
Quizás las carencias del sentimiento del amor compartido es una de las razones por la que hoy tantas personas se ven afectadas en su sistema inmunológico, haciéndolas más susceptibles de padecer enfermedades e infecciones. Vivimos una época de “padecimientos del alma”. La tristeza y la depresión lleva a muchos al abismo.
Se dice que los abrazos contribuyen a reducir el estrés y la ansiedad, como también la presión arterial y, por tanto, el riesgo de padecer de enfermedades cardíacas, por su efecto relajante y tranquilizador. Quizás sea una exageración, no lo sé, pero ¿qué perdemos con hacerlo y así disfrutar mejor de la vida poniendo de manifiesto el amor?
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