La evolución le concedió a los europeos la oportunidad para descubrir e inventar ciertas técnicas que le permitieron construir barcos más avanzados tecnológicamente, que los desarrollados en otras latitudes. Las guerras intestinas y el desarrollo de los grandes imperios hasta culminar con el romano le confirió a los europeos un gran manejo de la estrategia militar lo que les permitió expandir sus dominios en los demás continentes del planeta, destacándose entre ellos el imperio inglés, el francés, el español, el holandés y el portugués.

A base del pillaje y del crimen cometido por siglos en el África, en el Asia, en Oceanía y finalmente en América. Millones de seres humanos fueron asesinados y esclavizados a nombre de la “civilización“ y del cristianismo que escondían los verdaderos propósitos de las clases dominantes que era la expoliación de los recursos naturales para envilecerse amasando la inmensa fortuna que hasta el día de hoy detentan.

Ser malo o mala implica una serie de valores negativos, si se pueden designar como valores, que incluye lo malvado, lo doloroso, lo opuesto a la moral, al buen comportamiento, es decir, a toda conducta indigna y dañina para los demás, sobre todo intencionada. Pues bien, si de todos estos imperios europeos que han acosado al mundo se pudiera designar al más malvado de todos, es al Imperio Británico al que le toca ese desmérito, culpable, todavía hoy, de todas las desgracias del África dividida y del Medio Oriente, sin dejar de mencionar su legado perverso en La India, China y en otras regiones por donde surcaron sus huestes sanguinarias.

Sus hijos, el Imperio Estadounidense, se sumaron al mismo carro inglés, con el mismo ímpetu imperialista y depredador. Hoy, son los culpables de la grave situación en la que vive la humanidad del único planeta que poblamos. Son los que con su doble rasero, acusan a otros de lo mismo que ellos padecen, los que nunca cumplen con los acuerdos ni tratados y mucho menos con sus promesas. Son los que desestabilizan gobiernos, promueven y financian golpes de Estado, los mismos que mancillan la soberanía de los pueblos débiles, los que corrompen gobiernos, los que embaucan naciones y los que quieren acabar con media población mundial.

Pero por suerte ya no vivimos en el siglo VIII ni en la Edad Media, ni tampoco en el siglo XIX, vivimos hoy en el siglo XXI en donde y de repente despertaron sorprendidos al ver que era un mundo multipolar, que la civilización ha dicho “basta!“ y ha echado a andar y su marcha de gigante ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia por la que ya han muerto millones de seres humanos a través de la Historia. China, el nuevo gigante asiático que se coloca como primera potencia económica; Rusia, que surge poderosa retomando el legado soviético pero con un motor económico más realista y eficaz; Vietnam que dio vuelta a la página de su heroica guerra patria para demostrarle al mundo que los comunistas sí pueden reinventarse y crecer hasta enaltecer la calidad de vida de sus habitantes y desarrollar su tan acosada nación; La India, que se muestra al mundo que es poseedora de los más fecundos cerebros de la informática y que da pasos agigantados en su desarrollo; Irán, demuestra que el mundo debe contar con su tecnología forjándose autosuficientes en muchos aspectos de su economía; Sudáfrica, que repunta en el vértice inferior del África como fénix del negro continente y Brasil, que despunta en América con aires de independencia que le otorgará la fortaleza necesaria para enfrentar a cualquier depredador que se crea con la altura y el nivel para esquilmarlo.

Los americanos, somos una sopa de culturas en donde, por supuesto, prevalece el legado europeo. De ellos heredamos la religión, los idiomas o lenguas oficiales, las costumbres que más se difunden, las comidas que más se les parecen (la chicha, el mabí, las demás bebidas fermentadas autóctonas saben mejor que la coca-cola, pero el mercado imperialista esa es la que nos impone), es decir, nos han colonizado la mente, el corazón y las entrañas, por eso nuestros profesionales desean migrar al país del norte y nuestros intelectuales desean el reconocimiento de los europeos, escriben como ellos y solo se certifican si son leídos o reproducidos en sus diferentes lenguas manchadas de oprobio.

No se como se harán los eurocentristas ahora que el ombligo del mundo ya no será ese “viejo continente“ del que hemos heredado su cultura y costumbres. Ellos, que se creían ser el “jardín del mundo y lo demás jungla“, ahora se encontrarán consigo mismo y se darán cuenta que el mundo es más que ellos, que la civilización que está más allá es más rica y genial, que es la verdadera civilización con la que quisieron acabar, robando lo que les pertenecía y aun les pertenece.

A nosotros, los americanos, nos convidan a visitarles para asistir a sus museos para admirar las cosas y tesoros que nos robaron y por los cuales cuentan con un corolario de crímenes horripilantes que acabaron con los habitantes originarios a los cuales ni siquiera le reconocieron su condición de humanos al proclamar “El Descubrimiento“. Que “Descubrimiento“ del carajo, si estas tierras estaban colmadas de seres humanos iguales que ellos. A los europeos, causantes de los peores genocidios y las más mortíferas guerras de la historia, les llegó su hora, la hora de redimirse con la historia, ya no serán más el crisol de la humanidad pues hay un mundo mejor, más amable con la vida, más diverso y respetuoso, es el mundo multipolar.