Los mejores secretarios de Estado de los EE. UU.

Aunque no haya consenso sobre cuál ha sido el mejor secretario de Estado en la historia de Estados Unidos, si Jefferson (corredactor de la Declaración de Independencia), Quincy Adams (formuló la Doctrina Monroe), Marshall (implementó el Plan Marshall para reconstruir Europa tras la Segunda Guerra Mundial), Acheson (jugó un papel fundamental en la creación de la OTAN) o Kissinger, nadie puede negar que este último, llamado el “maestro del pragmatismo”, el “arquitecto de la distensión”, por sus grandes habilidades diplomáticas y su enfoque pragmático en la política exterior, y “el zorro”, por su astucia y habilidad para maniobrar en situaciones complejas, ha sido uno de los más trascendentes sino como el que más.

Liderazgo de Henry Kissinger y las enseñanzas frente al drama haitiano

Si bien conocía de la existencia de la obra, fue mi querido amigo José Rodríguez de Cruceta quien puso en mis manos la magnífica obra Liderazgo de ese mago de la diplomacia y de la estrategia en materia de seguridad llamado Henry Kissinger.

En dicho libro Kissinger examina el papel de seis líderes del siglo XX, destacando cómo su visión, temple y capacidad para actuar en contextos de crisis definieron el rumbo de sus naciones. Cada uno de estos estadistas, desde Konrad Adenauer, pasando por Richard Nixon hasta Margaret Thatcher y los demás recreados en dicho texto, enfrentó situaciones complejas que requerían decisiones difíciles, voluntad política y una comprensión profunda del equilibrio de poder internacional. Desde la perspectiva de la República Dominicana, enfrentada a los persistentes retos derivados del colapso institucional en Haití, la lectura de Kissinger ofrece lecciones vitales para el ejercicio del liderazgo presidencial en nuestro tiempo.

El drama haitiano no es ajeno a nosotros: compartimos una isla con un Estado fallido, donde la inseguridad, la violencia de las bandas armadas, el colapso sanitario y la migración forzada impactan directamente en la vida nacional dominicana. La migración ilegal masiva, el crecimiento desproporcionado del gasto hospitalario en parturientas haitianas, el aumento de asentamientos precarios y la presión sobre el mercado laboral informal constituyen desafíos reales para la gobernabilidad, la estabilidad económica y la cohesión social. Frente a esta realidad, se requiere un liderazgo con claridad moral, sentido estratégico y fortaleza para actuar.

Charles de Gaulle en una situación como la nuestra frente a la haitiana

Kissinger sostiene que el verdadero líder no es un administrador del presente, sino un arquitecto del futuro. En este sentido, la figura de un presidente dominicano ante la crisis haitiana debe inspirarse en la visión transformadora de líderes como Charles de Gaulle, quien comprendió que la legitimidad política no se deriva solo de los votos, sino de la capacidad de forjar rumbo en momentos históricos. Es fundamental abandonar la improvisación diplomática y establecer una política exterior firme, coherente y respaldada por una narrativa nacional sólida ante la comunidad internacional, labor que creo se ha venido realizando de manera destacada.

Anwar Sadat, la diplomacia no es espera pasiva

Una de las enseñanzas clave de Kissinger es que los líderes exitosos actúan en función de una lectura realista del poder. La República Dominicana no puede resolver sola la crisis haitiana, como lo han dicho, una y otra vez, aquí y en foros internacionales, el presidente Luis Abinader y el canciller Roberto Álvarez, pero tampoco puede abdicar de su responsabilidad de proteger su soberanía, sus fronteras y sus instituciones, lo que, en gran medida viene realizándose. En este punto, el liderazgo dominicano debe seguir asumiendo un rol protagónico en los foros multilaterales, exigiendo un compromiso claro, sostenido y verificable de los países desarrollados, quienes históricamente han fallado en acompañar el proceso de reconstrucción institucional haitiano. Este enfoque recuerda al liderazgo de Anwar Sadat, quien, según Kissinger, entendió que la diplomacia no se basa en la espera pasiva, sino en el reposicionamiento audaz del interés nacional.

El presidente Abinader necesita también ejercer lo que Kissinger llama juicio histórico, es decir, la capacidad de situar decisiones presentes en un marco temporal amplio. El fenómeno migratorio haitiano no se resolverá con medidas exclusivamente represivas o discursos coyunturales. Se requiere una política migratoria integral, con énfasis en el control fronterizo inteligente, la identificación biométrica, la colaboración con organismos internacionales, y al mismo tiempo, un discurso que evite la xenofobia y la violación de los derechos humanos, pero defienda sin ambigüedad los intereses nacionales. Siento que, en alguna medida, se viene trabajando con tesón en este orden. El liderazgo no es complacencia: es la firmeza ética y constancia en tiempos de confusión.

A nivel interno, Kissinger enfatiza la necesidad de generar consensos nacionales frente a los grandes desafíos. El caso haitiano no puede seguir siendo instrumentalizado como arma política entre facciones internas. El líder, en palabras de Kissinger, debe saber cuándo trascender las divisiones partidarias y articular una narrativa común que una al país detrás de una causa legítima: preservar la seguridad, la identidad y el futuro de la nación. En esa línea, el presidente de la República, Luis Abinader Corona ha venido haciendo su papel y debe continuar convocando a sectores sociales, políticos, empresariales, religiosos y académicos a una mesa de Estado permanente sobre Haití, con información pública y metas medibles y verificables para el cumplimiento de la agenda de trabajo que ya se realizado que el país conoce.

Lee Kuan Yew, audacia política para cambiar la historia

Finalmente, Kissinger destaca que el liderazgo auténtico requiere coraje: el coraje de actuar cuando las soluciones no son populares, pero sí necesarias. Defender las instituciones fronterizas, exigir reciprocidad en las relaciones internacionales y plantear reformas estructurales en salud y migración no siempre traerá aplausos. Pero como enseñó Kissinger al analizar a Lee Kuan Yew, el líder de Singapur, la audacia política bien conducida puede cambiar la historia de una nación.

En conclusión, el libro Liderazgo no es simplemente una lección de historia diplomática, sino una guía para pensar y poner en práctica la acción política en tiempos de incertidumbre. La República Dominicana necesita más que nunca un liderazgo estratégico, con visión de largo plazo y voluntad de construir un destino nacional frente al desafío más inmediato y profundo que representa la crisis haitiana. Como bien advierte Kissinger: “el carácter del líder determina el destino del Estado”.

Carlos Salcedo Camacho

Abogado

Abogado, litigante, asesor jurídico, estratégico e institucional de diversas personas, empresas e instituciones. Dirige desde 1987 su firma de abogado, Salcedo y Astacio, con oficinas en Moca y Santo Domingo. Tiene varios diplomados, postgrados y maestrías, en diversas ramas del derecho, como la constitucional, corporativa, penal y laboral. Autor y coautor de varias obras de derecho y en el área institucional. Columnista y colaborador de las revistas Estudios Jurídicos, Ciencias Jurídicas y Gaceta Judicial y periódicos nacionales y de obras internacionales como el Anuario de Derecho Constitucional, de la Fundación alemana Konrad Adenauer. Desde el año 2010 es articulista fijo del periódico El Día. Ha sido redactor y coredactor de diversas, leyes y reglamentos. Ha sido profesor en la PUCMM y en diversas universidades, tanto en grado como en maestrías. Conferencista en el país y en el extranjero, en diferentes ramas de las ciencias jurídicas y sociales. Fue Director Ejecutivo de la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus) (2001-2003). Director Estratégico del Senado de la República y Jefe del Gabinete del Presidente del Senado de la República (2004-2006). Fue asesor ejecutivo y el jefe del Gabinete del Ministerio de Cultura (2012-2016).

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